viernes, 28 de diciembre de 2018

Ciclicidad



Al principio no estaba segura sobre la idea de despedir el año con una reflexión; aunque lo he hecho algunas veces, no habitúo dar un recorrido exhaustivo o general del año, lo uno me parece tedioso y lo otro escueto. Pero hoy, considero algo valioso el dejar registro de un ciclo, pues con el tiempo he ido aprendiendo y aceptando la importancia de la ciclicidad natural de la vida y las cosas; es relevante, necesario y sanador viajar a través del tiempo y sus distintas etapas, ver por qué procesos pasaste y qué caminos escogiste; puedes hallar patrones a mejorar, conductas limitantes, programación socio-familiar que puedes corregir, recobrar parte de tu autoestima viendo cómo te moviste a lo largo de los meses y el cómo superaste distintas eventualidades, o cómo y cuánto creciste internamente, en fin. Es un proceso psicológico que puede re-ordenarte y esclarecer muchos puntos de tu vida. 

Para mí es importante dar cierres; terminar pendientes, concluir etapas, dejar ir, no quedarse con lo que ya no sirve para dar paso a algo mejor. Aunque sé que a la mayoría se nos queda haciendo eco algo de nuestra lista que no cumplimos o que no funcionó, no vale la pena echarse culpas o avergonzarse, porque ir arrastrando las frustraciones sólo te limita más. Usa estos elementos como un ejercicio de desapego, suelta esas emociones tristes y date la oportunidad de tener un nuevo comienzo.

Este año no hice la lista de propósitos por tres motivos: Porque me parecía cursi, porque quería vivir a un ritmo sin prisas ni mayores compromisos y porque veces anteriores la olvidé. Principalmente porque hay objetivos que van naciendo a lo largo del año, o porque son metas muy lejanas o inclusive, muy simples. Pero esta vez sí la hice, y diría que la clave para hacer una buena lista de propósitos es la brevedad (en vez de un listado interminable casi imposible de completar), escoger proyectos realistas y personales, es decir, que de verdad quieras cumplir. No sirven las generalidades pomposas para esto, no te sirve copiar lo que puso el otro, tienen que ser cosas que se adapten a tus pasos, a tu ritmo y a tu vida. Que te vayan a ser realmente útil para tu desarrollo personal; como un taller, una mudanza, cambiar o sumar algún hábito, hacer un viaje o aprender a cocinar.

¿Qué cambió en mí? mucho, así que después de haber aprendido, crecido, experimentado, triunfado, estancado, superado, amado y reído un montón, estoy preparada para continuar mi camino y, enriquecerlo con otras experiencias y herramientas más estudiadas, por ello decidí hacer mi lista de propósitos para el próximo año, esta vez voy por un plan más específico sin dejar de lado mi libertad y fluir natural.

Mi año nuevo comenzó en el Solsticio de Verano este 21 de Diciembre, el cual celebré con actos mágicos o simbólicos de limpieza, consagración y conexión. Ahora estoy disfrutando del avance rítmico de estos últimos días, agradeciendo, respirando, organizando y palpando desde ya las nuevas aventuras, cuyas vibraciones e intenciones positivas reafirmaré junto a mis seres queridos el famoso 31 de Diciembre.

Ojalá que concluyas aquello que te quedó pendiente, que te des permiso para ser feliz y que los caminos más beneficiosos para ti se abran en este nuevo año. ¡Felicidades!

domingo, 9 de diciembre de 2018

Journal anual creativo



Te tengo una invitación desafiante y creativa, que incluso puede ayudarte para tu blog, pero como me gusta el suspenso, voy a contextualizar primero para que te contagies si lo consideras algo beneficioso para ti.

Recuerdo mis primeros encuentros con la escritura, y no me refiero a la parte en la que aprendí el abecedario. Comencé como muchos niños, con un diario de vida, con reflexiones breves y poemillas. Luego sentí un peligro inminente ante la posibilidad de ver mis secretos y vulnerabilidad juvenil expuestos, más que nada por cómo podría afectarle a mis seres queridos la manera en la que yo sentía o pensaba. Así que uno a uno los fui rompiendo, haciendo cuchurulos y bolas de papel para alimentar el fuego en la chimenea. Más que mal, estimo que la mayoría no queremos dar explicaciones de por qué sentimos como sentimos o de por qué escribimos lo que escribimos, sobre todo en el contexto de algo que se supone es privado y exclusivamente personal. Sólo conservo el último journal de mi adolescencia, ya que tengo un apego especial por lo que viví en ese entonces; tengo plasmadas algunas de las decisiones que me llevarían, en un futuro, a tomar los caminos que hoy transito. En realidad, éste es el único diario verdaderamente importante en comparación con los demás. 
El formato de diario o de journal fue reemplazado por poemas, reflexiones más elaboradas, ensayos y finalmente artículos o columnas de opinión como lo que presento en la actualidad, pues decidí que era hora de dar un paso hacia la retroalimentación y, eliminar la discreción y reserva innecesaria. Ha sido una gran decisión y una excelente práctica; pues me considero una persona mucho más abierta, accesible y comprensiva. Se aprende mucho tanto de sí mismo como de los demás al compartir; es simple logística.

En conjunto con mis blogs, que han sido la plataforma más estable, continua y actual, en el último tiempo comencé un método de organización llamado Bullet Journal, del cual ya les hablé (para más información busca sobre su creador Ryder Caroll o busca imágenes y videos sobre este sistema), aquí no sólo organizo mi día a día, mis pendientes, citas y eventos, también tengo alguna colección, como una de mis favoritas: “Para Recordar”, en la cual anoto algo destacable de cada día, lo que me ayuda a sopesar el mes al final. También hago resúmenes mensuales, seguimiento de hábitos o ideas para mis blogs. De hecho, así entré en el mundo del Bullet Journal, buscando alguna manera práctica de organizar los temas y las publicaciones. 
Algo que me enseñó de mí esta técnica, no sólo fue que puedo ser tan minimalista o creativa como quiero, sino que hago más de lo que creía y que en el año suceden más eventos significativos de los que uno recuerda...

Pero aquí viene la invitación: En mi búsqueda por hacer algo más íntimo y reconciliarme con los diarios de vida, encontré un listado de temas para llevar un diario personal o journal. Hay un tema por día el cual desarrollar, es desafiante, pero también una oportunidad creativa, expresiva y sobre todo de autoconocimiento. Me parece de lo más terapéutico que podríamos hacer el próximo año que se avecina; darnos un momento de encuentro con nosotros mismos para filosofar, sentir, crear y expresarnos. Pienso sumarme a este reto para estar conmigo y, a finales de año conocerme mucho más. Si decides unirte, obviamente tienes la libertad de cambiar, quitar o agregar temas. Te dejo el link del  listado de 190 propuestas. Si alguien tiene otras sugerencias además de las enlistadas, por favor compártalas. Sería genial llegar a las 365 ideas.

Como ventajas veo el desarrollo de la autoestima, ya que hay ejercicios muy positivos para mejorar y sanar tu autoimagen, como hacer un acróstico positivo con tu nombre o hablar de alguna foto que te guste. Quizás estés falto de inspiración a momentos, podrías desarrollar las ideas que se proponen en este listado para tu blog en vez de hacerlo en un journal físico y seguro poco a poco volverás a activar esa mente creativa. La intención es que esto sea una herramienta para conocerte más. Úsala a tu gusto.

Fuente: Plática de Café que tradujo la lista de 190 ideas para escribir en un journal, quien a su vez tomó la idea de kikki K.

viernes, 26 de octubre de 2018

Meditación Parte III: Una nueva forma de meditar



Meditación libre

Cuando descubrí la esencia de la Meditación lo olvidé todo. Pude abandonar un poco las recomendaciones, los tips, los audios guiados,  las posiciones y las respiraciones. Todo esto es muy útil para entrenar al cuerpo y a la mente, y aún lo utilizo, pero la gran verdad para mí, es que se puede meditar en todo momento, en todo lugar y con casi cualquier actividad.

Sí, aunque no lo creas. Es cierto que prefiero los lugares controlados y el silencio, pero es sin duda sanador caminar a orillas del mar, viendo sus olas humedecer la costa mientras va cayendo la noche. Es terapéutico tejer, coser, cocinar, regar, dibujar y pintar en calma. Todas estas actividades, si se hacen con consciencia y con tu plena atención puesta en ellas, se transforman en una práctica de meditación.

Esto lo descubrí hace algunos años mientras regaba mi jardín. De pronto me di cuenta que estaba totalmente presente, viviendo ese instante absoluto, con mi atención puesta en lo que hacía, no en lo que debería hacer después ni en lo que pasó ya. Me sentía relajada y plena, como cuando medito haciendo alguna visualización o vocalizando mantras, entonces lo entendí: En ese mismo instante estaba meditando también. Así fue como llegué a comprender lo que significa realmente meditar: Vivir en el aquí y en el ahora, disfrutando de ese único momento. 

Así que no es necesario buscar una fórmula precisa para meditar, más que vivir el presente. Así es como lograremos conectar con nuestro ser, con la magia del entorno y con la vida misma. ¿Qué revelación o epifanía más sabia, honesta, grande y hermosa que esa?

sábado, 13 de octubre de 2018

Meditación Parte II: Soltando ataduras y dificultades



¡La meditación no es para mí!

Primeramente no digas que no sabes meditar si ni siquiera lo haz intentado y menos aún, si probaste pero te aburriste, te dormiste o te frustraste por no poder dejar de pensar. Muchas veces queremos imitar lo que vemos y forzamos “la posición de loto”, (como se sientan la mayoría de las personas que vemos meditando con las piernas cruzadas), o se nos cansan los dedos con el mudra de la armonía, nos pica todo el cuerpo, se nos acalambran las extremidades, nos duele algo, no respiramos profundo o tarareamos la canción de un comercial en la cabeza. ¡Esto le pasa a todos! no te juzgues tanto. El cuerpo está acostumbrado a un estado de tensión y a no ser escuchado, por eso, cuando intentas relajarte de la nada, éste pondrá algo de resistencia al principio.

Si quieres moverte, muévete. Si quieres reacomodarte, reacomódate, si quieres abrir los ojos, ábrelos. Si te duele la espalda, estírate, si no te gusta estar sentado acuéstate. Debes soltar las ataduras de lo que crees que es “meditar correctamente”. 
Me he dado cuenta que querer adaptar los ejercicios al pie de la letra de una cultura totalmente opuesta a la nuestra, a veces puede llegar a ser un gran error. Es mejor tomar elementos y adaptarlos, pues no tenemos su historia, su idiosincrasia, sus disciplinas ni su forma de ver al mundo. Por eso no sirve “copiar”, pero sí inspirarnos, al menos al comienzo.

¿Cómo partir?

Hay muchos niveles o estados que puedes alcanzar dentro de una meditación, pero lo primero debería ser relajarte, y para ello, debes aprender a sentirte sin que eso te incomode. 

Relajación: Toma una postura cómoda y concéntrate ya sea en tu respiración o en los latidos de tu corazón. Al tiempo que vas focalizando tu atención en cada parte de tu cuerpo permitiéndote soltar los músculos. Si estás apretando los labios, suéltalos, si estás con el ceño fruncido suavízalo, si estás con los puños cerrados, estira y relaja los dedos, si tienes los hombros tensos muévelos y regrésalos a su posición, deja que cada zona de tu cuerpo repose. También puedes apoyarte con una meditación guiada como próximo paso. Prueba qué te sirve.

Pensamientos: No los evites, no pretendas vaciar la mente de buenas a primeras. Lo que debes hacer realmente es dejar que los pensamientos pasen como nubes por tu mente, es decir, no detengas su camino, sólo déjalos venir e irse. No te estanques en ninguno y disfruta el momento.

Puedes poner música suave, aromatizar o escuchar al silencio. Puedes hacerlo al aire libre, en tu cuarto y en cualquier instante. Parte con 5 minutos y poco a poco extiende el tiempo.

Si te duermes, no importa, significa que perdiste la atención, pero que te relajaste lo suficiente jajaja.

Eso sería lo más básico. Cuando termines desperézate poco a poco y agradece el momento. Si quieres, analiza qué sintió tu cuerpo, cómo estuvieron tus emociones y qué clase de pensamientos navegaron por tu mente. Esto podría revelar mucho de ti. 

jueves, 4 de octubre de 2018

Meditación Parte I: Entendiéndola



¿Qué es meditación?

Puede ser vista como una práctica, disciplina o ejercicio, muchas veces ligada a una corriente ideológica, filosófica, religiosa o espiritual en la cual entras en un estado de relajación profunda y conexión contigo mismo y La Fuente. Aunque no se sabe con exactitud de dónde surge, se estima que sus inicios podrían dirigirse a la India, como una práctica dentro del yoga, cuyo objetivo sería conectar con La Divinidad. Otras fuentes milenarias las encontramos en el Budismo Indio y Tibetano o en el Taoísmo Chino que posteriormente forma la senda Zen extendiéndose por Oriente, Medio-Oriente y Europa.

Independiente de la ideología, meditar trae beneficios a la salud por reducir el estrés, calmar la mente y relajar el cuerpo. Mejorando así, la concentración, la atención, el entendimiento, la memoria y la resolución de problemas. Prácticamente te otorga mayor claridad y serenidad en la vida. 

¿Qué no es meditación?

Hay un poco de confusión en cuanto a lo que se entiende como meditación. Seguramente cuando escuchas hablar sobre ella se ha instalado en ti la idea de “poner la mente en blanco”, entrar en trance y en el mejor de los casos, tener una revelación. Este no es el objetivo, aunque algunos lo logren. Quizás algunos también digan que esto es cosa de seres superiores, locos y veganos, que siempre hay que vestir de blanco (o de colores estrafalarios), andar descalzos y ponerse un turbante; ambientar con incienso y velas, mientras levitas y alcanzas la iluminación. Déjame decirte que hay de todo, pero no es necesario caricaturizar esta práctica.
En primer lugar, meditar no es exclusivo de un yogui (maestro de yoga) o de un grupo de personas sonrientes con ojos adormilados oliendo a marihuana. Tampoco es necesario andar haciendo ademanes de gratitud pronunciando el famoso “Namaste” a cada momento, (cuyo significado vendría siendo un saludo que más o menos dicta así: “Mi alma saluda a tu alma” o “el buda que hay en mí saluda y honra al buda que hay en ti”, aunque hay muchas más formas de decirlo).
Sabiendo esto, podemos aseverar que toda persona que lo quiera y necesite puede realizar esta práctica. No es exclusiva de una élite superdotada y virtuosa.

Tipos

Hay varias corrientes con distintos tipos de meditación, cada una con sus reglas y técnicas, unas más complejas, pero ninguna más efectiva que la otra, pues depende exclusivamente del individuo y sus necesidades o preferencias.
La más conocida, y diría que una de las más estrictas, es la meditación tibetana-budista, en la que, generalmente, debes estar con la columna recta, pero no tensa, con las piernas cruzadas, haciendo un mudra (posición sagrada con las manos), con los ojos entreabiertos dirigiendo la mirada en un ángulo de 45 grados. Algunos entrelazan sus dedos mientras giran los pulgares, con la intención de no quedarse dormidos. La idea de este tipo de meditación con los ojos abiertos tiene el propósito de no desconectarse de la realidad y el entorno; en el fondo, estar presente. Y esa es la esencia principal de la meditación, independiente de la técnica que elijas usar.

miércoles, 26 de septiembre de 2018

Caminos malinterpretados



Me atrevería a decir que la mayoría deseamos un mundo luminoso, lleno de bondad y prosperidad, en donde los buenos sentimientos sean los que dirijan las relaciones y la vida. Pero lo cierto es que nuestra realidad es dual. Todo está formado por una línea con su par de opuestos, y aunque difieran en grado son el extremo de lo mismo (como dicta la ley universal de Polaridad). Lo sé, suena paradójico, y uno de los ejemplos más claros que podemos tocar es  el tema sobre la luz y la sombra en el ser humano.

En el camino de la espiritualidad o el de “ser buenas personas que siempre dan lo mejor de sí”, se confunde o mal-entiende el sentido de la luz. Bendecir a todo el mundo, sonreír para elevar tu vibración, extender la mano a cada persona que necesite ayuda está bien, pero no es cierto que en cada momento del día queremos brillar como un sol virtuoso; a veces queremos  y necesitamos estar solos, silenciosos y enojados, sobre todo cuando la sonrisa cuesta. Pero la falsa espiritualidad te mueve a propagar una luz que en el fondo a veces no deseas compartir, pero te sientes comprometido a brindarla de todos modos, ya que es un acuerdo interno que te propusiste a cumplir, para así alcanzar las expectativas de lo que erróneamente crees que es ser espiritual. “Dar y dar desinteresadamente, aunque no tenga fuerzas ni ganas”. El dar hasta que duela es una creencia dañina, pues en el acto de compartir siempre deberías sentirte aliviado y hasta más lleno, además el ciclo debe completarse con un buen y justo recibir.

No dejar emerger tu sombra ni aceptar que hay pensamientos y sensaciones negativas dentro de ti, es negarte a ti mismo y obstaculizar el verdadero crecimiento interior. No eres una mala persona por tener pensamientos imprudentes o críticos sobre algo o alguien, ni por desear algo material con muchas ganas. No retrocederás si lo asumes, porque el camino de la espiritualidad no se trata de avance, sino de reencuentro y aceptación. Obviamente no es sano dejarte dominar por la oscuridad, pero tampoco por el exceso de luz. Cualquier camino que elijas te hará perder la perspectiva y te llevará a un punto ciego si rechazas por completo la existencia del otro. Debes estar en el centro de la cruz para transitar la línea vertical y luminosa, y aterrizar en la línea horizontal y terrestre. Pero por sobre todo asimilar que ambos aspectos residen en ti, te forman y te hacen ser quien eres. Debemos ser conscientes de la necesidad que tenemos tanto de la luz como de la sombra en nosotros, no desde una postura conformista, sino desde la mirada de un aprendiz. 

El verdadero aprendizaje para todos nosotros es ese, volver al centro, al punto cero de todo ser, para ser libres es nuestra completud, y eso no se logra rechazando a la sombra por un torpe camino de luz. 

Demasiada oscuridad no permite ver más allá de tus propias manos, pero demasiada luz te encandila. Para que tu visión no se nuble ni limite por estos aspectos, es necesario vivir todas nuestras emociones y trabajar en cada uno de nuestros estados mentales. No creas que sólo potenciando lo positivo en ti eliminarás lo negativo, eso es postergación, lo que en verdad debes hacer es enfrentar tu oscuridad, entenderla y abrazarla, porque algo tiene para decirte. Cuando la oigas sinceramente podrás integrarla sanamente en ti y trascenderla, hacerla brillar bajo las alas de tu amorosa y comprensiva luz.

sábado, 15 de septiembre de 2018

El vagabundo




Me parece que este encuentro tiene lugar a principios de año, en una ciudad cercana. Fue tan breve la interacción que no alcancé a meditar sobre su significando en ese momento.
Me encontraba esperando a alguien en la estación; pasaban los minutos y ningún rostro conocido se aparecía para la alegría de mis ojos, es más, el tedio amenazaba con embargar mi ánimo, motivado además, por el calor de aquel día. 
Una pareja de adolescentes se enternecieron con los gestos espontáneos de un perro que frecuenta el lugar, el cual, alegre y entusiasmado pedía mimos apoyando sus patas delanteras en las piernas del muchacho. Vi a mucha gente con estilo y a otras muy mal vestidas, personas distraídas en el celular sin medir el peligro, muchas caras amargadas y otras muchas templadas. Un niño pequeño comiendo helado, vestido con pantalones y suspensores, además de un corbatín rojo ajustado en su cuello; era obvio que la persona que le acompañaba era la abuela. Imágenes que me ayudaron a pasar el rato y salvarme del aburrimiento.
Y fue entonces, en plena reflexión, cuando un hombre irrumpió en ella. Me pidió dinero. Sé que quería comprar en un carrito ambulante, pero no le alcanzaba, pues vi a la dueña rechazarlo. En honor a la absoluta y rotunda verdad, no tenía. Recuerdo que ese día apenas y sí fui con lo justo para el viaje de ida y regreso. Se lo negué con una sonrisa triste, porque fue amable, y uno a veces, instintivamente, quiere regresar la amabilidad, tan escasa en estos tiempos donde la mayoría vive ofuscada y ofendida.
Se quedó en silencio, mirándome directo a los ojos, mientras yo detallaba su figura frágil y desaliñada. Fue entonces cuando me volvió a hablar: "Eres muy bonita". Dijo sin vergüenza, sin tapujos, sin maldad. Sonreí con un poco de inseguridad y le di las gracias, al mismo tiempo que pensaba en su piel curtida por el sol y la falta de alimento. Después de unos segundos insistió: "Eres muy bonita". Y me regaló una amplia sonrisa con ojos brillantes. Me sentí un poco incómoda, porque estamos acostumbrados a esos piropos mal-dichos, a veces lascivos, que se dicen a tus espaldas, al pasar. Él no. Lo dijo sin pretensiones, sin esperar algo a cambio, sin querer ofender. Sólo se expresaba, abierto, honesto en su mirada. 
Agradecí con una sonrisa silenciosa y asintiendo con la cabeza, descolocada por lo inesperado. Se quedó de pie frente a mí, mirándome aún, directo a los ojos, como si quisiera decir algo más. Y yo pensaba si se refería a mi rostro o a algo que descubrió en mi interior por medio de mis ojos. Admito que estaba incómoda, porque perdí hace bastante la costumbre de hablar con desconocidos. Entró mi prejuicio en la marcha, mi miedo a que tomara ventaja de mi cortesía. Pero no, tras un largo, larguísimo instante, se dio vuelta despacio y cruzó la calle. Lo miré irse, caminando con torpeza, en plena soledad, pero con tanta viveza en su interior… Sí, era un vagabundo, dañado por el alcohol y mala-fortuna, pero aún así, capaz de sonreír con franqueza y mirarte a los ojos sin una pizca de temor o juicio. Tan único y diferente a esos transeúntes guiados por la inercia de la corriente, desconectados del entorno y del prójimo… 
Un eco quedó cavilando en mí, sorprendido, confundido y conmovido.

sábado, 8 de septiembre de 2018

Egoísmo creativo



Sé que entre nosotros hay profesionales y aficionados de alguna o varias ramas artísticas, ya sea desde la escritura, la pintura o la fotografía. Sé que todos tenemos nuestros procesos de aprendizaje, etapas de bloqueo y de evolución. Sé también, que buscamos inspiración tanto en nuestro fuero interno, así como contagiarnos de motivación con la pasión que otros transmiten. Somos una comunidad de amantes expresivos y "creadores creativos", fervientes buscadores del autocrecimiento y perfeccionamiento. Es seguro que a veces busquemos tips para mejorar en una técnica o nos emocionemos por probar un material nuevo.
Toco este tema porque así como me he topado con personas que abiertamente enseñan lo que saben, cómo lo han aprendido y cómo podrías implementarlo también tú, a su vez me he topado con personas que muy egoístamente ocultan un saber que podría ayudar al resto. Estoy de acuerdo en que estás en tu derecho de guardar silencio y no revelar tus secretos preciados. De acuerdo, nadie pide tu técnica maestra, pero a veces pareciera que tuvieses miedo de ser superado por otro. La idea, creo yo, es que tú seas tu único rival, en el sentido que debes superarte cada vez más, cada día hacerlo mejor y no preocuparte por las habilidades o capacidades de otro a menos que sea para inspirarte; pues cada artista tiene sus experiencias personales y curvas de aprendizaje. No puedes ni debes querer impedir que ese otro aprenda y se supere a sí mismo. 

Recuerdo un episodio que me inspiró justamente este artículo, en el que interactué, hace un par de años, con una dibujante/ilustradora bastante conocida (cuyo nombre no viene al caso). Le manifesté mi agrado hacia su trabajo y la felicité por sus proyectos. Luego de intercambiar algunas ideas, le pregunté unas cosas relacionadas con el negocio, como el método de envío o de pago que ella utilizaba, me contestó de forma evasiva. Inmeditamente supe que no quería decírmelo. Está bien, pensé erróneamente, que podíamos compartir -entre amantes del arte- este tipo de información. Entonces surgió mi chispa “científica” y quise realizar un experimento de comportamiento humano. La conversación continuó por otra línea, pero al despedirme le dije que quizás me interesaría adquirir uno de sus productos. Eso fue todo, me dio todos los datos que antes no me quiso dar. Es así como comprobé que el ego es muy fuerte y quiere todo para sí mismo.

En otras oportunidades, ya sea que me haya pasado directamente u otra persona me lo haya contado, me he enterado de artistas que esconden hasta el tipo de papel o marca de lápiz que usan, como si el “talento” te lo diera un soporte. Dudo mucho que alguien logre replicar tu talento exacto, sólo por usar el mismo bolígrafo… El mundo de las ideas es tan único como únicos somos cada individuo. Pero no importa, amigos míos, como dicen por ahí: “La práctica hace al maestro”, y el conocimiento o material que requieras llegará a su tiempo. Sólo sigue enfocado en tu trabajo y no te compares, porque tienes tu proceso individual de mejoramiento. Da lo que tienes para dar.

Estoy agradecida de ver a blogueros que, por ejemplo, recomiendan a otros blogs o participan en dinámicas conjuntas. Ese compañerismo es hermoso y motivador. Agradezco a todo aquel que le haya dicho a otro que me leyera, porque ha sido extraño y a la vez bonito cuando alguien me ha dicho: “Llegué aquí por recomendación y me quedo.” Eso hace que la familia bloguera crezca y que podamos nutrirnos más como creadores, artistas y por sobre todo como personas.

martes, 21 de agosto de 2018

Interconectividad forzada



Experimenté por un par de meses la desconexión de algunas redes sociales, incluyendo programas de mensajería instantánea, y también, rehuí a eventos socio-familiares. No me fui precisamente a un retiro espiritual ni hice un voto de silencio, pero hasta cierto punto tuve los mismos efectos como si así lo hubiese hecho; lo más destacable es que pude enfocarme casi al 100% al aquí y al ahora, a estar muy presente para personas que requieren mi ayuda o mi simple, pero cariñosa compañía. 
Quisiera decir que tuve muchísimo tiempo para mí, pero la realidad es distinta; esta desconexión, que por un lado necesitaba, se dio casi a la fuerza por la cantidad de tareas y circunstancias que me empezaron a rodear de un tiempo para acá. Cambios notorios que le agregaron intensidad a mi vida, incluyendo a mi entorno cercano, según el rol. Los resultados son buenos y el proceso fue prácticamente un viaje de crecimiento y aprendizaje, un poco agotador o potente, pero gratificante también. Hoy en día actúo más rápido y con mayor eficacia que antes. Y aunque en general me siento cansada, a la vez percibo una gran nutrición interna.

Sumado a las labores, mi celular comenzó a fallar hasta que finalmente decidió apagarse para nunca más volver a encender. No me preocupó, lo vi venir y no me molesté en repararle, aunque claro está, estoy agradecida de haberle tenido y de todo lo que me proveyó. Pero a cada cosa le llega su hora. Este evento me separó aún más de la interconectividad que a veces nos mal-consume a la mayoría, pues vivimos en una época que implícita -o incluso, directamente-, nos compromete a estar ubicables, comunicables y disponibles todo el tiempo. Hace bastante oí a un psicólogo comentar el caso de un grupo de agentes que trabajaban para una empresa, la cual  les había regalado un Blackberry a cada uno, a esto el psicólogo les dice: “¡Qué bien! ¿están contentos?, ¡es un gran obsequio!”, a lo que los trabajadores respondieron que no, ya que ello no les permitía desconectarse del trabajo, aunque estuvieran fuera de su horario. Estando en casa, el jefe siempre podía llamarles para preguntar o pedir cosas relacionadas con el trabajo. “¿Cómo dejar en visto al jefe? Nuestra imagen con él entra en juego”. Y traslado este asunto a la familia y a los amigos también, que pueden ser igual o más intrusivos. Es casi imperdonable un momento de ocio o de simplemente no querer responder; se lo toman como una grosería o una ofensa personal. Algunas personas se han molestado conmigo por ignorar sus cadenas y memes, pero tampoco se dan el tiempo de entender que esas cosas me aburren e incluso molestan, aunque se los diga de frente. No es que no tenga sentido del humor, lo que no tengo es mucho tiempo ni interés para dedicarme a ello. Ya lo sabía bien Charles Bukowski cuando dice: “Entiéndeme. No soy como un mundo ordinario. Tengo mi locura, vivo en otra dimensión y no tengo tiempo para cosas sin alma”. 

Me atreví a negarme a reuniones las cuales significaban, para mí, una pérdida de energía y tiempo, y que seguro sólo traerían incomodidad y compromiso banal. Y fui sincera: “No tengo tiempo”. Una respuesta directa y eficaz. Sí, quizás pude organizar mi horario, mover alguna cita, pero es importante rechazar lo que no quieres hacer ni ver a quien no quieres ver. Debes ser honesto contigo mismo, aunque a veces suponga algún tipo de represalia, aunque ésta se entienda como habladurías o cuestionamientos.  Tu núcleo más íntimo es el que lo vale todo, y es a ese núcleo al que le pongo toda mi energía, atención y amor. Ahora realmente no quiero repartirme entre grupos o individuos, aunque también les tenga afecto. Lo que mantengo con mucha claridad es mi escala de prioridades y me muevo conforme a ella. Se vale la ausencia, el respirar, el despejarse, el darte tu tiempo y espacio.

martes, 14 de agosto de 2018

Juicio de valor




¿Aprovecharse del error o tomar la oportunidad? No sé cómo le llamarías a esto,  pero es un cuestionamiento que me parece interesante y a la vez complicado. Diría que para la mayoría puede tratarse de un asunto en el que dependan las circunstancias, elementos y/o personas involucradas, pero en realidad, todo girará en torno al criterio individual. Me explico con un ejemplo no tan grave ni complicado: Acudes a una tienda en donde intentas conseguir un producto que necesitas o simplemente te gusta, pero te das cuenta que al etiquetar su precio se confundieron y lo rebajaron. Lo comparas con los otros artículos; la misma marca, la  misma cantidad y todas las especificaciones son iguales, sólo que ése, dentro de su grupo, en particular, tiene otro precio más conveniente. ¿Escoges del mismo producto, pero con el precio que corresponde?, ¿avisas de la confusión?, ¿o coges el que está rebajado, pues ha sido tu día de suerte? Lo único que podría pasar es que el vendedor lo notara y rectificara su precio, o puede que no, y salgas con tu nueva adquisición abaratando costos. Total, cada peso cuenta ¿no?. Por otro lado, como consumidor tienes todo el derecho a solicitar que respeten el precio, la equivocación fue de ellos, de lo contrario puedes reclamar por publicidad engañosa según la ley, (pero seguro no lo harías, porque serás tú el que sienta que está engañando ¿cierto?). No es un gran riesgo desde mi punto de vista, suena más a una aventura para probar suerte, pero también entra en juego tu paladín interior. ¿Qué harías?

sábado, 21 de julio de 2018

El vicio de las preguntas interminables




Sé que más de una vez te preguntaste “¿para qué? y ¿por qué?”, y estoy segura que no te conformaste con un simple y vacío “Porque sí”. Tal vez es cierto que para algunas cosas esa respuesta sea más que suficiente; es relajante vivir sin cuestionamientos, sin enrrollarse, sin buscarle la quinta pata al gato. Pero algunos necesitamos hallarle el sentido a todo. Vivir por inercia y hacer las cosas de manera mecánica puede sentirse tan insatisfactorio como improductivo. Tarde o temprano te verás a ti mismo discutiendo con tu reflejo por “no hacer algo con tu vida”. Si te da igual y estás cómodo así, te extiendo mi mano en signo de apoyo y admiración, pero si no te hace feliz es hora del cambio.

Si te preguntas para qué levantarte temprano, para qué bañarte, por qué necesitas peinarte, de qué sirve organizar la casa, por qué buscar un mejor empleo, y sigues en un tren sin parada, déjame decirte que estás en un punto ciego de tu vida y en un círculo vicioso muy tóxico. Probablemente tengas un cuadro depresivo o derechamente depresión, y es hora de enfrentarlo. Es seguro que las respuestas que yo o alguien más te dé a esas interrogantes te parezcan vanas, absurdas y no lo suficientemente buenas para renovar la forma en que ves al mundo, y está bien, no va en mí ni en otro tratar de salvarte, tú eres tu único y verdadero salvador, así como el mayor responsable. Y como dueño de tus actos o falta de los mismos, no puedes culpar a los demás. Tampoco se trata de culpabilizarte, porque no saldrás de tu cárcel mental si te ves como víctima y torturador. 

Aún así, déjame decirte, que la mejor respuesta que al menos yo puedo encontrar para las preguntas mencionadas es: “Por salud, por integridad, por dignidad, para mi mayor bien, porque lo quiero, porque lo merezco, porque me lo debo, porque me responsabilizo de mi ser”. Es psicología básica mantener la buena higiene para a la vez mantener la moral en alto, sentirse una persona decente y presentable, además que no quieres agregar síntomas negativos a tu lista de problemáticas. También es básico moverte en un ambiente organizado, porque cada cosa en su sitio de alguna manera ayuda a mantener una mente despejada, en donde el caos visual no le agobie. Si no te hace bien la forma o el lugar en que te desempeñas, busca otro y mejora tus estrategias, pues tienes todo el derecho de sumar aprendizaje y crecimiento personal. Es que no tienes por qué martirizarte por algo o alguien, es hora de dejar de ceder oportunidades, ser una persona responsable de su propio avance y salud, y empezar a escucharte en serio de una buena vez. La idea gira en torno a ser feliz ¿no suena bien eso?, ¿no es el mejor objetivo y la más razonable respuesta? Ya no lo pienses tanto, actúa más, mientras buscas soluciones y respuestas satisfactorias. A veces las cosas mejoran en el camino. 

Éxito en tu proceso.

Te invito a leer estos artículos que pueden inspirarte:

He cometido el peor de los pecados (Poema, J. L. Borges)
Hoy te toca ser feliz (Canción, Banda Mago de Oz)
Para evitar frustraciones (Una frase mía)
No te aflijas, Hafiz (Poema, Hafiz)
Algo de aliento (Frases de Rumi)
¿Vida inútil? (Cuento Zen)

lunes, 9 de julio de 2018

Desafíos de una mente creativa



He notado que en algunos casos ser creativo está relacionado a ser disperso, obviamente hay casos de casos, pero el mío es justamente este cliché. Aunque sé que siempre he tenido el potencial para armar planes, llegué a pensar que la organización detallada no era lo mío; no es que haya sido la persona más espontánea del mundo tampoco. (Por no estar en un punto no estaré necesariamente en el extremo opuesto, las personas tenemos matices, niveles y… Desniveles, claro está).

Querer darle estructura y un orden definido a una mente tan abstracta como la mía, significaba, radicalmente, intentar ponerme un casco cuadrado en la cabeza y grilletes en los tobillos; simplemente no funcionaba… Ha sido más fácil y conveniente dejarse llevar por el flujo natural de las cosas y caminar sobre una espiral. Qué poético ¿no?, pero postergar ciertas labores para última hora (en tiempos pasados), olvidar encargos y quebrar la rutina cada día, no es que sea tan aventurero como se ve. Nunca se ha tratado de vivir la vida loca, para eso tomo mi mochila y me pongo a recorrer el mundo, porque no soy alguien de oficina, pero llevar este ritmo descompasado, a veces fue tedioso e improductivo. Tener tantas opciones al alcance de la mano es genial, pero también estresante. Es como tener una cartelera de helados con 30 sabores, la mente se agobia y hubiese estado más feliz sólo con 4 opciones (algo así vi en un documental hace años).
No se confundan, agradezco mi flexibilidad mental, mi capacidad para escuchar opiniones diversas y contrarias, mi descomplique y, hasta mi indiferencia ante sucesos y personas. Puedo ser tan sensible y perceptiva como neutral y templada. 

El no enfrentar la vida como una recta con un objetivo en específico, me ha permito ser abierta, empática y curiosa, y sobre todo aprender un montón. Me gusta ser así, pero hace unos 4 meses me puse a experimentar con un método de organización llamado Bullet Journal, el cual permite ir formando sobre la marcha tu propia agenda personalizada. Le agregas o quitas, o incluso, transformas tanto como desees y requieras, muy interesante para una persona como yo, que obtiene más claridad al escribir que al hablar. Hacer de las notas mentales algo tangible, visible y estructurado ha sido nuevo y muy útil. Un experimento y una experiencia interesante, y de lo cual no me arrepiento. Incluso, si eres alguien muy organizado este método también puede servirte; el creador se llama Ryder Caroll y tiene su página web en inglés, de ahí puedes orientarte, seguirlo al pie de la letra o hacer como yo, y modificarlo. 

Con todo esto quiero decir que vale la pena intentar cosas nuevas, hacerle ajustes a la vida y siempre tratar de ir mejor. Soy dispersa, sí, y me voy por las ramas a veces, explico demasiado para hacerme entender y me cuesta sintetizar, y esto está bien; Soy flexible, abstracta y creativa, reflexiva, profunda y silenciosa, voy a un ritmo bajo mis propios términos, pero me ha hecho bien puntualizar y resumir las cosas, para darle un enfoque minimalista y claro a mis ideas, y así, trabajarlas de manera más práctica. Es decir, probar con pensar menos y ejecutar más.

domingo, 24 de junio de 2018

Cambios



A veces los demás no están tan preparados para tus cambios tanto como tú mismo. Es lógico, ya que cada uno va viviendo sus procesos según su ritmo y evolución. Sin embargo, diría, todos queremos que el resto se alegre de nuestros avances, progresos y decisiones; aunque es de esperar que algunas de esas modificaciones en nuestra vida sorprendan o alteren a las personas que están a nuestro alrededor. En muchas ocasiones esas reacciones no son las que quisiéramos, porque esa “sorpresa” que manifiestan ante tus elecciones puede aparecer con un son de crítica, reclamo, regaño o rechazo. Está bien, cada uno es dueño de sus reacciones y no por eso, necesariamente, tus decisiones van a ser las incorrectas, sobre todo cuando se trata de escucharte a ti mismo. 

La mayoría de las personas sufrimos cuando hacemos oídos sordos a la voz clamante de nuestro corazón, que nos pide casi que a gritos una transformación en nuestro estilo de vida o tomar las riendas en una situación determinada, pero no lo hacemos. Queremos complacer a los demás, y tenerlos satisfechos y orgullosos, pero ¿a qué costo?, sacrificar nuestra identidad o los deseos más profundos de nuestro verdadero ser no lo vale. Si nos aman, tarde o temprano, la vida misma nos ayudará a que recapaciten y nos acepten, y si no es así, deberemos ser fuertes y nosotros darles el valor que se merecen nuestros deseos, sueños y objetivos, le duela a quien le duela. Obviamente hablo desde la idea que todo lo que hagamos sea -en intención-, en armonía para todo el mundo.

Vivimos en una cultura de tradiciones y costumbres, en donde nos acomodamos en el confort de la rutina y lo conocido, por ello, si llegas -como yo a finales de la semana pasada- con un corte radical de cabello, las personas verán quebrada la imagen que tienen de ti. Cuando tu aspecto, cuerpo o circunstancias “sufre” una transformación o ajuste, los demás tardan en asimilar este cambio, porque en general, como sociedad, no se nos prepara para los cambios, así sean tan pequeños como el de este ejemplo. Algunos amarán esos cambios en ti, a otros los desconcertarás, y sin dudarlo, habrán otros que no te darán su aprobación; pero tus razones son las que realmente importan, validan y sostienen éste u otro tipo de cambios. Confía en tu criterio. Al fin y al cabo, somos dueños de nuestras vidas y de la forma en que decidimos caminar nuestras rutas.

jueves, 3 de mayo de 2018

Operación, desapego y evolución



Tal vez tú o un ser querido se haya afrontado o esté en el proceso de afrontar una operación o intervención quirúrgica, un evento potente en la vida de cualquiera, por más simple o complicada que sea de tratar. Es posible que no se requieran más justificaciones que “realizar dicho procedimiento, de lo contrario no habrá mejoría”, quizás para muchos esa razón sea lo suficientemente contundente para someterse a dicha intervención, pero es probable que para muchos otros, les haga falta un empujón más grande que ese. Sé que a varios nos gusta encontrar la coherencia sustancial de lo que consideramos cambios realmente importantes. Buscar más allá de lo que te dice tu médico o te sugieren las personas a tu alrededor, es totalmente entendible, de hecho, me atrevería a decir, que es relevante para tomar una decisión totalmente consciente y voluntaria, y no por simple presión o miedo. Por eso hoy, aunque no resuelva todas las dudas, intentaré dar una especie de luz sobre el tema.

En primer lugar no hay que temerle a la medicina, es parte de nuestro desarrollo como especie, es también, una vía destacable a la hora de mejorar nuestra calidad de vida, pero esto es probable que ya lo sepas. 
No descartes el querer buscar alternativas, modificar tu alimentación o tu estilo de vida, es seguro que puedas salir adelante con todo ello, pero hay ocasiones que ni los más grandes esfuerzos transformarán la situación en la que estás  o  no queda tiempo, y en verdad, la única salida es una operación o extracción de un órgano, parcial o completamente (si no es vital). Y es a este tipo de intervención en específico a la que me referiré hoy.

Es seguro que alguno de ustedes conozca a alguien que haya sido o vaya a ser operado de los riñones, testículos, mamas, útero, vesícula, apéndice, etc. Y es seguro, también, que puedan, al menos sospechar, lo traumático que puede ser enfrentar tu vida con un órgano menos. Muchos han de sentirse incompletos, y aunque dieron su consentimiento, sienten  que les han arrebatado una parte de sí mismos en su búsqueda por sanar su cuerpo y extender su vida. Quiero decirte que si eres o conoces a una de estas personas, esa decisión ha sido la correcta, pero es necesario procesar esto no sólo desde la cicatrización física, sino de la sanación interior. Primeramente, todos enfermamos a partir de las emociones y pensamientos maldigeridos (puedes leer más aquí: La enfermedad desde una mirada holística), es por ello que se hace tan fundamental la auto-observación, la introspección y las conversaciones con tu yo más íntimo, para ir resolviendo esos dolores que te llevaron a tener que pasar por esto. Te invito a investigar sobre la biodescodificación de las enfermedades para ahondar en las razones emocionales y mentales tras cada problema de salud. Te invito a entender la completud de tu ser, por ejemplo, estudiando sobre los chakras, para que los estimules positivamente y sepas dónde se ubican en ti y, qué funciones cumplen en todos los planos y niveles del ser.  Básicamente cada punto en ti conecta con un sentimiento; La ira da problemas al hígado, el miedo a los pulmones y corazón, la falta de cimientos y claridad de identidad a la columna, el exceso de nerviosismo al colon, entre otros. Hay más razones, claro está, sumando la historia individual de cada uno y a un conjunto de otros factores, pero creo que entienden mi idea.
Ahora bien, a niveles generales, la extracción de un órgano, es una lección muy valiosa e intensa sobre la importancia del desapego. Te permite (si tú te das ese permiso) empezar desde cero, hacer modificaciones radicales, realizar aquello que postergaste y que no te atrevías. Realmente es encontrarte contigo mismo en una nueva versión, a la vez que vuelves a mirar al mundo con otros ojos. 
Y no sólo eso, a veces el cuerpo necesita desprenderse de alguna parte que se ha debilitado para el aprendizaje y evolución del alma. Sí, suena duro y quizás hasta injusto, pero a veces los procesos espirituales intervienen de esta manera para que el individuo se vaya perfeccionando sin olvidar ningún plano de sí. Es una especie de redireccionamiento potente; tú decidirás si lo verás desde el trauma o desde la luz. 

Todo esto sucede para empujarnos hacia nuestra fuerza interior y no seguir rindiéndole culto al miedo al cambio o a la falta de valor para enfrentar historias personales, familiares y sociales que arrastramos como cadáveres sobre nuestros hombros, aún sabiendo, al menos de modo subconsciente, que estas cadenas deben cortarse para sanar.

Sí, la vida nos da una oportunidad de hacer borrón y cuenta nueva, de sanar por medio de la liberación prácticamente literal de algo, y a veces las formas drásticas son las más efectivas si procesamos los sucesos con altura de mira. 

Y por último, básicamente todo esto gira en torno a una mayor toma de consciencia sobre ti mismo y tu vida de aquí en adelante.

miércoles, 18 de abril de 2018

Egoísmo mal-entendido




Cuando escuchamos la palabra “egoísmo”, automáticamente le damos una connotación negativa y oscura. Nuestra mente nos pone la imagen de una persona individualista, fría y poco solidaria, como un personaje caricaturezco salido de algún cuento clásico, cuya moraleja habla sobre la importancia de compartir para no quedarte solo en Navidad.

Nos han dicho tantas veces que ser egoístas es malo y que es un pecado que te puede enviar al averno, como si procurar tu bienestar por sobre el de los demás, estuviera prohibido. Pienso que a veces todo lo queremos mirar con demasiado dramatismo y desde una posición extremista: Algo así como tener a un ser a tu lado muriendo de hambre y que no seas capaz de darle la mitad de tu pan. Por eso digo que el egoísmo aplicado en justas dosis y en las situaciones pertinentes, es lo que se conoce como un sano amor propio. Sí, no te alarmes, leíste muy bien, estoy diciendo que debemos aprender a ser balanceadamente egoístas; para mí, esto no significa no ayudar al prójimo cuando está dentro de nuestras posibilidades y ganas, trata, más bien, de saber poner límites, para que no seamos santos estúpidos, y después termimenos resentidos por la falta de reconocimiento, interés o ayuda de los demás, cuando seamos nosotros quienes necesitemos una mano. 

Cuando terminas relaciones tóxicas, por ejemplo, no importa que te tachen de egoísta por priorizar lo que consideras correcto, sano y justo para ti. A la larga, si más personas aprendemos lo importante que es saber cortar de raíz todo lo que es dañino en nuestras vidas, dejándolo ir para darle la bienvenida a lo nuevo, sin lugar a dudas, con toda la certeza de mi corazón, sería capaz de afirmar que tendríamos una sociedad más consciente, sana y armoniosa, pues todos nos estaríamos responsabilizando de nuestras propias necesidades físicas, mentales, emocionales y espirituales que pide nuestro ser. Nos cuidaríamos en todos los niveles, por ende, nadie tendría que cargar con culpas y sufrimientos ajenos que no le corresponden por estar lidiando con un ambiente insano, como el de un trabajo en el que explotan o no poder parar malos-hábitos y vicios sólo por encajar. No, no estoy hablando de un mundo rosa, lleno de arcoíris y unicornios, estoy hablando de personas desarrollando un mejor juicio sobre su propio bienestar, adultos comportándose como adultos, que a la vez son capaces de guiar sabiamente a niños más conectados consigo mismos, en donde decir "basta", "no quiero", "no ahora", "no me siento bien con esto" o "esto no me gusta", sea totalmente respetado. En donde todos podamos manifestar nuestros deseos y pensamientos en los contextos más propicios, teniendo resiliencia para mejorar por medio de nuestros errores. De esto estoy hablando, de vivir sin culpas al tomar decisiones por querer cuidar de ti mismo, procurándote aquello que te hace feliz y alejándote de todo cuanto te haga mal, sin reproches ajenos ni contradicciones internas.  
Debemos entender que a veces ser balanceadamente egoístas puede mantenernos libres.

sábado, 7 de abril de 2018

Pedir nacer


(Imagen: Autor desconocido)

Si alguien te dijera que todos tus “¡Yo no pedí nacer!” o tus “Detesto a los padres que tengo” y además el infaltable “La familia no se escoge” -dicho con aire rezongón-, no sólo son (o fueron) excusas victimistas para culpar al otro por las miserias en tu vida, sino que además se tratan de un autoengaño, ¿cómo te lo tomarías?. Es muy probable que la forma de mirar cada suceso importante que te haya ocurrido, a las personas que te rodean, e incluso la manera en que te ves a ti mismo, cambiarían por completo, ¿no lo crees?, porque esto significaría, que no existen otros responsables más que uno mismo sobre el venir a este mundo. ¡Vaya... Pero qué bofetón!, ¿verdad?.

Desde mi perspectiva, de adulto es posible que lo ignoremos, pero desde que somos pequeños todo ser vibra con el deseo de vivir, independiente de miedos e inseguridades que aparezcan luego. Digamos que existe una chispa divina e inmoral que vendría siendo una célula del Gran Todo o de la Fuente Primera, la cual es “encapsulada” por un alma para experimentar desde la individualidad; es el alma la que solicita materializarse en algo palpable y denso, por ello se crea un cuerpo para nacer y no al revés, de lo contrario se trataría de una especie de clon elemental, un envase que han hecho vivir a la fuerza y no por voluntad. Dicho de otra manera, el cuerpo es una expresión física del alma, que se utiliza como vehículo para sus experiencias vitales, y a su vez, para compartir con otras almas el trozo de realidad que lleva con ella.

Ahora bien, todos esos pensamientos melodramáticos que podemos tener, nos los genera la personalidad, nutrida por la crianza, las experiencias vividas y la cultura, incluso hasta la fase de tu vida en la que te encuentres.
Según tengo entendido, antes de nacer uno hace un acuerdo, algo así como un contrato con un grupo de almas, en donde mutuamente se proporcionarán experiencias, lecciones y aprendizajes. Aquí es donde se caería la teoría inmadura sobre la no escogencia de nuestros familiares. Por más loco que parezca, todos somos maestros, para bien o para mal, con nuestras ligerezas, torpezas, aciertos y desatinos. Una persona iracunda puede enseñarte la importancia del autocontrol o la paciencia, y una persona ruidosa, la relevancia de respetar los espacios personales y el silencio, o al revés, alguien introvertido te mostrará lo necesario de expresarse y a la vez de ser prudente, por dar unos ejemplos. En ocasiones todos somos lo que llamo “Torpes Maestros Inconscientes”, tema sobre el que hablé hace un tiempo y el cual te invito a leer para que entiendas más a fondo lo que intento decir.

Por otro lado, no miremos esto desde un tinte filosófico-existencialista-espiritual si no te apetece, veámoslo bajo el prisma del sentido común: ¿Es realmente justo, sabio y sensato responsabilizar a un tercero por tus propias decisiones y sus resultados?, ¿es realmente inteligente decir que por fulano o mengano no te va bien en la vida? Cada quien está donde está por sus méritos o falta de ellos, tenemos que asimilarlo por más que nos duela en el ego. La psicología humana es compleja y siempre teje velos ilusorios llenos de justificaciones, críticas y juicios, ya hacia sí mismo o hacia el otro para no enfrentar aquello que le causa pesar. Es cierto que los demás influyen, es cierto que los demás nos lastiman, es cierto que ocurren muchas injusticias, pero dentro de lo posible, es necesario comprender que si queremos cruzar el puente, nadie debería cargar con el peso que supone llevarnos en su espalda hasta el otro lado. Nadie te debe nada, nadie tiene el deber, el compromiso o la obligación de salvarte; muy distinto es apoyarnos en el desarrollo o fases de nuestras evoluciones personales e ir juntos, lado a lado, por el camino, pero sólo tú y nadie más, es capaz ni merecedor de sufrir en tu nombre o de quemarse en tu infierno cuando lidia con el suyo también. ¿Me entiendes?.  No se trata de que vivas tus penas a solas, pero sólo tú puedes digerirlas, los demás te aconsejaremos, te ayudaremos, te amaremos, pero no podemos vivir tus procesos ni sanar por ti, cuando eres tú el de la herida.

sábado, 24 de marzo de 2018

Lo sano v/s lo justo


(Imagen: Autor desconocido)

Hace unos meses interactué brevemente con una bloguera, cuyo sitio es un diario-blog en donde cuenta sus pesares. Quise darle un par de consejos y levantar ese ánimo tan menoscabado. Al parecer los recibió con mucho entusiasmo. Ningún problema hasta ahí. Yo también recibí con agrado sus opiniones. Comenzó a buscarme con una leve intensidad que no me incomodó, pero con la que decidí poner atención de acuerdo a su perfil en donde algo me inquietaba; pues cuando alguien se fascina con una persona ambas tienen las de perder; la una agobia a la otra, y a su vez, ésta, tarde o temprano no llenará las expectativas de la primera, ¿me explico?. Nunca pongas a alguien en un pedestal. De hecho, terminó desilusionándose de mí porque esperaba más de la cuenta, cosa con la que estoy bien, porque nadie te debe nada, más todavía cuando no tienen ninguna relación.

Al poco tiempo escribió muy enojada contra sus contactos blogueros, porque no leíamos ni interactuábamos en todos sus posts. Manifestó con gran molestia ver que algunos comentaban en otros sitios, pero no en el suyo. Aunque yo era un muy nuevo contacto supe que era una indirecta que me incluía; usualmente no contesto las indirectas, pero entendiendo las condiciones depresivas de esta muchacha, decidí disculparme por mi falta de atención, suponiendo que era pertinente, ya que uno no busca lastimar a sabiendas. Aquí mismo terminó nuestra nula relación, una porque no hubo respuesta de su parte y otra, porque no vi necesario suplicar perdón por mis actos que fueron con mucha consciencia. Le expliqué mi propia experiencia al respecto, sumando el hecho que ninguno de nosotros estamos en la obligación de leernos siempre o de comentar; por lo menos yo no quiero un compromiso forzado. Además, debemos ser sensatos y, recordar que tenemos distintos horarios y actividades. A veces no hay tiempo (o ganas) para mantenerse al corriente. Sé que a veces es triste y podemos llegar a no sentirnos lo suficientemente valorados, o dudamos de las temáticas y calidad de nuestro contenido al no recibir el mismo interés que prestamos a otros, pero la vida es así, no debemos atar a nadie ni nosotros esposarnos a los demás. Lo único que no le dije en su momento, es que fue mi decisión no sobre-dosificarme con su densidad; ese tono tan autocompasivo y negativo no es algo que quiera en mi vida ahora, agregando que es muy desanimante, por ello, me había dicho a mí misma, que no revisaría todas sus actualizaciones intentando salvar a alguien que no busca salir de ese estado. En el pasado lo hice y es algo a lo que estoy tratando de desacostumbrarme. Esto no significa que no ayude a quien esté pasando por un mal momento, pero puedo decidir a quién, cuándo y en qué medida. Ustedes ya saben que no me siento cómoda con las personas clamantes de atención, pues todos tenemos una vida.

Algunos de los blogueros con los que me frecuento son contactos en común con esta persona, no les pediré que no vayan con el chisme, pero sí que sean discretos y entiendan que usé esta experiencia para ejemplificar mi punto. De hecho sé que muchos nos hemos sentido alguna vez como ella.

Con esta anécdota, en el fondo, quiero decir que lo que es sano para mí no es necesariamente justo para ti y visceversa, pero es un asunto de autoconservación con consciencia, muy diferente a reaccionar con el clásico instinto egoísta y no racionalizado. Básicamente esto se reduce a decisiones, en donde ponemos muy claramente nuestra escala de prioridades sobre la mesa, siendo los principales amos y señores de nuestra vida, con todas las elecciones que conlleva la misma, le duela a quien le duela…No se trata de hacer daño al otro porque sí, pero tampoco intoxicarnos por ser incapaces de poner límites y apartar esos agentes externos que sacuden negativamente nuestro mundo. No tenemos por qué ser los “segundones” en nuestra propia película.

miércoles, 14 de marzo de 2018

Bloqueos creativos y golpes de suerte



He de confesar que hay ocasiones en que logro crear algo tal cual como un golpe de suerte, se siente así cuando después de mucho intentar, nada surge, hasta que por arte de magia e inesperadamente, llenas de pronto, una hoja que estaba completamente en blanco. “¡Un milagro!” - piensas-.
Este mes ya escribí 5 artículos, de los cuales sólo han visto 2 y sin contar éste. Aún cuando me excusaba diciendo que no tenía inspiración. Cuando estás atrapado por mucho tiempo en episodios de bloqueos creativos, todo se siente así, como una inspiración divina venida de las más elevadas esferas, y cuesta bastante darse cuenta que ya saliste de esa sequía creativa...
A veces detiene ese enfrentamiento con la variabilidad infinita de posibilidades, porque queremos escoger el mejor camino, obviando que las rutas equivocadas también aportan lecciones.

Es hora de asumir que hay muchas cosas en el día a día que se presentan como un golpe de suerte, a veces lo agradecemos y a veces simplemente tomamos la oportunidad por inercia. 
Y así pasa con muchas situaciones en la vida. Personas llegan como un regalo o como una gran lección que debemos agradecer; la diferencia con las cosas, es que las personas no somos desechables, pero tampoco ataduras. Si ya tomaste el aprendizaje necesario debes aprender a soltar; y con esto no sólo me refiero a darle libertad al otro para que siga con su camino, sino a ti mismo para continuar con el tuyo.

Sé que este post no tiene la “contundencia” clásica que siempre intento dar, pero hoy me apetecía una reflexión breve y descomplicada. Espero que de todas formas sea de su agrado.