sábado, 15 de septiembre de 2018

El vagabundo




Me parece que este encuentro tiene lugar a principios de año, en una ciudad cercana. Fue tan breve la interacción que no alcancé a meditar sobre su significando en ese momento.
Me encontraba esperando a alguien en la estación; pasaban los minutos y ningún rostro conocido se aparecía para la alegría de mis ojos, es más, el tedio amenazaba con embargar mi ánimo, motivado además, por el calor de aquel día. 
Una pareja de adolescentes se enternecieron con los gestos espontáneos de un perro que frecuenta el lugar, el cual, alegre y entusiasmado pedía mimos apoyando sus patas delanteras en las piernas del muchacho. Vi a mucha gente con estilo y a otras muy mal vestidas, personas distraídas en el celular sin medir el peligro, muchas caras amargadas y otras muchas templadas. Un niño pequeño comiendo helado, vestido con pantalones y suspensores, además de un corbatín rojo ajustado en su cuello; era obvio que la persona que le acompañaba era la abuela. Imágenes que me ayudaron a pasar el rato y salvarme del aburrimiento.
Y fue entonces, en plena reflexión, cuando un hombre irrumpió en ella. Me pidió dinero. Sé que quería comprar en un carrito ambulante, pero no le alcanzaba, pues vi a la dueña rechazarlo. En honor a la absoluta y rotunda verdad, no tenía. Recuerdo que ese día apenas y sí fui con lo justo para el viaje de ida y regreso. Se lo negué con una sonrisa triste, porque fue amable, y uno a veces, instintivamente, quiere regresar la amabilidad, tan escasa en estos tiempos donde la mayoría vive ofuscada y ofendida.
Se quedó en silencio, mirándome directo a los ojos, mientras yo detallaba su figura frágil y desaliñada. Fue entonces cuando me volvió a hablar: "Eres muy bonita". Dijo sin vergüenza, sin tapujos, sin maldad. Sonreí con un poco de inseguridad y le di las gracias, al mismo tiempo que pensaba en su piel curtida por el sol y la falta de alimento. Después de unos segundos insistió: "Eres muy bonita". Y me regaló una amplia sonrisa con ojos brillantes. Me sentí un poco incómoda, porque estamos acostumbrados a esos piropos mal-dichos, a veces lascivos, que se dicen a tus espaldas, al pasar. Él no. Lo dijo sin pretensiones, sin esperar algo a cambio, sin querer ofender. Sólo se expresaba, abierto, honesto en su mirada. 
Agradecí con una sonrisa silenciosa y asintiendo con la cabeza, descolocada por lo inesperado. Se quedó de pie frente a mí, mirándome aún, directo a los ojos, como si quisiera decir algo más. Y yo pensaba si se refería a mi rostro o a algo que descubrió en mi interior por medio de mis ojos. Admito que estaba incómoda, porque perdí hace bastante la costumbre de hablar con desconocidos. Entró mi prejuicio en la marcha, mi miedo a que tomara ventaja de mi cortesía. Pero no, tras un largo, larguísimo instante, se dio vuelta despacio y cruzó la calle. Lo miré irse, caminando con torpeza, en plena soledad, pero con tanta viveza en su interior… Sí, era un vagabundo, dañado por el alcohol y mala-fortuna, pero aún así, capaz de sonreír con franqueza y mirarte a los ojos sin una pizca de temor o juicio. Tan único y diferente a esos transeúntes guiados por la inercia de la corriente, desconectados del entorno y del prójimo… 
Un eco quedó cavilando en mí, sorprendido, confundido y conmovido.

12 comentarios:

volarela dijo...

Qué hermosura de texto!
Lo he podido imaginar con todo detalle gracias a tu destreza narrativa.
Es un momento que cautiva el alma, de esos que nos hablan de los corazones nobles, que en un instante se conectan.
Enhorabuena por plasmar un momento así de modo tan vivído. Me ha encantado.

Besotes

Mª Jesús Muñoz dijo...

Si, Kadannek, como dice Volarela, se produjo una conexión de almas, esa química divina que nos une a los demás por encima de clases sociales o económicas...Tu sensibilidad y su receptividad dió lugar a este momento y le diste tu verdad, tu honestidad, que él supo agradecer de corazón...Muy bello,se palpa el momento y se agradece, amiga.
Mi abrazo y feliz semana.

Mª Jesús Muñoz dijo...

Kadannek, no tengo facebook, ni twiter...Si alguna vez me necesitas mi correo es: majeazahar@gmail.com
Mi abrazo y gracias por tu cercanía.

Paloma dijo...

Precioso texto y precioso instante o encuentro. Él supo mirarte y tú a él.

Besos, Kadannek

lunaroja dijo...

Qué buen relato! Porque nos haces vivir ese instante casi sagrado donde solamente la mirada es la que habla!
Precioso! No hacían falta más palabras.
Un besazo!

Pitt Tristán dijo...

Un magnífico relato, en fondo y forma.

Enhorabuena.

Tiffany dijo...

Hola!!!! wow me encanto como escribes <3 es muy fluido y enseguida te adentra a imaginar y sentir. Te felicito escribes precioso.

PD: Me quedo por aquí para seguir leyéndote :D como te dije anteriormente, me gusto mucho como lo haces. Sino es molestia te invito a que me visites por mi blog http://plegariasenlanoche.blogspot.com/ claro si tienes algún tiempito. Nos estamos leyendo.

Un beso desde Plegarias en la Noche.

حزقيال dijo...

Hermosa historia , que me ha permitió viajar libre entre sus palabras que dibujaron: imágenes, sentimientos, metáforas y bellas almas. Todo un cuadro, pintado por las pinceladas de su pluma.

Besos

Carmen Troncoso Baeza dijo...

Ser humano, si "serlo de verdad" no cuesta nada verdad? Un abrazo!!

Beauséant dijo...

Me ha gustado la historia... Me has hecho darme cuenta que no estamos acostumbrados a la franqueza, a las personas que dicen las cosas sin dobleces. Supongo que la vida, que es el nombre que utilizamos para justificarnos todo, nos hace ponernos en guardia ante cualquier atisbo de honestidad.

Creo que no habría sabido reaccionar bien ante esa situación, creo que el miedo, los perjuicios, habrían sido un poco mayores que mi humanidad.

**kadannek** dijo...

-Volarela: Sí, fue una conexión, aunque breve significativa. Me alegra que te haya gustado.

M. Jesús Muñoz: Diría que más bien fue él quien me dio su honestidad a mí. Me conmovió de sobremanera este encuentro. Gracias por darme tu linda apreciación.

-Paloma: Supimos mirarnos, justamente. Gracias por pasar.

-Lunaroja: Sí, de alguna manera fue un momento sagrado y único. Un abrazo, querida.

-Pitt Tristán: Gracias por tu apreciación hacia mi trabajo. Saludos.

Tiffany: Bienvenida, puedes quedarte tanto como desees. Gracias por tus consideraciones hacia mi trabajo. Saludos.

حزقيال La verdad es que es como dices, digno de un cuadro. Se quedó plasmado en mí. Un abrazo.

-Carmen Troncoso: Debemos humanizarnos más, disfrutar de esta sencillez tan profunda. Un abrazo.

-Beauséant: Concuerdo, me pasó eso en alguna medida, me di cuenta que perdí un poco la costumbre a las miradas abiertas, honestas y plenas, que te ven sin prejuicios, sin crítica, sin dobles intenciones; por ello este breve encuentro me marcó tanto. Me dio una valiosa lección, un recordatorio de conexión intento.

Beauséant dijo...

Creo que a mi me costaría más vencer esa costumbre... intentaré tenerlo presente.