viernes, 26 de octubre de 2018

Meditación Parte III: Una nueva forma de meditar



Meditación libre

Cuando descubrí la esencia de la Meditación lo olvidé todo. Pude abandonar un poco las recomendaciones, los tips, los audios guiados,  las posiciones y las respiraciones. Todo esto es muy útil para entrenar al cuerpo y a la mente, y aún lo utilizo, pero la gran verdad para mí, es que se puede meditar en todo momento, en todo lugar y con casi cualquier actividad.

Sí, aunque no lo creas. Es cierto que prefiero los lugares controlados y el silencio, pero es sin duda sanador caminar a orillas del mar, viendo sus olas humedecer la costa mientras va cayendo la noche. Es terapéutico tejer, coser, cocinar, regar, dibujar y pintar en calma. Todas estas actividades, si se hacen con consciencia y con tu plena atención puesta en ellas, se transforman en una práctica de meditación.

Esto lo descubrí hace algunos años mientras regaba mi jardín. De pronto me di cuenta que estaba totalmente presente, viviendo ese instante absoluto, con mi atención puesta en lo que hacía, no en lo que debería hacer después ni en lo que pasó ya. Me sentía relajada y plena, como cuando medito haciendo alguna visualización o vocalizando mantras, entonces lo entendí: En ese mismo instante estaba meditando también. Así fue como llegué a comprender lo que significa realmente meditar: Vivir en el aquí y en el ahora, disfrutando de ese único momento. 

Así que no es necesario buscar una fórmula precisa para meditar, más que vivir el presente. Así es como lograremos conectar con nuestro ser, con la magia del entorno y con la vida misma. ¿Qué revelación o epifanía más sabia, honesta, grande y hermosa que esa?

sábado, 13 de octubre de 2018

Meditación Parte II: Soltando ataduras y dificultades



¡La meditación no es para mí!

Primeramente no digas que no sabes meditar si ni siquiera lo haz intentado y menos aún, si probaste pero te aburriste, te dormiste o te frustraste por no poder dejar de pensar. Muchas veces queremos imitar lo que vemos y forzamos “la posición de loto”, (como se sientan la mayoría de las personas que vemos meditando con las piernas cruzadas), o se nos cansan los dedos con el mudra de la armonía, nos pica todo el cuerpo, se nos acalambran las extremidades, nos duele algo, no respiramos profundo o tarareamos la canción de un comercial en la cabeza. ¡Esto le pasa a todos! no te juzgues tanto. El cuerpo está acostumbrado a un estado de tensión y a no ser escuchado, por eso, cuando intentas relajarte de la nada, éste pondrá algo de resistencia al principio.

Si quieres moverte, muévete. Si quieres reacomodarte, reacomódate, si quieres abrir los ojos, ábrelos. Si te duele la espalda, estírate, si no te gusta estar sentado acuéstate. Debes soltar las ataduras de lo que crees que es “meditar correctamente”. 
Me he dado cuenta que querer adaptar los ejercicios al pie de la letra de una cultura totalmente opuesta a la nuestra, a veces puede llegar a ser un gran error. Es mejor tomar elementos y adaptarlos, pues no tenemos su historia, su idiosincrasia, sus disciplinas ni su forma de ver al mundo. Por eso no sirve “copiar”, pero sí inspirarnos, al menos al comienzo.

¿Cómo partir?

Hay muchos niveles o estados que puedes alcanzar dentro de una meditación, pero lo primero debería ser relajarte, y para ello, debes aprender a sentirte sin que eso te incomode. 

Relajación: Toma una postura cómoda y concéntrate ya sea en tu respiración o en los latidos de tu corazón. Al tiempo que vas focalizando tu atención en cada parte de tu cuerpo permitiéndote soltar los músculos. Si estás apretando los labios, suéltalos, si estás con el ceño fruncido suavízalo, si estás con los puños cerrados, estira y relaja los dedos, si tienes los hombros tensos muévelos y regrésalos a su posición, deja que cada zona de tu cuerpo repose. También puedes apoyarte con una meditación guiada como próximo paso. Prueba qué te sirve.

Pensamientos: No los evites, no pretendas vaciar la mente de buenas a primeras. Lo que debes hacer realmente es dejar que los pensamientos pasen como nubes por tu mente, es decir, no detengas su camino, sólo déjalos venir e irse. No te estanques en ninguno y disfruta el momento.

Puedes poner música suave, aromatizar o escuchar al silencio. Puedes hacerlo al aire libre, en tu cuarto y en cualquier instante. Parte con 5 minutos y poco a poco extiende el tiempo.

Si te duermes, no importa, significa que perdiste la atención, pero que te relajaste lo suficiente jajaja.

Eso sería lo más básico. Cuando termines desperézate poco a poco y agradece el momento. Si quieres, analiza qué sintió tu cuerpo, cómo estuvieron tus emociones y qué clase de pensamientos navegaron por tu mente. Esto podría revelar mucho de ti. 

jueves, 4 de octubre de 2018

Meditación Parte I: Entendiéndola



¿Qué es meditación?

Puede ser vista como una práctica, disciplina o ejercicio, muchas veces ligada a una corriente ideológica, filosófica, religiosa o espiritual en la cual entras en un estado de relajación profunda y conexión contigo mismo y La Fuente. Aunque no se sabe con exactitud de dónde surge, se estima que sus inicios podrían dirigirse a la India, como una práctica dentro del yoga, cuyo objetivo sería conectar con La Divinidad. Otras fuentes milenarias las encontramos en el Budismo Indio y Tibetano o en el Taoísmo Chino que posteriormente forma la senda Zen extendiéndose por Oriente, Medio-Oriente y Europa.

Independiente de la ideología, meditar trae beneficios a la salud por reducir el estrés, calmar la mente y relajar el cuerpo. Mejorando así, la concentración, la atención, el entendimiento, la memoria y la resolución de problemas. Prácticamente te otorga mayor claridad y serenidad en la vida. 

¿Qué no es meditación?

Hay un poco de confusión en cuanto a lo que se entiende como meditación. Seguramente cuando escuchas hablar sobre ella se ha instalado en ti la idea de “poner la mente en blanco”, entrar en trance y en el mejor de los casos, tener una revelación. Este no es el objetivo, aunque algunos lo logren. Quizás algunos también digan que esto es cosa de seres superiores, locos y veganos, que siempre hay que vestir de blanco (o de colores estrafalarios), andar descalzos y ponerse un turbante; ambientar con incienso y velas, mientras levitas y alcanzas la iluminación. Déjame decirte que hay de todo, pero no es necesario caricaturizar esta práctica.
En primer lugar, meditar no es exclusivo de un yogui (maestro de yoga) o de un grupo de personas sonrientes con ojos adormilados oliendo a marihuana. Tampoco es necesario andar haciendo ademanes de gratitud pronunciando el famoso “Namaste” a cada momento, (cuyo significado vendría siendo un saludo que más o menos dicta así: “Mi alma saluda a tu alma” o “el buda que hay en mí saluda y honra al buda que hay en ti”, aunque hay muchas más formas de decirlo).
Sabiendo esto, podemos aseverar que toda persona que lo quiera y necesite puede realizar esta práctica. No es exclusiva de una élite superdotada y virtuosa.

Tipos

Hay varias corrientes con distintos tipos de meditación, cada una con sus reglas y técnicas, unas más complejas, pero ninguna más efectiva que la otra, pues depende exclusivamente del individuo y sus necesidades o preferencias.
La más conocida, y diría que una de las más estrictas, es la meditación tibetana-budista, en la que, generalmente, debes estar con la columna recta, pero no tensa, con las piernas cruzadas, haciendo un mudra (posición sagrada con las manos), con los ojos entreabiertos dirigiendo la mirada en un ángulo de 45 grados. Algunos entrelazan sus dedos mientras giran los pulgares, con la intención de no quedarse dormidos. La idea de este tipo de meditación con los ojos abiertos tiene el propósito de no desconectarse de la realidad y el entorno; en el fondo, estar presente. Y esa es la esencia principal de la meditación, independiente de la técnica que elijas usar.