domingo, 31 de julio de 2016

La noche



Al contrario de mi niñez, hoy me considero una persona nocturna, alguien que disfruta de las bondades lunares y todo lo que envuelve su místico halo, aunque suponga atravesar oscuros laberintos y hasta lidiar con los terrores de un insomne. 
Ciertamente, hay un asombro ensordecedor cuando te entregas de lleno a la contemplación de ti mismo, en medio de la boca abierta de la noche. Su silencio impoluto es perfecto para el descanso tras la batalla diaria, o para la reflexión desnuda y sin tapujos sobre la vida y sus otras estancias. Tiene una sinceridad tan bendita como siniestra, ya que derriba cualquier máscara absurda que te hayas falsificado durante la jornada para endiosar al ego. Te arrebata las armas con las que defiendes tu fragilidad, dejando al descubierto todas las caras de las realidades que escondes. 
Es durante una noche en vela, cuando mejor podemos ver a nuestras bestias internas; es entonces cuando despiertan, es allí cuando surge la oportunidad de forjar el temple, la voluntad y la valentía, para en el mejor de los casos, llegar a una catarsis sanadora que lleve a la total integración de tu sombra y tu luz. Ese es uno de los más efectivos caminos hacia la aceptación total, pero también, uno de los más abrumadores.

La noche no sólo es oscuridad, silencio y un cielo estrellado. También es, metafóricamente hablando, un abandono divino, en el que te desconectas de la rutina, de las palabras y de la gente, para sólo ser tú y el universo. La ausencia de distracciones banales ya no interfiere entre tú y la inspiración, entre tú y esa sagrada soledad, entre tú y esa quietud estabilizante. Sólo tú, contigo mismo. 

Aunque ya no realizo tantas caminatas nocturnas como antes, me sigue cautivando observar al mundo bajo el cobijo y la calma de la noche, es como transitar de una dimensión a otra; algo único, que admite diálogos con tu reflejo o con otra persona que esté dispuesta a, por un momento, desvivirse como un noctámbulo apasionado, para adentrarse en los encantos secretos de la noche, asumiendo de antemano, que sus placeres también tienen un precio.

domingo, 24 de julio de 2016

Suspiros invernales



Siempre que me lo propongo fallo en el intento, probablemente esta sea una de esas veces, porque no sé cómo escribir dignamente sobre el Invierno y sus encantos. Nunca me alcanzan las palabras ni hallo las expresiones justas para hacerle honor a la lluvia, al frío, al viento y a todo lo que me trae la estación.

Hoy llueve con fiereza, y le disfruto de la única forma en que verdaderamente sé disfrutar de días, tardes y noches así; tomando un café muy cargado. A veces a solas o en buena compañía; hoy con mi esposo. Valorando la proximidad, la presencia, la esencia del otro, aumentado con la intensidad ensordecedora de la lluvia. 
Y le oigo en silencio, con un profundo y respetuoso silencio, pues sólo así se adentra en su gracia.

El mundo nos obsequia estas temporadas para dejarnos cobijar por los dones invernales, en una suerte de encuentro con uno mismo; esa es la raíz de la hibernación, un símbolo de caminar hacia adentro, de alcanzar la fibra más honda, de resguardarse de las decisiones apresuradas, de recuperar la energía invertida y regenerar no sólo el cuerpo, sino la mente y el corazón, para luego salir refortalecidos, con un espíritu renovado.

Reflexiono y me dejo empapar simbólicamente por estos sonidos, por este golpeteo insistente en el tejado. En secreto le pido que me purifique y reconecte con mi interior, y con el flujo natural de los elementos. Deseo la integración con el planeta. Deseo ser sanada por la lluvia, hoy, que estoy dejando ir y recibiendo al mismo tiempo. 
Espero que las calles se limpien, que las energías se muevan, que la tierra se nutra. Tengo la esperanza en que cicatricen mis heridas áuricas y las de otra persona que se sienta igual que yo, honrada por este día, esperanzada por esta lluvia, envuelta en el humo aromático de un cálido café o de un tierno abrazo, con un libro de poemas en las manos o todo junto. Y entonces, sólo a momentos, una amiga a la distancia me desenfrasca y me trae de regreso, hablándome sobre el desnudar el alma y las cartas escritas con tu puño y letra. Me encanta el romance y el sello personal que se impregna en ellas, pues algo de ti lo plasma la tinta. Yo pido que algo de este Invierno se quede en mí y que algo de mí se vaya en él.
Hace dos días, en la playa, este Invierno cubrió el horizonte con una neblina espesa oscureciendo al mar, así fue la forma profunda en la que me conecté con otra persona el mismo día en que me tocaba desearle un buen viaje. Los mensajes escritos en las rocas, hablaron por nosotros… Agradezco al Invierno todo lo que me está otorgando.

Aunque está permitido, en este Invierno no extrañaré  y aunque sé que a veces tendré tierna nostalgia, seguiré disfrutando de las mañanas frías, de las tardes nubladas, de los árboles desnudos, de la arena húmeda, de la hierba fresca, del café caliente, de la plática franca, de los besos en el alma, de las reflexiones internas, de los fenómenos naturales, de las noches largas, de los recuerdos dulces, de las nuevas conexiones, de las puertas abiertas, y del silencio y la solemnidad poética de esta estación. 
Así que ¡shhh...!, estoy escuchando los suspiros del Invierno...

lunes, 18 de julio de 2016

No es que mueras solo




No es que mueras solo,
no es que tu sufrimiento sea del todo tuyo,
no se trata de darle el “¡vamos!”
a la peregrinación suicida
por escasez de risa.

Date por vencido y verás, 
irrefutablemente,
cómo una parte del hombre
es lanzada sin aviso
al precipicio del egoísmo.

Cada vez que fallece de desgano un hombre
la Tierra se empobrece,
porque le es arrebatado a la humanidad
un tesoro
que pudo ser salvado.

30/8/09”



Rescato una reflexión poética bastante antigua, pues la escribí hace prácticamente 7 años. Muchos de los textos creados por ese tiempo no han salido a la luz desde entonces, pues su principal función sólo era clarificar y poner en orden mis pensamientos e ideologías de la época, y aunque no recuerdo a ciencia cierta qué inspiró estas letras en ese momento, deduzco que al explorar mi propio mundo interior lo conecté, de alguna forma, con el de los demás. Hoy deseo compartirlo con ustedes. Veo a muchos abatidos, dejándose vencer por la adversidad de las circunstancias, olvidando que hay situaciones que sólo son momentáneas o que cada evento depende de la perspectiva con que lo miremos. Sólo uno decide cómo sentirse y reaccionar ante los sucesos de la vida. No desperdicien su potencial sólo por una mala racha.

viernes, 8 de julio de 2016

Propósito



A principios de este año me puse una meta muy clara con este blog: Subir 48 entradas anual. Para ello debo hacer 4 publicaciones al mes y escribir por lo menos cada 7 u 8 días. Pero el trasfondo de este propósito es mucho más importante que aumentar un par de números o dedicarle trabajo a este espacio tan querido; se trata de forjar la voluntad. El blog es uno de los medios que he decidido utilizar para esto.
La cosa no es tan simple, porque como requisito me pido "escribir de corazón", es decir, que cualquier texto que sólo sea intelectualizado de mi parte o que no me satisfaga internamente, no verá la luz. Probablemente será borrado y tendré que comenzar de cero aunque se aproxime el tiempo límite. Lo benéfico de esta idea es que me ha permitido hacer hincapié en la famosa inscripción sobre el templo de Delfos: "Nosce te ipsum", que traduce como "Conócete a ti mismo" -"y conocerás al universo y a los dioses"- (en la premisa completa).
Nadar en las propias profundidades es una travesía impresionante y una terapia catártica indiscutible. Enfrentar tu oscuridad te ayuda a reconocer la luz con mayor exactitud, e integrar ambos polos te provee de muchísima libertad y armonía, pues te acercan de lleno a la aceptación de todos tus aspectos. 

Pero no les mentiré, al principio partí con todo el entusiasmo e inspiración necesaria, acompañada de una estupenda organización. Pero hubo meses, sobre todos los dos últimos, en los que se me ha complicado mucho continuar con el proceso. Me he visto envuelta en situaciones delicadas, que precisan mi tiempo y toda mi concentración. La muerte de un pariente, el accidente y hospitalización de otro, la gravedad en la salud de un tercero, asuntos incómodos e injustos, el tambaleo de una amistad larga y las ocupaciones diarias, entre un montón de otros eventos. Y aún con todo lo que está aconteciendo, debo aprender a dar las gracias, pues se están moviendo energías, destrabando bloqueos, cayendo fachadas, cerrando y abriendo ciclos, presentándose muchas oportunidades de nutrición y refortalecimiento. Además debo agregar que he podido ser y sentirme útil durante este vaivén.

Tengo un compromiso conmigo misma. No he perdido el enfoque de mi propósíto pese a las turbulencias, ni espero que los demás entiendan la importancia que le doy a esta meta, pues aunque me digan "no te agobies, si hoy no publicas no pasa nada, nadie se molestará. Además no es que te paguen." Refutaré diciendo que se equivocan. Sí habrá una persona molesta conmigo y seré yo misma. Y no tendré "la paga" de ver la meta final acercándose. Es una promesa seria como la que tendría con cualquier ser querido.

Ya llevo la mitad del camino completo. Hoy celebro porque inicié el segundo tramo. Sean bienvenido a acompañarme.