viernes, 29 de diciembre de 2017

Gratitud



Cuando ha pasado el ajetreo y todo parece más calmo, me sorprende darme cuenta que ya finaliza el año, y aunque superficialmente se sienta como cualquier otro año que se dejó llevar por el paso del tiempo, siempre hay algo que lo hace único, marcándolo en mi historia personal. En retrospectiva han sucedido tantos eventos que no alcanzaría a realizar un listado, ni si quiera puedo ahora enumerarlos en la mente sólo por jugar; pero estoy hóndamente agradecida del aprendizaje, las oportunidades y la experiencia adquirida.

No pretendo exponer logros ni derrotas sagradas, sólo quiero hacer un cierre contemplando en silencio, conectada con el fluir natural de la vida, con los brazos abiertos a lo fresco y a lo nuevo, dando las gracias.

Gracias a cada uno por su granito de arena, por sus buenas vibras y por el cariño compartido. Gracias a quienes pasaron, dejaron huella y a quienes se quedaron.

¡Qué se limpien los caminos para buenas nuevas y, que la prosperidad y bienestar colmen sus hogares!

lunes, 4 de diciembre de 2017

Hay que quererlas



Es probable que alguna vez hayas escuchado o pronunciado la célebre frase que dicta que “A las mujeres no hay que entenderlas hay que quererlas”, la cual se la debemos al escritor Irlandés Oscar Wilde, a quien quizás conozcas por una de sus obras más destacadas llamada “El retrato de Dorian Gray” o por “El fantasma de Canterville”. Pero hoy no pretendemos hablar de su trayectoria como poeta ni dramaturgo, pues lo que nos atañe es precisamente la frase señalada en el principio. Antes de exponer mi visión, quiero preguntarte: ¿Qué te hace sentir cuando la escuchas o dices?, ¿como hombre o como mujer concuerdas con ella?, ¿por qué?.

Es importante que analices tu respuesta porque no pretendo pasar a llevar a alguien, pero quiero demostrar que esta frase se ha instalado tan hondo en nuestra sociedad, haciéndola parte del “saber popular”, impactando la forma en que muchas personas se relacionan con el sexo opuesto. Diría que se le ha restado la importancia debida al machismo implícito en esta idea, camuflado o "hermoseado" por el son poético que parece tener. 

Muchas veces he sido testigo de la forma indiscriminada en la que se utiliza dicha frase para disminuir los sentimientos, acciones y pensamientos de una mujer, con ese falso tinte comprensivo y romántico que lleva en sí misma esta frase burlona.
Lo más desafortunado del asunto, es que muchas mujeres han adoptado esta idea sobre sí mismas y sus congéneres, ignorando que esta clase de pensamientos contribuye a la desigualdad entre géneros.

Ya te habrás dado cuenta que no soy partidaria de la premisa en cuestión, ya que se trata al género femenino como irracional, en el que sus actos no tienen ni son ni ton y que sus emociones son injustificadas. A mi ver, cada vez que esa frase es pronunciada, se nos está quitando valor como seres pensantes y libre-opinantes, subestimando nuestro intelecto y toma de decisiones. 
A su vez, se utiliza como excusa para no hacerle frente a las problemáticas entre parejas, como si las mujeres fuesen siempre las equivocadas y culpables, pero “se nos perdona por ser mujeres”, como si fuésemos lindos cachorritos haciendo tonterías y que con querernos bastase. Pero ¿de qué clase de querer estamos hablando entonces?, la forma en que yo entiendo un afecto y lazo verdadero, tiene como base no sólo la lealtad, sino también el respeto como pilar fundamental, en donde nos tratamos como compañeros en igualdad de condiciones; en donde tú me escuchas y yo te escucho, en donde tú argumentas y yo argumento, en donde ambos llegamos a un consenso para que las partes implicadas sean satisfechas, trabajando en pos del bienestar mutuo. Y esto es aplicable en relaciones laborales, sociales, amistosas, familiares y amorosas.

Cuando era mucho más joven siempre me hizo eco esta frase, algo nunca encajó, pero no comprendía en ese momento que se trataba de una visión machista que hace menos a las mujeres. Usualmente estas ideas se sobrevaloran porque fueron dichas por algún escritor reconocido, y al ser reproducidas por tantas y tantas personas sin distinción de género, rol, estatus o edad, uno da por sentadas esas visiones. Hoy en día entiendo que algo que se hace popular y que está inmerso en el inconsciente colectivo, no es necesariamente verdadero, correcto ni justo.

Quizás hayan personas que crean que esto es una exageración y que una frase como ésta no tiene ningún impacto sólido, contundente y real sobre una comunidad. Es seguro que algunos nos aconsejen hacer oídos sordos ante las cosas que no nos gustan y seguir de largo para que no nos afecten. De hecho, estoy de acuerdo en que una frase no debe amargarnos el día, pero hay que entender que el perpetuar pensamientos retrógrados como el que estamos tratando hoy, colabora a la forma en que una cultura se mueve y trata a su propia gente. Yo no quiero seguir viviendo en un mundo en donde se subestime a las personas por ser de uno u otro género, o de una u otra condición, sobre todo si son ideas dañinas de hace más de un siglo atrás; es hora de renovarnos y avanzar hacia una comunidad más unida y evolucionada.

Así, que en pos de lo anteriormente mencionado, procura bien tus palabras, escoge con sensatez lo que expresarás, para no seguir siendo parte de esos grupos que menosprecian a sus pares, muchas veces, por falta de conocimiento y análisis.

Por último, para entender a una mujer no debes subestimarla, escucha sus razones con respeto. Es una idea errónea creer que somos difíciles de descifrar. Esa es sólo una postura facilista y engañosa, nutrida, justamente, por ideas como las de Oscar Wilde.