martes, 23 de enero de 2018

Una buena idea



No recuerdo con exactitud la mentalidad con la que abrí este blog. Sólo tengo la leve idea de haberlo estado pensando por mucho tiempo hasta que me atreví. Sí, en ese entonces parecía toda una aventura extrema y diferente. ¿Mi propio espacio? ¡Vaya! qué idea tan interesante. Compartir, exponer mis investigaciones y reflexiones, quizás encontrar personas afines que contribuyesen a ampliar la información o mis perspectivas, y así saciar parte de mi sed de conocimiento tan desbordada en la época. Estaba segura que mis divagaciones merecían una oportunidad con un contexto bien explicado, dentro de lo que me era posible. Un blog era la fórmula correcta. Rompería ese incómodo compromiso a quedarse hasta el final de la conversación; A quién le interese puede leer, comentar o irse. ¡Perfecto! tampoco tendría que oír charlas vacías y a su vez, yo no importunaría aburriendo con las mías.
...He aprendido tanto de este proceso. La importancia del respeto, la variedad de visiones, la responsabilidad que tenemos sobre nuestras opiniones y sobre todo, del contenido que presentamos.

En un principio no tenía la intención de dejar huella en alguien, sólo intercambiar ideas y posturas. Pero hoy en día, que se cumplen exactamente 12 años desde mi primera publicación aquí, asumo el cariño que tengo por todo el trabajo aquí escrito; son testimonios de mi historia, de la manera en que veo, aprendo y llevo la vida, y de los avances que he tenido. Aunque no es un diario-blog o un blog tan personal, la mayoría de las reflexiones fueron inspiradas por eventos que ocurrieron en mi entorno, a un cercano o a mi persona. Así que debo valorar todo lo manifiesto como una extensión o ramificación dimensional de mí. Ya lo dije antes, ha sido terapéutico, un viaje hacia mi galaxia particular, a la vez, que una reconexión, o más bien, una expansión hacia el mundo humano.
He visto que algunos se han sentido tocados por mis textos, y así he encontrado compañeros y amigos… ¡Impresionante!. Así mismo me he visto abrazada en letras por otros blogueros que aún no olvido, esperando su regreso, o que por fortuna sigo leyendo.

Estoy muy agradecida por haberme dado la oportunidad de ir creciendo aquí, tener desencantos y florecimientos, momentos de ausencias y reencuentros. Sobre todo, el reformular y ajustar mi enfoque comunicativo, en cuanto a ese conjunto de líneas ideológicas y principios que te definen como individuo y autor, hasta el estilo que poseo actualmente.
Agradezco mucho esta evolución artística-creativa, desde el intelecto y mundo psicológico, y también el progreso tan íntimo y espiritual que he desarrollado.

Estoy contenta de continuar con esta travesía, sin rendirme, recogiendo los frutos, porque es fácil abrir un blog, lo relevante es mantenerlo y mejorarlo.

Gracias por tu atención y si quieres, agradecería que también me contaras sobre tu historia bloguera.

P.D. Te invito a leer mi otro blog Libertad Natural en el cual podrás leer La historia de Pucca, ¡y enterarte sobre un gran evento astronómico para fin de mes, que no ocurría desde hace 150 años! 


miércoles, 10 de enero de 2018

¿Una dosis extra de magia?





Mi padre era un fiel seguidor de las celebraciones tradicionales, sus épocas favoritas eran Navidad y Pascua. Sacaba toda su creatividad y niño interior para hacernos pasar las épocas más fantásticas posibles. No sólo eran los regalos que aparecían repentinamente, era toda la atmósfera de ensueños, enfatizada por su gran don de narrador. Me encantaba; aunque fuese extraño de alguna forma intuitiva, a la vez estaba dispuesta a entregarme a esas aventuras. Agradezco a mi padre y a mi madre por poseer un espíritu dadivoso y creativo.
Como era de esperar, con los años, mi sentido común me ayudó a percatarme que las tradiciones e historias con tintes mágicos en realidad existían en un mundo aparte; en alguna fibra muy sensible y profunda en el corazón humano. 
Continué presentándome a dichas celebraciones sin explicar mis teorías, pues así como mis padres, y adultos en general quisieron darnos algo de “magia extra” a la realidad de quienes éramos niños en ese entonces, no quise echarles abajo ese esfuerzo que habían creado con intención de enriquecer y extender nuestra inocencia infantil. Lo consideré un gesto puro de mi parte, así como reconozco aún hoy, sus buenas intenciones y las agradezco.

Mi hermana quería confirmar las obvias sospechas de todo niño con el pasar del tiempo; esta nueva realidad, muy distinta a la que le habían contado, estaba hoy, demasiado cerca de sus ojos. Las dudas hicieron mella en sus sentimientos. Ella preguntaba con severidad: “¿Existe de verdad o no?”- a lo que nuestra madre contestaba: “Existe en tu corazón”. Sigo pensando que fue una respuesta perfecta, amorosa y compasiva. Ella tenía razón. Todo cuanto tú desees puede vivir dentro de ti. Pero mi hermana lo vio como una traición por parte de todos los adultos.

Yo no veo culpables como tal, veo adultos construyendo mundos imaginarios sobre los niños para hacerles amar la vida y entrar en contacto con esa chispa única y mística, que a simple vista sólo te la alcanzan las fantasías. Pero, gracias a esto, también tenemos a niños rotos, que en algún punto dejan de creer. Una luz se apaga y se enfrentan a un mundo verdaderamente gris, sin magia ni aventuras fantásticas. Lo que de grandes ignoramos, es que los niños no necesitan una dosis extra de magia, porque ellos son mágicos per se. Tienen todo un mundo por descubrir y la maravilla está ahí mismo, abierta para ellos. No deberíamos interrumpirla ni sobre-adornarla.

El punto de todo gira en torno a la relevancia de hasta qué punto seguir o no perpetuando estas creencias, quizás es importante renovar el enfoque con el que pesentamos estas celebraciones a los niños de hoy. Pienso, a modo muy personal, que no debemos subestimar su criterio ni su astucia. Claro está que mucho depende del niño, pues para mí, no fue un golpe el ir re-descubriendo las cosas poco a poco, de hecho me pareció tierno y conmovedor, pero hay otros niños que lo toman como un engaño. “Las primeras y más importantes personas en mi vida me han mentido desde siempre. Me hacen sentir como un tonto, abusando de mi confianza, porque creí en ellos, di por sentadas sus palabras, pero las cosas no son de la forma en que me hicieron creer que eran…¿Por qué?”. Estos son los cuestionamientos que he escuchado de niños, ya en mi época o ya en otras generaciones.

Hay una presión social fuerte que pasamos por alto. Por eso no debemos juzgarnos entre nosotros, tanto para el que sigue al pie de la letra las historias y tradiciones con tintes mágicos, como para el que considera que ya es hora de darle un giro al tema.

Es un asunto delicado ¿cierto? Mi planteamiento es simple: No se trata de desmitificarlo todo, no es justo señalar que todo lo que exista en el mundo infantil es una falacia, porque cada personita tiene el derecho de ir construyendo su realidad. Se valen los cuentos de hadas y contestar con un “no lo sé” ante algunas preguntas. No des por sentado que toda la verdad está en tu boca y raciocinio, porque a veces los niños ven más allá de lo que podemos ver nosotros, y eso no se trata de mera imaginación, sino de una conexión superior y más honesta con el planeta. La Tierra abre sus puertas místicas a quienes tienen los ojos abiertos, por eso, pienso y repito, que los niños no necesitan una dosis extra de magia.

Pero veo necesario, mas no obligatorio, modificar la perspectiva en que estamos presentando las tradiciones. Puedo contar la historia de San Nicolás, los reyes magos, el nacimiento del niño Jesús, pero no tengo que comprometer a un niño a creer en su existencia ni condicionarlo a ser bueno para recibir por interés, la visita y regalos de estos seres. Son narraciones con enseñanzas que valen la pena contar; No estoy negando la existencia de estos personajes en particular, pero los regalos que reciba saldrán de nuestros bolsillos, y creo que esa parte no habría que omitirla. Otro asunto sería hablar del hada de los dientes y el conejo de Pascua… Tendrás que prepararlo para el golpe de la verdad que descubrirá si le das fe de la veracidad de estos cuentos, porque es triste para un niño darse cuenta que la moneda bajo su almohada o los huevos de chocolate que encontró alguna vez fueron puestos por ti y no por estos seres que le dijiste que vendrían. En este punto debo destacar que todo depende del cómo se digan y llevan a cabo las cosas, y sobre todo, la madurez o resiliencia del niño. No digo que algo esté bien o mal, sólo te dejo este planteamiento sobre la mesa.