Al principio no estaba segura sobre la idea de despedir el año con una reflexión; aunque lo he hecho algunas veces, no habitúo dar un recorrido exhaustivo o general del año, lo uno me parece tedioso y lo otro escueto. Pero hoy, considero algo valioso el dejar registro de un ciclo, pues con el tiempo he ido aprendiendo y aceptando la importancia de la ciclicidad natural de la vida y las cosas; es relevante, necesario y sanador viajar a través del tiempo y sus distintas etapas, ver por qué procesos pasaste y qué caminos escogiste; puedes hallar patrones a mejorar, conductas limitantes, programación socio-familiar que puedes corregir, recobrar parte de tu autoestima viendo cómo te moviste a lo largo de los meses y el cómo superaste distintas eventualidades, o cómo y cuánto creciste internamente, en fin. Es un proceso psicológico que puede re-ordenarte y esclarecer muchos puntos de tu vida.
Para mí es importante dar cierres; terminar pendientes, concluir etapas, dejar ir, no quedarse con lo que ya no sirve para dar paso a algo mejor. Aunque sé que a la mayoría se nos queda haciendo eco algo de nuestra lista que no cumplimos o que no funcionó, no vale la pena echarse culpas o avergonzarse, porque ir arrastrando las frustraciones sólo te limita más. Usa estos elementos como un ejercicio de desapego, suelta esas emociones tristes y date la oportunidad de tener un nuevo comienzo.
Este año no hice la lista de propósitos por tres motivos: Porque me parecía cursi, porque quería vivir a un ritmo sin prisas ni mayores compromisos y porque veces anteriores la olvidé. Principalmente porque hay objetivos que van naciendo a lo largo del año, o porque son metas muy lejanas o inclusive, muy simples. Pero esta vez sí la hice, y diría que la clave para hacer una buena lista de propósitos es la brevedad (en vez de un listado interminable casi imposible de completar), escoger proyectos realistas y personales, es decir, que de verdad quieras cumplir. No sirven las generalidades pomposas para esto, no te sirve copiar lo que puso el otro, tienen que ser cosas que se adapten a tus pasos, a tu ritmo y a tu vida. Que te vayan a ser realmente útil para tu desarrollo personal; como un taller, una mudanza, cambiar o sumar algún hábito, hacer un viaje o aprender a cocinar.
¿Qué cambió en mí? mucho, así que después de haber aprendido, crecido, experimentado, triunfado, estancado, superado, amado y reído un montón, estoy preparada para continuar mi camino y, enriquecerlo con otras experiencias y herramientas más estudiadas, por ello decidí hacer mi lista de propósitos para el próximo año, esta vez voy por un plan más específico sin dejar de lado mi libertad y fluir natural.
Mi año nuevo comenzó en el Solsticio de Verano este 21 de Diciembre, el cual celebré con actos mágicos o simbólicos de limpieza, consagración y conexión. Ahora estoy disfrutando del avance rítmico de estos últimos días, agradeciendo, respirando, organizando y palpando desde ya las nuevas aventuras, cuyas vibraciones e intenciones positivas reafirmaré junto a mis seres queridos el famoso 31 de Diciembre.
Ojalá que concluyas aquello que te quedó pendiente, que te des permiso para ser feliz y que los caminos más beneficiosos para ti se abran en este nuevo año. ¡Felicidades!