¿Ha muerto tu mejor amigo, tu padre, un primo, el profesor al que admirabas o una persona que era tu fuente de inspiración? Debes estar sumido en la tristeza, tratando de hallarle sentido a este evento, repasando los recuerdos tanto como las culpas. Quizás debiste abrazarle más, perdonarle, desesperezarte y regalarle una visita sorpresa. ¿Nunca le dijiste cuánto le querías o lo hiciste pero no fue suficiente? El remordimiento debe de estar mordiéndote las entrañas. Extrañar a alguien querido puede llegar a encolerizarte tanto que te saca de quicio, batallas noche a noche con tu desesperado dolor; el insomnio es ahora tu confidente tanto como tu enemigo.
Tal vez te caerán como patada en el estómago los “pésame” de personas que ni conoces, y cualquier lágrima ajena se sentirá como una burla. Tú cariño por esa persona era el más fuerte, el más sincero y el más valioso, aunque les haya faltado tiempo juntos.
¿Ya te cansaste de las pláticas motivadoras, de esas frases que dice un familiar sabiondo que trata de darte razones religiosas o espirituales para que encuentres el balance?, ¿pudiste leer libros relacionados como “El libro tibetano de la vida y la muerte” o “El Libro Egipcio de los muertos”?, ¿encontraste consuelo en una película basada en hechos reales, en donde una familia enfrenta la pérdida de un miembro y lo superan juntos con mucho amor?, ¿ya desahogaste tu pena con un hombro amigo, el único que realmente te dijo lo que necesitas oír y te abrazó tan fuerte en un intento por reconstruir tu corazón? Es probable que sigas mirando al cielo preguntando “por qué” y que visites su tumba con frecuencia para tu tranquilidad psicológica, sabiendo que realmente “no está ahí”; es muy posible que nunca te recuperes del todo y que le extrañes por el resto de tus días, sobre todo si fue una persona que consideras irreemplazable.
A lo mejor no le lloraste nunca y tu temple sorprendió a todo el mundo. Quizás te trataron de un ente frío por no hacer berrinche y escándalo como hacen los demás. Tal vez te recomendaron “desmoronarte para volver a reconstruirte” y tú agradeciste con una cortés sonrisa para no rechazar de frentón tan poco sensato consejo. La verdad, ignoro tu situación, si quieres contármela bienvenida sea, porque este es un espacio de liberación.
Pero déjame hacerte una recomendación al respecto: Debes tener presente que tu sufrimiento no es el único, incluso pueden existir personas a las que les cuesta más que a ti lidiar con esto, si te sienta bien reunirte con ellas, hablen de sus emociones, traigan de regreso episodios emblemáticos de la persona que partió antes que ustedes. Lloren juntos si se sienten cómodos, pidan ayuda si la requieren, porque hay ocasiones en que las penas pesan menos en compañía. También analiza si te estás victimizando o sobredimensionando tu dolor. No uses como excusa el fallecimiento de este ser para dañar al resto y de paso exigir paciencia porque “tienes derecho ya que estás triste”, tampoco te permitas postergar tus proyectos o limitar los de otros, porque esto no te permitirá sanar ni a ti ni a los demás, y ello no es justo, ni noble ni hace bien. Puedes desahogarte, pero no te desbordes. Puedes hacer “celebraciones” en su honor si te ayuda, pero respeta si alguien se siente lo bastante frágil como para no participar. No obligues ni te obligues a asistir a eventos sociales de consuelo mutuo. A veces se necesita tiempo, espacio y soledad para equilibrarse en silencio y toca dejarlo en claro.
No hay tiempo estimado en el que se supere un duelo, pero habitualmente en el transcurso de un año sería aceptable ya retomar tus actividades. Es un tiempo “razonable” para haber desarrollado el autocontrol, haber superado las culpas y dejar de echar en cara cosas que se hicieron o faltaron, y me refiero a ti, al fallecido o a otro, porque no sirven más que para causar aflicción. Algo que funciona es realizar actos simbólicos de despedida, de perdón, de agradecimiento o similares. Eso trae tranquilidad para todos los implicados.
Estudia el tema de la vida, la muerte y el más allá, pero no te obsesiones, detente cuando te llegue lo que crees que debías saber. No sufras más de la cuenta porque no sólo te duele a ti y a las personas que te quieren, sino que, bajo mi creencia, perturba y bloquea la ascensión del fallecido; de hecho, su proceso es más complejo que el tuyo. Así que sigue viviendo y avanzando por él. Quizás no son los mejores consejos del mundo, pero sé que cada persona tiene un proceso diferente para lidiar con estas situaciones, y sé que si se toma como un evento traumático, los bloqueará por años o de por vida, y de paso dañarán mucho a los que están a su alrededor. Quiero que sepas que empatizo contigo y que si necesitas un poco de apoyo aquí estoy.
Dedicado con especial cariño a mi amiga Lorena. Un abrazo para ti.