jueves, 3 de mayo de 2018

Operación, desapego y evolución



Tal vez tú o un ser querido se haya afrontado o esté en el proceso de afrontar una operación o intervención quirúrgica, un evento potente en la vida de cualquiera, por más simple o complicada que sea de tratar. Es posible que no se requieran más justificaciones que “realizar dicho procedimiento, de lo contrario no habrá mejoría”, quizás para muchos esa razón sea lo suficientemente contundente para someterse a dicha intervención, pero es probable que para muchos otros, les haga falta un empujón más grande que ese. Sé que a varios nos gusta encontrar la coherencia sustancial de lo que consideramos cambios realmente importantes. Buscar más allá de lo que te dice tu médico o te sugieren las personas a tu alrededor, es totalmente entendible, de hecho, me atrevería a decir, que es relevante para tomar una decisión totalmente consciente y voluntaria, y no por simple presión o miedo. Por eso hoy, aunque no resuelva todas las dudas, intentaré dar una especie de luz sobre el tema.

En primer lugar no hay que temerle a la medicina, es parte de nuestro desarrollo como especie, es también, una vía destacable a la hora de mejorar nuestra calidad de vida, pero esto es probable que ya lo sepas. 
No descartes el querer buscar alternativas, modificar tu alimentación o tu estilo de vida, es seguro que puedas salir adelante con todo ello, pero hay ocasiones que ni los más grandes esfuerzos transformarán la situación en la que estás  o  no queda tiempo, y en verdad, la única salida es una operación o extracción de un órgano, parcial o completamente (si no es vital). Y es a este tipo de intervención en específico a la que me referiré hoy.

Es seguro que alguno de ustedes conozca a alguien que haya sido o vaya a ser operado de los riñones, testículos, mamas, útero, vesícula, apéndice, etc. Y es seguro, también, que puedan, al menos sospechar, lo traumático que puede ser enfrentar tu vida con un órgano menos. Muchos han de sentirse incompletos, y aunque dieron su consentimiento, sienten  que les han arrebatado una parte de sí mismos en su búsqueda por sanar su cuerpo y extender su vida. Quiero decirte que si eres o conoces a una de estas personas, esa decisión ha sido la correcta, pero es necesario procesar esto no sólo desde la cicatrización física, sino de la sanación interior. Primeramente, todos enfermamos a partir de las emociones y pensamientos maldigeridos (puedes leer más aquí: La enfermedad desde una mirada holística), es por ello que se hace tan fundamental la auto-observación, la introspección y las conversaciones con tu yo más íntimo, para ir resolviendo esos dolores que te llevaron a tener que pasar por esto. Te invito a investigar sobre la biodescodificación de las enfermedades para ahondar en las razones emocionales y mentales tras cada problema de salud. Te invito a entender la completud de tu ser, por ejemplo, estudiando sobre los chakras, para que los estimules positivamente y sepas dónde se ubican en ti y, qué funciones cumplen en todos los planos y niveles del ser.  Básicamente cada punto en ti conecta con un sentimiento; La ira da problemas al hígado, el miedo a los pulmones y corazón, la falta de cimientos y claridad de identidad a la columna, el exceso de nerviosismo al colon, entre otros. Hay más razones, claro está, sumando la historia individual de cada uno y a un conjunto de otros factores, pero creo que entienden mi idea.
Ahora bien, a niveles generales, la extracción de un órgano, es una lección muy valiosa e intensa sobre la importancia del desapego. Te permite (si tú te das ese permiso) empezar desde cero, hacer modificaciones radicales, realizar aquello que postergaste y que no te atrevías. Realmente es encontrarte contigo mismo en una nueva versión, a la vez que vuelves a mirar al mundo con otros ojos. 
Y no sólo eso, a veces el cuerpo necesita desprenderse de alguna parte que se ha debilitado para el aprendizaje y evolución del alma. Sí, suena duro y quizás hasta injusto, pero a veces los procesos espirituales intervienen de esta manera para que el individuo se vaya perfeccionando sin olvidar ningún plano de sí. Es una especie de redireccionamiento potente; tú decidirás si lo verás desde el trauma o desde la luz. 

Todo esto sucede para empujarnos hacia nuestra fuerza interior y no seguir rindiéndole culto al miedo al cambio o a la falta de valor para enfrentar historias personales, familiares y sociales que arrastramos como cadáveres sobre nuestros hombros, aún sabiendo, al menos de modo subconsciente, que estas cadenas deben cortarse para sanar.

Sí, la vida nos da una oportunidad de hacer borrón y cuenta nueva, de sanar por medio de la liberación prácticamente literal de algo, y a veces las formas drásticas son las más efectivas si procesamos los sucesos con altura de mira. 

Y por último, básicamente todo esto gira en torno a una mayor toma de consciencia sobre ti mismo y tu vida de aquí en adelante.