sábado, 30 de abril de 2016

Leyenda del Huevo Cósmico




Siguiendo en relación con el tema de la esfera, Hoy les traigo dos versiones de una leyenda cosmogónica venida de la mitología oriental, conocida como "El Huevo Cósmico". 

Como concepto, el Huevo Cósmico se entiende como el principio de algo o de todo. Simboliza a grandes rasgos la creación del universo y más particularmente, la de este mundo. Trata de una idea de "Cosmos en expansión", del Sánscrito "Brahmanda" ("Brahm": Cosmos. "anda": huevo").

Versión 1: De Philip, Neil. "El libro ilustrado de los mitos"



"Primero fue el gran huevo cósmico. Dentro del huevo estaba P'an ku,  el primigenio, el divino embrión. Y P'an ku salió del huevo cuatro veces mayor que cualquier hombre de hoy en día, con un martillo y un cincel en sus manos, con los que esculpió al mundo.


Junto con el primer Fénix, la primera Tortuga, el primer Dragón y el primer unicornio forjaron el universo. P'an ku gobernó e instruyó a los humanos en los primeros tiempos de la historia, hasta que lo supieron todo. Pero llegó el día en que P'an ku, una vez transmitidos todos sus conocimientos a los hombres, desapareció y no se volvió a saber de él". 


Versión 2: Anónimo. Y la que más me gusta.

"En el principio de todo era el caos y éste tomó forma de huevo. Contenía al Ying y al Yang; Las fuerzas contrapuestas de las que está hecho todo el universo. Las energías en guerra en el interior del huevo, lo hicieron explotar; Los elementos más pesados se hundieron formando los continentes y los más ligeros flotaron formando los cielos. Entre el Cielo y la Tierra quedó P'an ku, el primer ser.
Durante 18.000 mil años cielo y tierra se fueron separando, haciendo crecer a P'an ku, de modo que siempre llenaba el espacio entre los dos elementos.
P'an ku estaba recubierto de pelo, tenía dos cuernos en la frente y dos colmillos en la mandíbula superior y el tiempo variaba según su ánimo.
Agotado por mantener cielo y tierra separados P'an ku murió. Su cuerpo quedó despedazado, convirtiéndose su cabeza en la montaña del Este, el estómago en la del Centro, el brazo izquierdo en la del Sur, el derecho en la del Norte y sus pies en las del Oeste. Sus ojos se convirtieron en el Sol y la Luna, su carne en la tierra, sus pelos en árboles y plantas, y sus lágrimas en ríos y mares. Su aliento fue el viento, y su voz trueno y relámpago. Sus pulgas dieron origen a las personas, aunque también se dice que la humanidad nació de su corazón."


jueves, 21 de abril de 2016

Geometría Sagrada I - La Esfera


Me apartaré un momento de las temáticas de relaciones humanas para ir hacia ámbitos más universales.

Hace un par de años realicé mi primer cuaderno a modo artesanal, ya que quería algo significativo para mis estudios autodidactas, ya que considero esencial, al menos en mi estilo de vida, el autoaprendizaje y la búsqueda del conocimiento por medio de la experiencia personal, sin quedarse sólo con lo que te dicen los demás. Él contiene mis apuntes sobre una ciencia fascinante conocida como: “Geometría Sagrada o Sustentable”. Quizás algunos de ustedes le conozcan, ya que en la actualidad ha estado teniendo un boom considerable, abriéndose talleres al público en general y hasta se dictan charlas gratuitas en algunas zonas.
Para quienes no están muy familiarizados con esto, les daré una pincelada de un tema vasto y profundo, al menos de la manera en como yo la entiendo.


La Geometría Sagrada se traduce como el lenguaje universal de las formas. Explica los patrones energéticos que crean y a la vez unifican todas las cosas; revela la manera exacta en que la energía  de la creación se organiza a sí misma.
Nos ayuda a comprender “la unidad” de la vida y encontrar el origen en común que tienen entre sí diversos sucesos.
Esta ciencia se enfoca en describir la Creación y/o a la Gran Conciencia; es decir, estudia cómo la conciencia se mueve en la realidad. Nos muestra que todo cuanto existe fue creado exactamente con los mismos principios básicos y siguen las pautas de un mismo patrón geométrico, desde lo más diminuto, como un átomo, hasta algo mayor, como un planeta o toda una constelación galáctica.

De forma práctica es “una meditación para el hemisferio izquierdo”, que si bien recordamos se asocia al aspecto Masculino del cerebro, el cual no cree en la unidad, por ende nos hace ver la dualidad en todo. Gracias a él tenemos la noción de lo bueno y malo, de lo divino y terreno, de lo sagrado y profano, de la vida y la muerte, entre otros conceptos.
Se trata de una actividad dinámica, en la cual no sólo te quedas como observador, por ello recurre directamente a nuestro lado racional en armonía con nuestro lado abstracto, el hemisferio Derecho, el representante del aspecto Femenino, el que busca la integración de las cosas a través de la unidad de la conciencia y el espíritu.

La Esfera:


La Unidad de conciencia es representada por la Esfera. Ésta simboliza a La Divinidad, El Todo, a Dios, La Gran Ley, La Unidad o Integración. También es vista como la eternidad (por no poseer principio ni fin) o como la perfección y la homogeneidad. En algunas culturas arcaicas fue y es vista como “El ojo durmiente de Dios”, el cual despierta o se abre si contiene un punto en su centro. 
En el Psicoanálisis toda forma circular representa el subconciente.
Es también el punto cero en donde todo está contenido antes de toda creación: “Existe todo menos lo que falta”. 
El Círculo por su movimiento circular es perfecto, inmutable, sin comienzo, sin fin ni variaciones, por ende simboliza “El tiempo”, el que se explica como la sucesión continua e invariable de instantes o la degradación de la materia en términos de tercera dimensión.


Tanto el Círculo como su forma en 3d, la Esfera, son la base de la Geometría Sagrada, puesto que pueden contener a Los Sólidos Platónicos (los 5 bloques de construcción sagrados de La Creación) y de ellos nacerán todas las figuras.
Como nota personal y el modo en que lo resumo es que el círculo es el caos contenido sin punto de referencia.
Y aunque se puede decir mucho más sobre esto, ya comentamos lo principal. La Esfera contiene a todas las formas de la existencia. Y en su honor, en la segunda parte tocaremos una leyenda cosmogónica venida de Oriente.

jueves, 14 de abril de 2016

Entorno confiable


Pienso que es imposible no toparse al menos una vez en la vida con alguna persona o grupo que consideremos “perjudicial”, con esto no estoy descalificando, sólo intento ejemplificar lo que expondré.

Sinceramente no creo que se trate de personas “malas” como tal, puesto que nadie es 100% santo ni 100% pecador; diría que el asunto es un tema de vibrar en frecuencias distintas, es decir, que si una persona está en una nota muy distante o muy diferente a la tuya, desintonizarán, así de simple. Muchas veces esto crea conflicto y nos alejamos antes de tiempo para prevenir, o todo lo contrario, surge un instinto de supervivencia (o algo parecido), lo que nos invita a abordar a esa persona para probar los límites de ambas partes, hasta ver quién se sale de quicio primero. Pero lo que realmente me interesa del tema, son las razones de fondo acerca de por qué seguimos en contacto con esas personas que provocan desarmonía en nosotros.

Por experiencia, a veces es el contexto, un ambiente del que no puedes escapar porque te atan obligaciones, deberes y compromisos o lazos. A veces sólo quieres resistir y desafiarte a ti mismo, y en el mejor de los casos buscaremos aprender a raíz de esto, por lo menos sabremos cómo no queremos ser al reconocer lo que no nos gusta en esas personas. En otras ocasiones será por apego y miedo a salir de tu zona segura para buscar rumbos nuevos. He observado muchísimo el temor de estar solo. Supongo que la mayoría no quiere ser visto como alguien apático, extraño, desagradable y no querido, pues significa, para ojos ajenos, que no eres aceptado, porque probablemente haya algo “malo” en ti; algo que el resto desaprueba, por ende es mejor no acercarse ni lidiar con ello. ¡Pamplinas! Entiendo mejor el miedo a enfrentar tus propias bestias a solas, que a la soledad social. Nadie mejor que tú para salvarte a ti mismo, y nadie más poderoso que tú, para destruirte.

Si tienes la suerte de ser desapegado, tener un buen criterio formado desde muy joven, y aprendiste a discernir sobre quién merece estar en tu vida o a quién tú necesitas en ella, y por sobre todas las cosas, afrontaste las adversidades con el rostro en alto saliendo airoso, sin duda te aplaudo y te felicito por ser un privilegiado. Esos golpes enseñan mucho y la clave está en que sepamos manejar nuestras reacciones, y controlar el grado y el modo en que nos dejaremos afectar por los eventos. Pero para otros, lleva mucho más tiempo y esfuerzo asumir la realidad, desligarse de relaciones tóxicas y dar a conocer el valor que realmente uno merece como persona. Cuando ya aceptaste que te están haciendo daño de forma intencional o inconsciente, podrás romper con ese ciclo vicioso y/o poner límites. Sabrás cuándo ha llegado el momento de salirse de ese ambiente. Aunque lo más importante para lograrlo, es el autorrespeto. Cuando reconozcas tu valor, todo será más fácil, al menos más fácil de decidir. Sabrás quién se mantiene en tu vida y hasta qué nivel entra en ella. Por ejemplo, te sugiero no intentar salvar a alguien que no quiere ser salvado, puedes apoyarle hasta cierto punto, mantener tu mano extendida para que se sujete y no caiga más al fondo, pero no te dejes caer junto con él, y tampoco le obligues a salir a flote si no está listo. cada quien tiene sus procesos y su voluntad. No atentes contra ello. Las luchas internas deben ser libradas por quién las padece, no hagas de dolores ajenos tus propios dolores ni te permitas dejarte consumir por perturbaciones, conductas, comportamientos e intereses que no son tuyos.

Yo ya me quité de encima el cadáver de cada amigo, amiga y persona que ya ha cumplido su ciclo o misión junto a mí, con los que no funcionó la relación o que simplemente debían irse de mi vida. Ya no tengo saldos pendientes con nadie, y eso da una libertad tremenda. Hoy, sólo quiero personas confiables a mi lado, porque me respeto. Yo me cuido, me escucho, me atiendo y valoro, por ende, deseo personas que me ayuden a enfatizar estos puntos y que no supongan un peligro para mi integridad en ninguna área. Actualmente sólo tengo conmigo, a seres con los que me relaciono principalmente con el precepto del “Amor”. Nos amamos mutuamente, por ende nos protegemos, apoyamos y compartimos, todo en un mutuo acuerdo silencioso, inspirados por el derecho al bien propio y común.

jueves, 7 de abril de 2016

La lucha del individuo por su nombre


Casi sin cesar, en reiteradas ocasiones regresa a mí, como un eco punzante, un tema que he definido como: “La lucha del individuo por su nombre”. De hecho, este año me he dedicado a tocar puntos relacionados desde distintas áreas, esta vez, principalmente, desde mi experiencia, aunque sin la intención de ser demasiado autorreferente. Por desgracia o por fortuna, me he visto vinculada a personas muy apreciadas pasando por procesos similares a los míos, en cuanto a la identidad y descubrimiento interior. Es por ello, que por medio de la exteriorización de dichos procesos personales (o inspirados en los de amigos), busco visualizar y organizar mi flujo interno, con el objetivo de demostrar que existe la autosanación, y que todos tenemos la capacidad de lidiar con cualquier situación que se nos presente, aunque pensemos lo contrario.

Hoy he estado analizando el asunto desde sus dificultades y beneficios en general. He llegado a la conclusión que sólo existe una negatividad en apariencia, con lo que se refiere al costo y los sacrificios que supone proteger tu individualidad, pero en esencia, sólo se puede hallar riqueza y satisfacción, una vez superadas las trabas mentales y las obstrucciones emocionales. Con esto me refiero a la desprogramación de “autoconceptos errados”, que como expliqué en la entrada anterior, muchas veces son falsificaciones que otros insertan en tu cabeza hasta herir tu corazón. Les recuerdo que ninguna otra persona más que uno mismo puede dictar lo que somos en verdad.

Y esto bien lo sabía Friedrich Nietzsche cuando dijo: “El individuo ha luchado siempre para no ser absorbido por la tribu. Si lo intentas, a menudo estarás solo, y a veces asustado. Pero ningún precio es demasiado alto por el privilegio de ser uno mismo.” 

A estas alturas, no deseo poner atención a quienes puedan criticarme por no seguir la corriente al querer ser fiel a mí, dejando atrás comportamientos complacientes que anulan la identidad de cualquiera. A muchos les ha molestado que haya rechazado invitaciones ante cosas que no considero sanas, aptas, buenas, correctas o armoniosas para mí. Hoy hemos de buscar sólo nuestro mayor bien. Esto no significa ser egoísta ni egocentrista, sino íntegro. No importa que los demás piensen que no puedes o que no debes cambiar. Y en realidad no se trata ni de cambios radicales ni superficiales, ni de transmutar necesariamente en algo diferente, sino en algo mejor. 

A mí me pasó algo interesante con esto, pues cuando más sentía que progresaba interiormente, cuando más prejuicios y paradigmas derribaba, más murallas me levantaron algunos seres queridos. Cuando manifestaba libertad, cuando compartía mi progreso “alquímico”, cuando me limpiada de impurezas, más críticas y obstáculos se abalanzaron. El aprender cosas nuevas era tachado de ridículo o de imposible, el querer renovar tradiciones significa una influencia externa y una rebeldía insultante, el querer desarrollar otras facetas era denostar al resto; el explorar, pulir, conocer o potenciar mis habilidades era, para ellos, ser otra persona. “Haz cambiado” -me decían en un tono de reproche- “te cambiaron”; como si se tratase exclusivamente del trabajo de otros y no de una iniciativa o necesidad propia. 

¿Por  qué se me negó avanzar si jamás pretendí lastimarles? Me di cuenta que eran sus miedos y límites proyectados en mí. El miedo a lo nuevo, el rechazo del surgimiento de nuevas capacidades y el no respetar la voluntad del otro fueron factores potentes y destructivos, los que dificultaron mucho mi vida.
Me cuestioné y me percaté que no era yo quien había cambiado, sino las visiones que el resto tenía de mí. Yo seguía siendo la misma, en una versión mejorada, enfrentando lo nuevo y dándole la bienvenida a otros contextos y situaciones. Eran ellos quienes no superaban aún el apego, los que no aceptaban que uno crece, que los ciclos terminan, que otras puertas se abren, que se atraviesan etapas diferentes de muchas maneras y que tenemos derecho a la toma de decisiones sobre nuestra propia vida. No puedo pedirles que me sigan el paso ni que disfruten del progreso personal al mismo nivel que yo, ni que lo intenten. Pueden seguir como hasta ahora; respeto el preferir la zona de confort, así como admiro el tomar riesgos. Sólo exijo que se me respete y tolere, y en el mejor de los casos, que se me comprenda. 

No tengo la intención de gritar por mi nombre, pero no dudaré en defender mi identidad.
Uno nunca busca herir, pero expandir nuestro horizonte descoloca a quienes desean seguir mirando el mismo paisaje por la ventana de siempre.