jueves, 18 de abril de 2019

Bajarse del pedestal; humanizarse



Estoy muy segura que más de alguno se identificará con lo que hablaremos hoy, aunque sea desde el polo opuesto de la cuestión. De hecho, estoy tan segura, que me dan ganas de reír como loca mirando al cielo, por esta gran ironía de la vida.

Podríamos decir que esta reflexión se relaciona con la entrada pasada sobre qué papel jugamos, pero aquí me extenderé en una experiencia personal que podría hacerte eco.

Considero que no hay nada más peligroso que quedarnos encerrados en los conceptos errados sobre nuestra persona, sin tener la valentía de confirmar su veracidad o de transgredir dichos límites. Quedarse cobijado en tu zona de confort, aunque seguro, es restrictivo y no te ayuda realmente a evolucionar. Eso sí, no toda la responsabilidad es tuya, tranquilo, el otro hace su gran aporte queriendo verse en ti, ya sea señalando defectos monstruosos o virtudes divinizadas. Es un juego vicioso e interminable sobre suposiciones y dar por sentado. Cuesta salir de esa rueda, de ese samsara social, en donde nos conformamos o criticamos sin proponer cambios de raíz.

Mi cruz ha sido cargar con una visión angelizada de mi ser por muchos, muchos años. En donde me han idealizado de una manera impresionante, no sólo la familia, también los entornos sociales y las amistades. Creo que hay facetas que se confunden; por ejemplo, es cierto que por mucho tiempo he sido bastante seria, reservada y cortés, dándome un aire muy maduro que incluso logra un efecto de halo misterioso a mi alrededor. Cosa que no pedí, pero que sin embargo no me molestaba en su momento. De hecho, era mi zona de confort, ya que las personas no hacían preguntas impertinentes ( aunque seguro que un par se obsesionó con “develar la verdad”), estaban más interesados en que las analizara en vez de analizarme a mí. Pero esto creó un absurdo sentido de inferioridad, en donde, incluso amistades se sentían intimidadas por un intelecto sobre-natural que se inventaron de mí. Es como si fuese una persona inalcanzable, cuando ni siquiera me sé todas las tablas de multiplicar y estoy lejos de alcanzar el estado búdico. Deduzco que todo partió a raíz de las temáticas que me interesaban y las preguntas existencialistas que hacía, el asunto es que eso no muestra, necesariamente, que alguien sea mejor, sino que quiere compartir solamente gustos (según yo). 

Recuerdo especialmente a alguien, la primera persona que me confesó sobre sentirse intimidada y “tonta” al lado mío, sólo por tener intereses diferentes. El punto es que ella se empequeñeció sola, cuando yo jamás intenté disminuir sus problemas o gustos, todo lo contrario, me encantaba su compañía y su forma de ser. Aquí fue cuando supe que las personas me estaban idealizando. 
El segundo “despertar” importante fue gracias a otra persona, que se vió sorprendida y decepcionada cuando me supo enojada, frustrada y triste. Mayor fue su espanto cuando me oyó decir “¡mierda!”. “¡Oye, dijiste mierda!, qué raro...”, y cada vez que salía algún improperio de mí ella me lo hacía notar, era divertido, hasta lo hacía intencionalmente para molestarle. Esta persona consideraba que estaba mal, no por la grosería en sí, sino porque no era “propio de mí”. Finalmente confesó que me había idealizado demasiado y que le decepcionada que la visión que tenía de mí se hubiese roto, pues me hallaba una persona centrada, inteligente y muy equilibrada, pero saber que podía enojarme fue demasiado, aún cuando mis sentimientos negativos no iban hacia ella. Recuerdo muy bien esa charla, en la que le dije que no era de extrañar que yo tuviera sentimientos como los que todas las personas experimentan, que soy humana y que sentía la confianza suficiente en ella para mostrarme vulnerable. Tristemente, fue mucho para ella. Quizás, a riesgo de malinterpretar, el rol que estaba jugando era el de ser un pilar inamovible, capaz de sostenerle siempre. Pero se ignora que los pilares también pueden sufrir fisuras e incluso caer.

Me puse a reflexionar mucho y caí en cuenta que se me encasilló como una chica dulce, centrada y callada desde pequeña, que no daba problemas y tenía una voluntad de oro. Y no es que esa visión no haya sido real, pero sí exagerada y restringida a la vez. Me oprimió por muchos años, puesto que muchas cosas las viví en secreto. Es como si expresar facetas contrarias a la creencia que tenían de cómo era yo, fuese pecado. Yo quería equivocarme con libertad, desahogarme, expresar mis arrebatos, pero un ”angelito tan tierno” no tiene sentimientos negativos ni deseos estrafalarios. Hasta que decidí romper ese molde impuesto, quitar esas cualidades y características sobre-dimensionadas, bajarme de ese pedestal celestial y ser humana. Rompí muros y otros se levantaron, esto es así. Hay que saber que todo a tu alrededor se opondrá al cambio, pero es parte del proceso. Es difícil, pero la libertad de ser quien eres no tiene precio.
A mí también me inquietaba salir de mi encasillamiento, tomar una a una las etiquetas y desmentirlas o bajarle la dosis, y creo que esta lucha es más compleja que el cómo te verán los demás. 

La honestidad contigo mismo es fundamental aquí. Tienes que ser consciente de cuándo es el mejor momento para ti y la manera más conveniente de proceder. No hay formas perfectas, pero sí más prudentes que otras. 
Por eso quiero que sepan que río más de lo que se piensa, juego y bromeo mucho, ya no me interesan tanto los libros como en el pasado, digo groserías y estoy dispuesta a tomarme un café contigo hablando de cómo contactar a los dioses Sumerios, teorías de conspiración, el otoño o sobre la última serie que viste, y aún seguiré tomándome algunas cosas con mucha solemnidad y, seguiré siendo igual de flexible y pacifista como me gusta ser. Porque debes entender que sólo son distintas facetas de mí.

10 comentarios:

lunaroja dijo...

Hola!
lamentablemente, casi desde que nacemos nos etiquetan por los motivos que sean,porque somos llorones,porque somos tranquilitos,porque somos dóciles,o traviesos.
Más adelante los rótulos serán, que eres buena alumna, que eres complaciente,o rebelde,o contestataria o sumisa.
En la adultez, lo mismo, trabajadora, vaga,romántica, fría,etc...
Es algo tan difícil de desactivar que solamente nosotras mismas podemos como tú dices, reconstruirnos, conectar con lo que de verdad somos y sentimos le guste a los demás o no.
Muy buena reflexión!!
Un beso

Beauséant dijo...

Conocerse a uno mismo es algo que lleva mucho tiempo en lograrse, toda una vida en concreto ;) Y, claro, cuando lo logras no sirve de mucho porque te mueres... aunque sí, el camino hasta lograrlo puede ser interesante...

Me he dado cuenta que los que no hablamos mucho o ponemos caras raras ante ciertos temas tenedemos a estar agrupados en el lado de los "inteligentes", los "profundos", siempre me ha hecho gracia porque es una tontería, claro...

Tampoco estoy muy a favor de conocer muy bien a las personas, prefiero no escarbar mucho y quedarme con la parte brillante.

Isabel dijo...

En este proceso que es la vida, la mente de uno mismo es aquel problema más difícil de dominar. El saber quién uno es.

Te deseo suerte en tu descubrimiento, es parte del camino...

www.somosfuego.blogspot.com

Ana Arcia dijo...

Hola,
caramba, me siento tan identificada. Siempre fui así: una chica demasiado centrada, que no le dio problemas conductuales a sus papás en la adolescencia, que se creció bajo estándares llenos de perfección (ahora en la adultez se ven las consecuencias) y que siempre hizo lo que los demás dijeron con tal de no fallar.

Y resulta que cuando esa chica hizo algo por y para ella misma, fue tal el revuelo que causó, que se pudieron casi escuchar esos sonidos de sorpresa.

La cosa es que la gente suele potenciar lo que ve en nosotros y realmente lo llevan al extremo. Somos seres humanos, buenos y malos, al mismo tiempo. Tenemos derecho a salir de nuestros propios límites y es algo que todos debemos comprender. Me parece también muy curioso el pensar que probablemente también he encasillado a muchas personas y que las he juzgado. Algo interesante para reflexionar.

Nos leemos :)
Pd: Espero puedas pasarte por mi blogcito, "El País de la Palabra Escrita" que estoy tratando de reactivar.

volarela dijo...

No sé si tendrán razón o no en encumbrarte, ja, ja, pero desde luego te expresas que da gusto leerte.
Romper esas cadenas externas y a la vez tener valor para enfrentar las decepciones ajenas es todo un logro. Como tú, creo que es necesario hacerlo, pero sin preocuparse del resultado final, sitiéndonos a gusto con nuestra libertad. Los más queridos e íntimos merecen conocernos de verdad.
Un abrazo

**kadannek** dijo...

-Lunaroja: Exactamente ese es el punto, estimada mía; Reconstruirse, desnudarse a solas y quitarse los estigmas, encotrar lo esencial en nosotros, le moleste a quien le moleste. Un abrazo.

-Beauséant: El hecho de que el cuerpo físico cadude no significa que evolucionar, descubrirse y mejorar sea inútil. Hay que vivir de la mejor forma que podamos, simplemente porque lo merecemos. Por otro lado, es mejor no dejar tantos pendientes que saldar en la existencia próxima para no estar repitiendo siempre lo mismo.
Al contrario de ti, sí me gusta conocer a las personas, no tiene que ser a una profundidad extrema -porque sería agotador-, pero sí hasta un nivel en que pueda verla a rasgos generales en varios aspectos, porque siento que es la mejor forma de no estigmatizarlas ni encasillarlas. Saludos.

-Isabel: Gracias por los buenos deseos. También espero que tu proceso sea nutritivo y esclarecedor.

-Ana Arcia: Me emocionaba responder tu comentario en especial y al fin llegó el momento; De alguna manera me relaja saber que hay otras personas que han experimentado cosas parecidas a las mías, para no sentirme que estoy tan equivocada en lo que digo. Me pasó igual a ti, cuando intenté salir del molde todo empezó a colapsar, es impresionante el "revuelo", como dices, que producen estos procesos de cambio y transformación. Los demás de lo toman muy personal, cuando tenemos el derecho y hasta el deber de romper nuestros bloqueos y límites para ser mejores personas. Y sí, es cierto, también he etiquetado y encasillado a otros, pero fue mucho antes de darme cuenta de esto que hoy reflexiono. Quizás siempre o la mayoría de las veces juzgaremos, pero seguro que será en menor medida. Un abrazo grande y muchas gracias por tu comentario tan honesto y dedicado.

-Volarela: Concuerdo con tu comentario, el proceso es difícil, pero vale la pena, es necesario para llegar a ese punto de libertad. Tanto nuestros seres queridos como nosotros mismos tenemos merecemos saber cómo somos en verdad. Un abrazo.

Paloma dijo...

Si no etiquetáramos tanto a los demás no nos decepcionaríamos ni nos llevaríamos sorpresas. Es muy difícil conocer a los otros, todos tenemos muchas caras y además no somos estáticos, vamos cambiando en el tiempo.

**kadannek** dijo...

-Paloma: Ese es el punto de todo; Las expectativas innecesarias. Hay que intentarlo, sé que cuesta, pero hay que intentar etiquetar o encasillar menos. Las personas vamos creciendo y desarrollando otras facetas a lo largo del tiempo, hay que asumirlo y agradecerlo también. Saludos.

Beauséant dijo...

Tienes razón, ya sabes que en mis comentarios tiendo a exagerar y depende del día que me pilles puedo estar con la tecla un poco torcida ;)

Supone un esfuerzo pero a veces merece la pena intentar conocer, arriesgarse incluso a dejarse algo de uno mismo en ese intento.

**kadannek** dijo...

-Beauséant: Concuerdo, vale la pena intentarlo, aunque en mi experiencia también descubrí que con algunas personas es mejor rendirse jajaja.
Saludos.