domingo, 5 de diciembre de 2010

Capacidad auditiva y el peso de las confesiones



“[…] Se me da la diplomacia naturalmente, es parte de mi personalidad, se diría. Es algo que muchos me han reconocido e incluso agradecido; “Siempre hablas cuando hay que hablar y callas en el momento preciso”. Esa misma característica de guardar profunda discreción me ha llevado a ser considerada como una fuente inagotable de paciencia y tremenda capacidad auditiva –según me expresa el resto-; Lo que la mayoría de las personas necesitan es ser escuchadas y consoladas en un hombro amigo o al menos amigable en mi caso, que quiera oír desinteresadamente e incluso con amor todo cuanto tengan que decir. El asunto está en que a veces las personas hablan de más, de hecho me entero de problemáticas que no son ni deberían ser jamás de mi incumbencia. A veces me entero de cuestiones que no hubiese querido oír; Sorprendente es la falta de filtro de la gente, sobre todo la carencia de pudor. A mí me gusta el pudor en su medida justa. Pienso que es un elemento necesario, quizás, me atrevería a decir, “un mal necesario” como la moral; Uno mantiene ciertos límites y el otro, un orden; Al fin de cuentas nos protegen de ciertos accidentes y hasta de nosotros mismos por lo tan descriteriados que podemos llegar a ser como especie e individuos [...]”

Ahora bien, la responsabilidad principal radica en que el hablante escoja con conciencia a esa persona que no sólo oiga, sino que escuche de verdad, y, lo más importante, que tenga la fuerza para poder sopesar las confesiones a las cuales será sometida, y sepa cultivar el valioso poder del "silencio". Si usted habla algo privado a cualquiera se arrepentirá de ser el objeto central de las calumnias, porque vivimos en una sociedad "juzgadora" y "Habladora" (recuerde que la mayoría de las personas "quieren ser escuchadas" así les toque decir tonteras). También depende del hablante poner límites en la conversación, ya que hay cosas que simplemente quien le oye puede no estar preparado para saber. Un diálogo sincero es la base de una buena comunicación, pero hay que tener control de lo que se dice y a quién se lo decimos.
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Texto: Kadannek.
Sobre la imagen: Aquí

9 comentarios:

Elena dijo...

"Uno es dueño de sus silencios y esclavos de sus palabras".
Tal y como lo expresas (y ya que estoy refranera) sólo añadiré que se puede decir más alto, pero desde luego no más claro.

Mar dijo...

Felicidades por la reflexión que traes hoy. Me gustó y la comparto contigo 100%. Nos gusta ser escuchados, sobre todo en momentos bajos, cuando alguna preocupación o problema nos ronda. Pero ¿como elegir al confidente? Gran pregunta. No todo el mundo está preparado para ello. Hay muy pocas personas que realmente escuchen, asesoren y guarden el secreto.


Bss.

Sandra Figueroa dijo...

Kadannek, una buena reflexion la que compartes amigo. En lo personal, guardo mi vida en secreto. De mi no saben mas que lo que yo deseo que sepan. Te dejo un beso, cuidate. Gracias por estar siempre.

Patricia dijo...

Se debe entrenar el poder escuchar con el corazon, aunque suene raro pero es parte del estar consciente, muchos pierden este habito al estar constantemente perdidos en las ideas propias, en si mismos. Si se escucha propiamente; el que habla siente que sus palabras son "escuchadas"...aun sin decir nada; esta manera de escuchar transmite seguridad y paz del que habla y el momento no se pierde en el pasado.
Realmente refrescante el post, deja a la reflexion, es verdad que las conversaciones deben llevar el control en todo sentido, felicidades por la capacidad auditiva y paciencia un gran logro!
besos,

Esther dijo...

Sí, todos necesitan un hombro en el que poder llorar; lo malo de eso es que tú haces algo por alguien, te sacrificas y luego, cuando te toca a ti, no te corresponden igual e incluso son capaces de mandarte a la papelera del olvido... y la verdad, cansa, cansa y es una decepción darse cuenta de la verdad, pero, mejor saberla que engañarse a un@ mismo. La gente, en general es así, menos mal que no toda. Yo hacía de consoladora tantas veces... y ahora me arrepiento de lo tonta que era. Ahora intento dedicarme sólo a unas pocas personas. No derrocharé más energías o sino, a mí misma (según sea mi caso), aunque suene egoísta.

Sobre eso de pasarse de la lengua, pues la verdad, es que yo creo que es la soledad que hace estragos; la gente es una apañada (generalmente hablando, claro) y entonces... encontrar a alguien que te escuche o aparentemente escuche con paciencia e interés, es tan difícil... que cuando lo encuentran, quizás se emocionen. No esperes en general, nada de nadie, a no ser que sean personitas especiales ( a mí me encanta mi padre, por ejemplo). Por suerte, al fin y al cabo siempre hay un humano, aunque no sea el que más nos gustaría quizás pero, si encontramos a alguno, de todas formas, es un tesoro y hay que cuidarlo :)

Un saludito.

Esther dijo...

Y sí, hay que tener cuidado de lo que se dice; pues quizás luego, en cuanto de dés la vuelta, te aplasten como una cucharacha, esa es otra y yo una vez, eso lo vi clarísimo, incluso a veces intentan a ver si te pueden sacar algún trapo sucio o algo para luego, reírse de ti, aun aunque no pretendas contar nada por propia iniciativa. (En un año me pasó y era increíble. Exagerado. Menos mal que ya no lo veo tanto pero, lo que ves... ya no te lo quita nadie. La experiencia es un grado :) )

Un saludito.

Esther dijo...

Pero, pasemos los baches como podamos. Al fin y al cabo, todos podemos ser sobrevivientes :) y también podemos ser mariposas que vuelan por el techo celeste, aunque a veces me resulta triste que no pueda ser todo como antes. Pero, qué se le va hacer... Mejor tomárselo todo con filosofía, aceptando. Al fin y al cabo, como dije nosotros también podemos ser mariposas :)

Otro saludito.

Menta dijo...

Que bien me parece saber oir...ser la contencion de otro.

Un abrazo

Menta

Яaƒ dijo...

Sin embargo, ¿qué tan sincero puede ser un diálogo cuando necesita acotación?...

Si el escucha es alguien por quien sentimos empatía, un amigo pues, tendemos a guardarnos cosas para no quedar mal ante sus ojos (por más inecesario que sea entre amigos verdaderos). Al fin y al cabo nos importa lo que piense de nosotros... Pero si es un desconocido, entonces nos sentimos con mayor libertad para decir lo que sea... Por esto, ninngún psicólogo trata a sus amigos...

En mi opinión, basta con cuidar a quién elegimos como receptor de nuestra sinceridad. Haciendo esto, el mensaje puede ser cualquiera. Un verdadero amigo tal vez se turbe, pero no ha de juzgar. Un desconocido tal vez juzque, pero qué más le da...