domingo, 25 de febrero de 2018

Un paso a la vez



Antes no lo sabía, pero apenas comenzada mi adolescencia, descubrí que vivimos en la era flash, en donde todo es desechable y estrepitosamente acelerado. Da miedo. Lo triste es que con el pasar de los años, uno baja la guardia y se deja envolver poco a poco por este ritmo frenético de lo instantáneo. Esperar que una página de internet cargue a veces es desesperante, y peor para algunos, ¡el que no respondan al segundo mismo su mensaje!.
Por fortuna, aún existen quienes tienen como mayor virtud la sabia y sensata paciencia, y reconocen la importancia de respetar los espacios y tiempos tanto ajenos como personales. Yo misma me autoproclamo “una mujer de ausencias y desconexión", en donde es casi rutinario entrar silenciosamente a lo más profundo de mi fuero interno, para apartar al mundanal ruido y a las exigencias sociales de estar “siempre presente, disponible y comunicable”. Lo cierto es, que sí me gustan las buenas conversaciones, esas que se dan al caer la tarde con un café, mirando el jardín y sintiendo el frío relajante anunciando casi el término de la jornada. Pero en realidad, no me siento a gusto cuando me bombardean de preguntas clamantes de atención. Yo soy de esas personas que deja el celular en el velador, muchas veces en silencio (cosa que me ha costado muchos regaños), y se entrega a la contemplación serena de las cosas.

Gracias a este tipo de cultura tan vertiginosa, pareciera que escaseara el tiempo para las caminatas largas, el juego acompasado y sutil de la conquista o para los sueños bien construidos. Es como si un constante frenesí nos impulsara y obligase a saltarnos etapas; no disfrutamos del desarrollo y queremos mágicamente alcanzar el objetivo. Es como si sólo fuésemos capaces de apreciar la copa del árbol, ignorando que tiene raíces profundas, un tronco firme y, que se tomó varios años en crecer para estar así de frondoso y admirable. No digo que nuestros planes deban tardar una eternidad, pero es necesario dar un paso a la vez, uno firme, que deje huella, para poder recordar bien las bases que cimentaron con claridad nuestro camino, y poder mirarlo sin neblina cuando flaqueemos o sintamos que perdemos el rumbo, además de poder adherir bien a nosotros el invaluable aprendizaje que adquirimos durante el proceso.

domingo, 18 de febrero de 2018

¿Aprender con dolor?




Es de la vieja escuela y una creencia obtusa pensar que para mejorar habemos de hacerlo bajo el yugo tirano de las opiniones negativas, tras largas noches en vela, dudando de nuestras capacidades.

Está comprobado que rinde más y da mejores frutos el trabajar en un ambiente amigable que en uno hostil. Si somos guiados con amabilidad, conocimientos e instrucciones claras y específicas da gusto y entusiasmo aprender. Señalar las áreas de oportunidad con precisión y tacto es clave para el crecimiento de una persona o de un grupo, en vez de destruir a los demás porque su trabajo no es de la calidad esperada.
Miremos la educación: ¿Quiénes aprenden más: el grupo escolar al que sobre-exigen y castigan con malos comentarios si no saben la respuesta, o el grupo escolar al que estimulan con sesiones de estudio dinámicas y que corrigen con respeto? 

Algunos me han dicho sobre el tema algo como: “Yo mejoré cuando me dijeron cosas muy feas sobre mi trabajo, eso me motivó”. Y no niego que haya quienes alzaran su vuelo más alto para mejorar a raíz de una crítica destructiva o comentario ofensivo, pero pienso, que eso debería entenderse más bien como un “detonante momentáneo” que como una motivación real. Me explico, las razones de por qué haces lo que haces o de por qué aspiras a llegar al lugar que deseas, usualmente parten del placer que te genera realizar dichas acciones, también suelen tener una raíz más profunda y más noble que el simple hecho de taparle la boca a alguien y obtener aprobación de tus detractores. Es cierto que puedes utilizar ese impulso emocional y unirlo a tus motivaciones de trasfondo, pero no es sano actuar por el orgullo herido y querer demostrar algo a alguien; puede que sientas satisfacción si lo logras, pero con el tiempo descubrirás, que eso no basta para sentirte realmente realizado y pleno...

Un ejemplo de esto lo vi hace muchos años atrás cuando estaba en la categoría de literatura y poesía en un foro. Así como el lamerse las botas entre sí y decir a todo: “¡Qué lindo, me encanta!” no es muy productivo, tampoco lo es el: “¡Pero qué horrible, no sabes escribir!”, la primera opinión te sirve para no rendirte y es agradable, pero muchas veces sólo infla el ego e ignoramos algunos errores. Gracias al segundo tipo de opinión, vi a algunas personas con potencial rendirse apenas comenzada su travesía literaria. Estamos claros que todo depende de la resiliencia de cada persona, pero no me parece justo ni propicio  orientarse por ninguna de las versiones mencionadas si alguien desea mejorar o si alguien desea ayudar.
Para ello es necesario formular una buena crítica, y con esto no me refiero a que apruebes todo, sino a que aprendamos a tener criterio y respeto por el autor, en este caso. 
Lo que yo hacía en aquel foro era decir abiertamente lo que me parecían puntos a favor y áreas de oportunidad. Si no sabes qué son, te lo explico: Área de oportunidad se entiende como él o los campos en los que puedes mejorar o pulirte. Por ejemplo: Hiciste una ilustración, cuyo tema es creativo y, el mensaje se expresa con fuerza y claridad, pero fallaste en las proporciones ¡He ahí tu área de oportunidad!. Si mejoras la técnica y la sigues uniendo a tus buenas ideas, harás una gran diferencia en tu obra. Esto significa mucha práctica e investigación, en donde podrás ir disfrutando del progreso, sin la frustración innecesaria e inseguridad personal que te generan las burlas o las señalizaciones destructivas.

De algunas personas no me gustaban su estilo ni el tema escogido, pero podía destacar la técnica y la capacidad de expresión que tenían. Algunos fallaban rotundamente en algo tan básico como la buena ortografía, pero demostraban un mundo emocional vasto y exquisito. A lo que quiero llegar es, nosotros, como observadores o críticos, tenemos el deber de ampliar nuestro campo visual e ir más allá de las primeras impresiones, no limitar al otro por un detalle que se puede arreglar. Debemos saber cómo indicar pautas de mejoramiento y resolución de problemas, sin quedarnos sólo con apuntar los errores.
A su vez, siendo nosotros los creadores, por así decir, no debemos dejarnos abatir por una simple visión ajena. Muchos no saben argumentar ni ver más allá de dicha primera impresión. También debemos dejar de creer que sólo una opinión dura y mala nos hará mejorar, porque el camino del aprendizaje no es necesariamente doloroso. No debemos darle más crédito al que tachó tu esfuerzo de: “Basura, no sabes hacer nada bien” que al que te dice: “Tienes potencial, sólo ocúpate de mejorar este detalle”.

Para complementar te invito a leer 3 artículos relacionados:


miércoles, 7 de febrero de 2018

Por la vista y los oídos




En cuestiones románticas, ¿qué tan cierta y válida es aquella creencia que dicta que a los hombres se les conquista por los ojos y a las mujeres por los oídos? No sé si es algo real a gran escala o sólo un estigma ignorante. Tampoco sé qué tan a gusto o conformes se sientan las personas con esta idea. En lo personal me parece un poco básica, limitante y obsoleta en la actualidad, les explicaré por qué: 

Intentando responder mis propias dudas empezaré hablando bajo un supuesto muy general, y diré que, al menos en apariencia, la mayoría deducimos que la premisa en cuestión, está instalada en el inconsciente colectivo dándole cierta relevancia y validez, independiente de la connotación que le demos, porque algunos pueden aprobarla y guiarse por ella, y otros tantos pueden desecharla rotundamente. 
Lamentablemente al tener esta idea tan arraigada en nuestra cultura se hace un poco difícil de obviar y no encasillar a ambos géneros, metiendo en el mismo saco a todas las personas. Puede que sea algo a nivel biológico, pero somos más que seres instintivos, somos individuos con preferencias particulares, aún perteneciendo a un grupo.

Soy de esas personas que no se sienten muy cómodas con esta frase, ya que de cierta manera se tacha a los hombres de cazadores visuales, que persiguen todo aquello que lleve una falda, y por su lado, las mujeres se transforman en presas dispuestas al engaño auditivo, siendo envueltas por frases preparadas y superficiales, creando todo un ambiente seductor, pero ilusorio, muy enfatizado desde los años 20. 

Lo decepcionante del asunto es ver al género masculino como un grupo muy básico que se guía sólo por apariencias. A la vez, es muy triste pensar en el género femenino como criaturas astutas, pero sin trasfondo, en el que sólo tienen sus encantos físicos para cautivar. Ellos mienten y exageran la realidad con piropos y frases clichés o muy creativas, para envolver a una chica bajo el sonido de una voz ronca y profunda, como si viniera desde un estéreo en AM. O son sólo ellos los intelectuales y cultos, y ellas las damitas que miran con ojos brillantes y llenos de admiración. Aunque existen y existirán casos parecidos al que describo, ya no sirve actuar así. Hay hombres que no ven a la mujer como un trofeo y aspiran a una compañera sabia, con la que puedan crecer y avanzar juntos en el camino. Hay mujeres que se cansaron de los despreocupados y sabiondos, y esperan a un hombre atractivo en todos los aspectos, capaz de debatir con ellas sin esperar que les inflen su ego varonil. 

Estamos en una era en donde aspiramos a la igualdad y camaradería entre géneros. Las mujeres si queremos tenemos el permiso y el derecho de andar despeinadas y desarregladas por el mundo, con nuestras cualidades y aptitudes a cuestas, demostrando que somos un mundo completo más que carne, y los hombres si quieren tienen el permiso y el derecho también, a demostrar lo complejos y profundos que en verdad son, y que se fijan en cosas más allá de banalidades. 

Por todo lo dicho, la creencia de que al hombre se le conquista por los ojos y a la mujer por los oídos, se me hace tan obsoleta y vacía ahora. Aunque No digo que no sea real hasta cierto punto, y, tampoco digo que no puedas usar esta pauta como guía, pero me atrevería a decir que hoy en día, más allá de una caratula atractiva, también se busca un trasfondo interesante y estimulante en partes iguales, para ambos géneros. 

Además ¿no se les hace muy emocionante ver cómo se van cayendo estos patrones, creencias y estigmas?