Al contrario de mi niñez, hoy me considero una persona nocturna, alguien que disfruta de las bondades lunares y todo lo que envuelve su místico halo, aunque suponga atravesar oscuros laberintos y hasta lidiar con los terrores de un insomne.
Ciertamente, hay un asombro ensordecedor cuando te entregas de lleno a la contemplación de ti mismo, en medio de la boca abierta de la noche. Su silencio impoluto es perfecto para el descanso tras la batalla diaria, o para la reflexión desnuda y sin tapujos sobre la vida y sus otras estancias. Tiene una sinceridad tan bendita como siniestra, ya que derriba cualquier máscara absurda que te hayas falsificado durante la jornada para endiosar al ego. Te arrebata las armas con las que defiendes tu fragilidad, dejando al descubierto todas las caras de las realidades que escondes.
Es durante una noche en vela, cuando mejor podemos ver a nuestras bestias internas; es entonces cuando despiertan, es allí cuando surge la oportunidad de forjar el temple, la voluntad y la valentía, para en el mejor de los casos, llegar a una catarsis sanadora que lleve a la total integración de tu sombra y tu luz. Ese es uno de los más efectivos caminos hacia la aceptación total, pero también, uno de los más abrumadores.
La noche no sólo es oscuridad, silencio y un cielo estrellado. También es, metafóricamente hablando, un abandono divino, en el que te desconectas de la rutina, de las palabras y de la gente, para sólo ser tú y el universo. La ausencia de distracciones banales ya no interfiere entre tú y la inspiración, entre tú y esa sagrada soledad, entre tú y esa quietud estabilizante. Sólo tú, contigo mismo.
Aunque ya no realizo tantas caminatas nocturnas como antes, me sigue cautivando observar al mundo bajo el cobijo y la calma de la noche, es como transitar de una dimensión a otra; algo único, que admite diálogos con tu reflejo o con otra persona que esté dispuesta a, por un momento, desvivirse como un noctámbulo apasionado, para adentrarse en los encantos secretos de la noche, asumiendo de antemano, que sus placeres también tienen un precio.
11 comentarios:
me gusta la fotografía noctura, no tanto por las fotos, que me salen fatal, como por la sensación de estar con uno mismo.. lo has descrito perfectamente.
"La noche no sólo es oscuridad, silencio y un cielo estrellado. También es, metafóricamente hablando, un abandono divino, en el que te desconectas de la rutina, de las palabras y de la gente, para sólo ser tú y el universo."
¿Qué se puede añadir a un texto tan exquisito...? Sólo que voy a volverlo a leer, porque me deja un gusto precioso que merece más degustaciones.
Adoro la noche, igual que tú. Ese silencio tan especial que te lleva a tu interior y a la vez te hace escuchar la calmada "voz" del universo. En la noche brota con total nitidez la claridad mental, la inspiración, la magia que esconde la vida ruidosa y que se ofrece pura a tu mente. ¿Es tan fácil quedarse insomne contemplando las estrellas del cielo y las de nuestro interior, dejarse llevar por ese "abandono divino" que te invita a descubrir el Misterio?
Una DELICIA de texto, por su belleza, por su finura en matices, y porque te abre la mente.
Un abrazo muy grande
Kadannek, me encantó tu post,amiga...Aparte de la profundidad y el encanto que le pones, es que mi primer poema me lo inspiró la noche cuando tenía doce años...Esa armonía de las esferas, que se refleja en el interior, es todo un misterio, que tira de nosotros hacia arriba...Ese grito de silencio, que recorre el alma cuando miramos las estrellas, es todo un mensaje de amor, que llevamos grabado en la memoria...La noche nos prueba, nos mueve y nos conmueve, nos enfrenta a nosotros mismos y nos recita en silencio el sentido de la vida y el destino,amiga.
Mi felicitación y mi abrazo siempre por tu profundidad y la belleza de tus letras.
M.Jesús
Ha sido mágico tu relato.
Felicidades por tu bloc, ha sido un regalo poder visitarlo.
elracodeldetall.blogspot.com
admiro el arte es por eso
que estoy aquí con tus letras
Lo has expresado de forma muy bella
Profundas y lindas letras.
Un beso.
Lo has expresado de forma muy bella
Profundas y lindas letras.
Un beso.
Lo has expresado de forma muy bella.
Profundas y lindas letras.
Un beso.
Me gustan mis noches, suelo ser muy sensible y descargo todo el peso emocional que suelo acumular durante días. Es como una renovación de energías, de positivismo, de esperanza... Incluso de ilusiones. Pero relax, al día siguiente se me pasa.
Bellas letras.
Muchos encuentran su pico creativo entre la sabanas nocturnas, yo en cambio, son de la mañana, me baño en esa luz matinal tan tierna y fresca, que las ideas no tienen problema en mostrarse y comunicar su potencial.
Me encantó lo de la boca abierta de la noche. Una imagen poética.
Saludos.
jeje mi nombre me delata, pero qué entrada más bella!
Esta entrada debería acompañar mi epitafio, fiel representante de lo que es valorar la otra cara del ying y el yang, la que muchas religiones niegan. Nada malo con la noche y la obscuridad, también tenemos estrellas y luna, por cierto justo cuanto entré a leerte en mi playlist de youtube salió Hijo de la Luna de Mecano! vaya coincidencia guapa! :´)
un gran abrazo hermana!
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