Apreciados lectores, permítanme pedirles un favor un tanto extraño: No me dejen deseos de año nuevo (sino hasta el final de sus comentarios si así lo desean, en caso de opinar). Háganme saber que me leyeron en serio, pues hoy escribo para hablar de otro tema, y de verdad deseo ser comprendida, pues, quizás para ustedes no sea la gran cosa, pero para mí, esto se trata de un viaje largo durante todo un año. Una travesía como no había tenido antes. Un logro personal incuestionable, que me amplió la vista hacia nuevos horizontes y que vale la pena celebrar. ¿Alguien me trajo bombones?
¡He cumplido la meta! 48 publicaciones escritas “de corazón” como requisito esencial. Fácil diría cualquiera, pero teniendo en cuenta que esta propuesta nació casi impulsivamente, en un intento por darme un propósito claro para comenzar el año, sin un plan de acción y otras consideraciones, como la posibilidad de periodos de sequías creativas, las constantes interrupciones, las responsabilidades diarias, el exponerse a críticas semana tras semana, y las distintas eventualidades de la vida, no puedo sino sentir orgullo por nunca rendirme hasta cumplir con mi palabra. Un compromiso que no hice con alguien más que conmigo, dependía totalmente de mí. Una promesa que debía cumplir a toda costa para conocerme y para reconciliarme con mis partes cansadas, adoloridas e ignoradas. Esto me ayudó a comprender la importancia del autorespeto; de perseguir lo que nos engrandece, de dejar de ponerse en segundo plano para cuidar las sensibilidades ajenas, a costa del propio goce y la propia realización.
Cuando decidí el objetivo de fondo, “aumentar mi voluntad”, no esperaba más que tener que escoger y desarrollar temáticas semanales, exponiéndolas de la forma más clara y personalizada posible, siempre atenta a las fechas, calculando los días de publicación para que me calzaran los 4 posts del mes. No me importaba aburrir, ni ser leída, ni ser comentada, -aún siendo esto, la dinámica básica para sostener un blog-, ya que el propósito se me hacía más profundo que llegar al público; tenía que llegar a mí, satisfacerme a mí. Aunque debo admitir, que muchos formaron parte de esta aventura, y al final, se volteó un poco la idea, y hubo momentos en que escribí también para ellos, para ustedes, y gracias a su constante apoyo, me di cuenta que no era necesario recorrer el camino tan aislada o en secreto. En este punto debo agradecer especialmente a mi esposo y a mi amiga Lorena, por siempre estar ahí.

Noto también, que mis letras han ganado carácter, y no sólo me expreso de forma intelectual o poética como en mis primeros años, sino que llegué a conectar con una forma más humana de comunicación, y hasta de saborear al mundo. ¡Tranquilos!, no soy una criatura alienígena, o al menos, no tengo aún un carnet oficial que lo acredite.
Pienso que en cuestiones técnicas, la práctica y el querer explicar cosas difíciles o que a mí me costaban por distintos motivos, mi redacción mejoró bastante para poder hacerme entender. No sólo veo cierta belleza estética en cada narración, sino también armonía en mis textos. Una de las exigencias básicas que siempre tengo con otros escritores. ¡Bah! no es mi intención sonar pedante, en serio, pero es un punto que debo especificar, ya que semana a semana, mes a mes, de escrito en escrito, comencé a tener un diálogo interno que estaba exteriorizando con ustedes. Fue una especie de trabajo terapéutico y reflexivo, como no tienen idea. Lo sentí como darle pinceladas a mi alma para irla puliendo más y más, o como invocar bellos y delicados cataclismos en mi galaxia, para reorganizar o revitalizar el movimiento de sus órbitas. No sabía que me estaba rehaciendo, a la vez que permitía florecer y aplicar habilidades y potenciales ocultos. Por ello, por todo ello es que veo una belleza narrativa que me complace. Pues siempre aspiré a ella, mas, nunca estuve conforme sino hasta ahora, (y aún no al 100%. Me doy cuenta que soy muy autoexigente).
Me impresiona que un propósito me haya ayudado a lograr otros que estaban inconclusos. Me impresiona que el desarrollo se me hizo casi tanto o más importante que la meta. Me impresiona todo lo ganado y todo lo acontecido. Me enternece y agradezco el estar pudiendo disfrutar mucho de pequeños pasos y acontecimientos, de sentir satisfacción por cosas simples, pero tan únicas. Cierro el año con una gran sonrisa conmovida y un corazón más sano y fortalecido. Gracias a todos por celebrar esto conmigo.