sábado, 21 de julio de 2007

Inteligencia e Intelecto



Conversando me he dado cuenta que hay una tremenda confusión con estos dos términos.
Podríamos decir que la inteligencia es la capacidad de elegir y comprender entre muchas cosas, leer entre líneas, deducir, pensar antes de actuar y sacar nuestras propias conclusiones con respecto a todos los asuntos de la vida. Aunque la inteligencia puede potenciarse, principalmente por experiencias vividas, es innata, en cambio el intelecto se obtiene.
La inteligencia es una de las capacidades más características del hombre, ya que se halla en él de una manera distinta que en el resto de los animales, tanto cuantitativa como cualitativamente hablando.
En el resto de los animales la inteligencia opera para alcanzar fines instintivos actuando por un bien en común, en cambio el hombre puede ir más allá del instinto y salirse de la masa movido por el bien propio.

Con esta cualidad el hombre es capaz de lograr adaptaciones mucho más creativas y además le permite interpretar aquello que lo rodea, transformando al medio ambiente en su mundo. Es decir, lo que nos diferencia entre el resto de los animales es que somos seres supuestamente “pensantes”; razonamos, tenemos conciencia de nosotros mismos, no nos regimos por el instinto (algunas personas lógicamente son más impulsivas o instintivas que otras).

La inteligencia está ordenada a un fin. Que este fin u objetivo no se consiga no quiere decir que no se sea inteligente, porque el sólo hecho de tratar de conseguirlo, es una conducta inteligente, ya que estás poniendo en práctica tu saber y deducciones.

El intelecto o la persona intelectual encierra toda la información, datos y conocimientos que posee en base al estudio. O sea, "el intelecto se adquiere".
La persona intelectual se diferencia de la inteligente, ya que no necesariamente pone en práctica su “saber”. Así que una persona intelectual no es necesariamente inteligente y viceversa.
Lógicamente ambos conceptos se conectan; Uno desarrolla o enfatiza al otro.

Finalmente, una verdadera persona inteligente tiene presente el aprendizaje aprendido en pos de las experiencias, se guía por su sentido común y conclusiones, además de aplicar todo lo que ha estudiado, sin actuar como un simple archivador de datos, porque en esencia, no sirve almacenar o memorizar información si no será de utilidad. Es necesario encontrar el punto medio entre inteligencia e intelectualidad para sobrevivir.