martes, 31 de mayo de 2016

Sin pendientes


Por distintas circunstancias, probablemente no pudiste hacer el viaje de tus sueños, ni comprar la casa propia, tampoco aprendiste a tocar violín ni le dijiste a la persona que amabas lo que sentías. Seguramente te has postergado muchas veces por otros, para cuidarlos, ayudarlos o complacerlos; esto quizás te ayudó como un mecanismo de defensa para no aceptar lo que realmente has querido. Es seguro que no lo admitas abiertamente, pero el factor principal para no llevar a cabo tus proyectos de verdadero interés se llama miedo. Miedo al fracaso, a que critiquen tus decisiones, a reconocer que es hora de hacer algo exclusivamente para ti. Sea cual sea la razón, te invito a sopesar si vale más seguir en esa postura, lamentando lo que no funcionó o hacer algo al respecto. Sé que sueno cursi, como una ñoña película de Disney que te motiva a perseguir tus sueños, pero soy más realista de lo que parece, y sé muy bien que hay cosas que no necesariamente se cumplen o concretan al pie de la letra. Pero también sé que para lograr la verdadera satisfacción en la vida es imprescindible no dejar pendientes.

Si se desea por lo menos "probar" la felicidad, es hora de tener una buena relación contigo, basándote en el auto-respeto. Para ello proporciónate lo que anhela tu interior, así parezca insignificante; ¿Nunca viste "Corazón valiente" o quieres gritar al mundo que te encanta "Vanilla Ice"?, es tan fácil como conseguir la película y a una persona de confianza para contarle tu vergonzoso ¡ejem! digo, interesante secreto. A lo mejor no encontraste la casa de 3 pisos en medio del prado, pero puedes hallar una zona privilegiada que se acerque a esas expectativas y construir los dos pisos que faltan con el tiempo, la cosa es ser un poco flexible. Una vez dejaste ir al amor de tu vida, pero llegó otro a sacudirte el corazón, gózalo como si fuese el único que has conocido hasta ahora, supera las ataduras del pasado, libérate de los ideales que creaste bajo la embriaguez de tu juventud. Hay lecciones gratuitas de violín por internet, consigue uno de segunda mano y practica. La solución es hacerlo, no hay más. Busca suplementos o equivalentes para igualar la calidad de lo que esperabas, pero no te quedes así.

A lo mejor necesitas despedirte o pedir perdón a alguien que ya no está en este plano, o que simplemente ya no pertenece a tu vida. Los actos simbólicos ayudan mucho a tranquilizar la mente y sanar el corazón. 

Yo me postergué mucho por varios factores, desde lo económico, hasta por la crítica. Y me mantuve mucho tiempo herida por dentro al no poder realizar lo que quería. Sentí que había fracasado, pero en realidad sólo fue un cambio de ruta. Pensar así me ha ayudado a reconciliarme con el pasado. Por ejemplo, he tomando cursos y talleres, los cuales no es que me entreguen más de lo que ya conocía (pues nunca dejé de investigar por mi cuenta), pero me ayudan psicológica e internamente a concluir ciclos. Poco a poco iré eliminando pendientes, hasta que pueda sumar a la lista cosas nuevas por mero placer.

A veces sólo intentarlo es la clave, pues en el proceso descubrirás dónde está tu sincero interés, aprenderás incluso más de lo que esperas, y los pasos que deberás caminar hasta tu objetivo pueden ser más placenteros que la meta, de hecho, hasta pueden permitirte dejar ir en paz aquello que tenías inconcluso dentro de ti. Así que disfruta todo lo que puedas, tanto de cada etapa y experiencia como del resultado. Mucho éxito de corazón.

miércoles, 25 de mayo de 2016

Como dijo Whitman




Cuando fuimos niños muchos sufríamos en los cumpleaños tanto propios como ajenos, ya por no compatibilizar con el grupo y las actividades propuestas o peor aún, por ser obligados a incluirnos en juegos que no nos gustaban. Personalmente encuentro ridículo el juego de "la silla musical". Siempre vi accidentes, chicos llorando y a tramposos que arrebataban con rabia el lugar de otro sólo por ganar. 
...Y la piñata, ¡ah, la reverenda piñata! si no recibías una estocada por parte del festejado que daba golpes a la loca para atinar al premio gordo, recibirías empujones de los "niños-pirañas" que se lanzarían raudos y veloces, cuales fieras listas para comer las vísceras de la pobre piñata destripada. Casi nunca pude coger dulces; la verdad es que no quería verme así de primitiva y mucho menos salir herida. Y aún hoy, sigo sin comprender la gracia de enterrarle el rostro al cumpleañero en el pastel. Además de ser una tradición humillante a mis ojos, es un total desperdicio de recursos e higiene.

Poco a poco me excluí no sólo de cumpleaños sino de cualquier evento social con tónica fiestera. Incluso perdí interés de celebrar el mío por experiencias incómodas al igual que le pasó a  mi esposo. Conversando con él concluimos que básicamente la disconformidad con la dinámica que se genera en estas reuniones, el compromiso, la falta de autorocontrol de los invitados y otros males fueron factores para dejar de disfrutar las festividades. Pero hoy reflexiono y me doy cuenta que el dejar de celebrar tu propio cumpleaños tiene una raíz todavía más profunda: El escaso amor propio, una mente rígida, el sentir que es algo tonto, insignificante y que no vale la pena invertir en uno, etc.

Todos tenemos traumas viejos o más recientes, pero es importante cambiar la perspectiva con la que estamos valorizando esos eventos. A veces es cosa de madurar las relaciones, cambiar de entorno o proponer pautas con las que nos sintamos mejor. No tiene mucha ciencia en realidad, más que saber con certeza qué queremos.

Mi esposo estuvo más de 10 años sin celebrar su cumpleaños por asuntos personales y experiencias negativas, pero ya luego con otra visión de las cosas, se dio cuenta que quería volver a celebrar su cumpleaños, estar con amigos queridos y tener pastel. Algo simple, pero significativo. Y así lo hiso. Por mi parte, estoy tomando el control sobre estas cosas, es decir, con quién quiero estar y qué quiero o no hacer. No necesito parafernalias, sólo buena compañía, un café y quizás un trozo de pastel también.

Siempre nos estamos criticando o compadeciendo de nosotros mismos, en vez de sumar aceptación y aprobación hacia nuestra propia persona. Es válido e importante al menos una vez al año poder tomar la oportunidad de reconocernos, premiarnos después de tanto esfuerzo, agasajarnos y mimarnos después de todo lo vivido, pues somos merecedores de grandes dones. Alegrarse por estar aquí y ahora, siendo uno mismo, tratando de cumplir con el propósito. 


"Me celebro y me canto a mí mismo" como dijo Whitman, y desde ahora, con mi esposo, espero siempre celebrarnos a nosotros mismos, compartir en nuestros cumpleaños porque es el día en que nacimos (¡qué evento tan grande!), y disfrutar otras fechas, que nos recuerdan las cosas bellas y significativas que hemos vivido y que validan nuestra historia y nuestra existencia como individuos.

miércoles, 18 de mayo de 2016

Victimización


Uno de los asuntos que considero más complicados, a raíz de su subjetividad, es el concepto de "víctima". Bajo una definición literal, se entiende como víctima a "una persona o animal que sufre daño y perjuicios por determinada acción o suceso." Muchas veces somos víctimas sin saberlo o lo sabemos pero nos cuesta admitirlo, y tomar cartas en el asunto para invertir la situación o denunciar a nuestro agresor. Pero también hay veces, y este es el punto que hoy quiero tocar particularmente, en el que exageramos nuestro papel como víctima.



(Clare de "El increíble mundo de Gumball", personaje que se niega a la felicidad)

Una de las cosas que más me incomodan y que me ponen al borde, es presenciar directa o indirectamente, una situación en la que otro se victimice más de la cuenta, y peor aún, cuando no tiene razones para tomar esa postura. El exceso de autocompasión exaspera, pues el egocentrismo, los trastornos psicoemocionales, y las erradas y negativas percepciones de sí mismo y el entorno, son demasiado evidentes y perjudiciales. Si se desea la cercanía con los otros, considero innecesaria la manipulación con chantajes emocionales en cuanto a lo que respecta a "tu miserable situación de vida y lo cruel que es el mundo que conspira constantemente contra ti". Pues eso habla de personas que no se responsabilizan de su propio ser, y culpan al resto de sus errores y sufrimientos; pensar así no sólo daña a esos otros, sino a uno mismo.

Entiendo que a veces esto es provocado por baja autoestima y por las ansias de ser aprobado (y esto necesita de un fuerte trabajo interno para corregirlo), pero por sobre todas las cosas, el mayor factor en contra es el desconocimiento de tu persona, pues cuando te conoces bien (o al menos lo suficiente), generas la voluntad para sanar, mejorar y salvarte de situaciones insufribles; básicamente tienes una buena relación contigo mismo, por consiguiente, balanceadas y sanas relaciones interpersonales. Así, todos ganan. 

La altura de mira es clave para combatir este ciclo vicioso en el que pareciera que se desearan esas penurias. Romper con esas costumbres es difícil porque requiere de mucha voluntad, esfuerzo y coraje, pero muchas veces, la persona no quiere cambiar. Prefiere quedarse con una idea negativa sobre sí y el mundo, pues es lo que conoce hasta ahora para obtener atención y desenvolverse.

No digo que no podamos tener inseguridades, huellas sentimentales y cosas que aún tenemos que superar, pero sobredimensionar el dolor y culpar siempre a otros, sólo trae más dolor.

miércoles, 11 de mayo de 2016

El caballero, el dragón y la princesa


Sin duda no es una verdadera historia de aventura si no existen estos tres elementos principales: Un valeroso caballero de armadura brillante, el cual debe rescatar a una bella y cautiva princesa de las garras de un temible dragón.

Hay muchas versiones de estos clásicos cuentos medievales o arturianos, como también se les dice, en honor a la leyenda del rey Arturo y la mesa redonda, uno de los mayores exponentes en la literatura caballeresca Europea, sobre todo porque muchos creemos que se trató de un personaje real.

Y aunque hoy no pretendo contarles al pie de la letra una narración de fantasías, porque más bien, deseo centrarme en el simbolismo más profundo de los elementos que nombré al principio, debo señalar que gracias a San Jorge (patrono del arma de caballería en muchos países) y su leyenda de "San Jorge y el dragón" se diría que originó la creación de los posteriores cuentos de hadas que incluyen princesas, caballeros, dragones, aldeanos asustados y arduas travesías; marcando así, las bases para un relato emocionante e idealista, que no sólo inspirará las más nobles virtudes del hombre, sino que llenará de sueños románticos la mente de toda jovencita. Lo que en la actualidad considero una presión para ambas partes, pues la mujer buscará a un príncipe azul que no existe y el hombre a una princesa a la que salvar. Idealizándolos a ellos e inutilizándolas a ellas de cierta forma.




(Grabado de Alberto Durero) 

Pero no nos centraremos en las críticas, vamos a lo interesante de todo esto: ¿Se han fijado que toda leyenda, mito o cuento, sobre todo los más arcaicos, pareciera que tuviesen mensajes ocultos que no siempre logramos entender del todo? Intuitivamente sentimos que hay algo más. Sé que muchos tenemos una característica llamada curiosidad, la cual utilizamos para buscarle la quinta pata al gato porque no nos conformamos simplemente con un "porque sí". Sabemos que hay ocasiones en que algunas mentes maestras camuflan verdades y envían mensajes entre líneas, que sólo capta nuestro subconsciente gracias a cánones y arquetipos mentales. Por eso, hoy, haremos un intento por decifrarlos y entenderlos de forma más consciente.

Para occidente el dragón, tristemente, es visto como un ícono de maldad, siendo una bestia despiadada a la que se le debía ofrecer sacrificios (que muchas veces resultó ser una inocente princesa, elegida al azar o por su importancia y pureza) para calmar su furia y/o mantener la tranquilidad en el pueblo. En el cristianismo, el dragón es relacionado con una figura diabólica, síntesis de las tentaciones y del paganismo. El caballero es un hombre de fe, el cual va acompañado de su fiel corcel blanco representando la iglesia y ayuda de Dios. La princesa, en este caso, entonces ha de ser representante de la humanidad a salvar de las garras de aquel, que tienta con placeres mundanos y te desvía del camino de la fe.



("San Jorge y el dragón" de Paolo Uccello)

Pero para mí y sé que para muchos otros, hay más que una visión religiosa de estos íconos. Así que procedo a compartirla:

El Caballero: Al caballero lo veo como a un iniciado, el único capaz de aceptar el desafío de ir en busca de "ella", la princesa, la verdad. Para ello se arma de valor e ignora las advertencias de ignorantes que lo tratan de loco por aventurarse a tan riesgosa y probablemente desafortunada misión. Con apenas unas escuetas indicaciones de la ubicación del dragón, emprende su viaje, que no sólo será físico, sino interno.

El bosque: Casi todo caballero se adentra a un oscuro y tenebroso bosque, prácticamente inexplorado, como los laberintos psicológicos y del alma. Aquí se verá enfrentado, el aventurero, a obstáculos visibles e invisibles, despertando sus más terribles miedos para reconocer sus debilidades, las cuales vencerá con coraje y decisión. Así que el bosque representa las penurias, sacrificios y esfuerzos que debe hacer el iniciado para despertar sus potencialidades. Saldrá del bosque, cuál útero sagrado, como un hombre nuevo.

El dragón: Antes de llegar a su tan ansiada princesa, deberá enfrentar a la más terrible bestia de todas, el dragón, el ego humano, sus propias limitaciones. Puede que salga herido durante la feroz lucha, que flaquee, pero recuperará las fuerzas al ver el rostro de "ella", suplicante, puro y a la expectativa. También recordará el recorrido que hiso hasta aquí, todos los obstáculos que venció, todas los secretos de sí mismo que descubrió. Y con un corte preciso de su espada, símbolo de su poder y voluntad, matará a la bestia.

La princesa: Una vez vencido al ego, el iniciado se acercará a la princesa (o ella correrá ansiosa a sus brazos), pues es su chispa divina, la esencia de su propio ser que ahora podrá brillar con toda su luz y belleza. Ya es libre de su encarcelamiento, de las limitaciones, miedos y defectos.

El reencuentro: El amor nacerá entre el iniciado y la esencia, pues él ya está listo para su grandeza, y ella para su libertad.  El caballero es un guerrero de luz ahora, cuyo viaje iniciático fue parte de un proceso de alquimia interior. Volverá al pueblo (quizás al mundo terrero después de una meditación) en donde será recibido con asombro, admiración, probablemente envidia y otros males, porque resplandece como sólo un hombre fuerte y valiente sabe resplandecer. Ha traído a la princesa de vuelta, misión que nadie más se atrevió a realizar, por miedo al bosque (mundo psicológico), el dragón (Ego) y las posibles burlas de los que no están listos ni interesados en los viajes hacia el interior del ser.