
Si te dieran a elegir entre ser un robusto roble, lleno de salud y una presencia formidable versus una nube viajera paseando de cielo en cielo transformando tu forma libremente ¿qué escogerías? Probablemente ahora me contestes que pareces más una violenta marea rompiendo olas al borde de la costa, una piedra en medio del bosque o simplemente te describirías como gas sin patria ni ley. Está bien, sé que no siempre me tomas en serio y que mis ejemplos abstractos no ayudan demasiado. El punto es ¿la solidez del árbol con un mundo conocido o los nuevos panoramas que contempla la nube? Sí, ya sé, ahora me responderás que ambos, que depende de las circunstancias y que hay que adaptarse ¡qué ganas de sacarme de quicio, caramelito!
Antes te habría dicho que no soy una persona de cambios. No me dejo llevar por impulsos repentinos que surgen como una explosión interna motivándome a estimulantes rutas, exploraciones y desafíos que alimenten mi insaciable espíritu ávido de apasionamiento ardiente. Cuando era mucho más joven me habría encantado decir que me catalogaba como un ser intrépido pero o me faltaron oportunidades o simple creatividad, no lo sé. Pese a ello tampoco puedo sentenciarme como una persona que ama la rutina porque aunque en cierta medida puede ser cómodo y confortable sentir que tienes control sobre los acontecimientos en realidad también es interesante fluir como un río, abrirle la puerta a lo nuevo que no así a lo inesperado.
Me atrevo a decir que me he visto obligada a aceptar cambios no sólo abruptos sino violentos de tomo y lomo, de esos cambios que hacen más que sacurdirte o despabilarte un día cualquiera, me refiero a esos cambios que rompen todas tus estructuras, paradigmas y cimientos en la vida desde las entrañas haciendo añicos sin piedad al mundo que conocías y en el que te sostuviste alguna vez. “Todo cambio es para mejor”, “no hay mal que por bien no venga” son frases que prefiero nos ahorremos por lo trilladas; pueden ser ciertas, pueden servir de consuelo y esperanza (dos amigas con las que tenemos una relación extraña ahora) pero en el fondo todo dependerá de nuestra reacción, de cómo queramos que esto nos afecte ¿me explico? una cosa de perspectiva, lo sabemos.
Cambios así no me gustan. Quizás poseas un ser resiliente que se enriquezca con las enseñanzas tras la superación, qué cosa más admirable, no se puede negar, yo también lo poseo en gran parte pero cuál es la necesidad del Universo o de tu propio subconsciente de ponerte en el punto justo para que los eventos se desarrollen de la forma más catastrófica para que renazcas. Sé que algunos aprenden a los golpes pero no soy partidaria de la guerra, mi emblema es el amor y la paz. He presenciado sanaciones profundas y transformaciones hermosas a través del amor. Aspiro a eso; transitar por un camino dulce, lleno de armonía y luz. Puedo tomar la roca y el cincel para esculpir con dedicación y esfuerzo una mejor ruta pero no quiero el chuzo ni el mazo ensangrentado. Que no se malentienda este deseo; (aunque no me quejaría si de vez en cuando una buena oportunidad o una excelente noticia me llegasen en bandeja de plata) no hablo de pasos fáciles sin mérito pero tampoco de maratones sin pausa en medio del desierto en donde el desgaste es más evidente que los resultados.
No me estoy rindiendo ni renegando de las circunstancias sólo estoy tomando aire para continuar. Ven, siéntate a mi lado y fúmate un cigarrillo si quieres. Cuéntame si al fin sólo somos las hojas temporales del roble o la nostalgia de la nube al pasar...
Antes te habría dicho que no soy una persona de cambios. No me dejo llevar por impulsos repentinos que surgen como una explosión interna motivándome a estimulantes rutas, exploraciones y desafíos que alimenten mi insaciable espíritu ávido de apasionamiento ardiente. Cuando era mucho más joven me habría encantado decir que me catalogaba como un ser intrépido pero o me faltaron oportunidades o simple creatividad, no lo sé. Pese a ello tampoco puedo sentenciarme como una persona que ama la rutina porque aunque en cierta medida puede ser cómodo y confortable sentir que tienes control sobre los acontecimientos en realidad también es interesante fluir como un río, abrirle la puerta a lo nuevo que no así a lo inesperado.
Me atrevo a decir que me he visto obligada a aceptar cambios no sólo abruptos sino violentos de tomo y lomo, de esos cambios que hacen más que sacurdirte o despabilarte un día cualquiera, me refiero a esos cambios que rompen todas tus estructuras, paradigmas y cimientos en la vida desde las entrañas haciendo añicos sin piedad al mundo que conocías y en el que te sostuviste alguna vez. “Todo cambio es para mejor”, “no hay mal que por bien no venga” son frases que prefiero nos ahorremos por lo trilladas; pueden ser ciertas, pueden servir de consuelo y esperanza (dos amigas con las que tenemos una relación extraña ahora) pero en el fondo todo dependerá de nuestra reacción, de cómo queramos que esto nos afecte ¿me explico? una cosa de perspectiva, lo sabemos.
Cambios así no me gustan. Quizás poseas un ser resiliente que se enriquezca con las enseñanzas tras la superación, qué cosa más admirable, no se puede negar, yo también lo poseo en gran parte pero cuál es la necesidad del Universo o de tu propio subconsciente de ponerte en el punto justo para que los eventos se desarrollen de la forma más catastrófica para que renazcas. Sé que algunos aprenden a los golpes pero no soy partidaria de la guerra, mi emblema es el amor y la paz. He presenciado sanaciones profundas y transformaciones hermosas a través del amor. Aspiro a eso; transitar por un camino dulce, lleno de armonía y luz. Puedo tomar la roca y el cincel para esculpir con dedicación y esfuerzo una mejor ruta pero no quiero el chuzo ni el mazo ensangrentado. Que no se malentienda este deseo; (aunque no me quejaría si de vez en cuando una buena oportunidad o una excelente noticia me llegasen en bandeja de plata) no hablo de pasos fáciles sin mérito pero tampoco de maratones sin pausa en medio del desierto en donde el desgaste es más evidente que los resultados.
No me estoy rindiendo ni renegando de las circunstancias sólo estoy tomando aire para continuar. Ven, siéntate a mi lado y fúmate un cigarrillo si quieres. Cuéntame si al fin sólo somos las hojas temporales del roble o la nostalgia de la nube al pasar...
11 comentarios:
Kadannek, no olvido tu nombre...Me alegré de tu vuelta y me alegro de que sigas con nosotros...Me haces sentir que el tiempo no existe, que el sentimiento es eterno y que seguimos aprendiendo juntos en este camino de la vida...Siempre adoré a los árboles y por supuesto al roble, su paciencia, su fortaleza y su entrega. Es un maestro de la naturaleza y es importante tomar sus lecciones en las distintas estaciones de la naturaleza. No debemos ignorar su silencio y su grandeza interior...Los robles miran al cielo y sueñan con esas nubes, que le van dejando colores, figuras y cánticos, que él va traduciendo y le ayudan a madurar y a vislumbrar con humildad la sabiduría...
Espero que enero se porte muy bien contigo y te regale días de luz y alegría, Kadannek...
Mi abrazo entrañable y agradecido, amiga.
Hola!
Creo,después de haber vivido bastantes años, que "la teoría" es muy bonita, pero a la hora de poner en práctica,no siempre podemos fluir tanto.
También creo que el primer paso es ser amorosas con nosotras mismas, para poder empezar a fluir.
Cuando estamos siendo rígidas y queriendo tener todo bajo control, surge la exigencia y con ello la rigidez.
Yo considero que soy más roble que nube, y debería ser más nube muchas veces.
Un abrazo.
Te diria que ni
arbol ni nube ,
mejor contemplar.
Soy un árbol que le encantaría ser nube. Por eso me encanta caminar y conocer lugares nuevos, pero tengo mis rutinas seguras. En fin, saludos y buen comienzo de año.
Me siento a tu lado y contemplamos todo lo que haya en el entorno, analizando lo de los cambios, para que al final, todos resulten favorables.
Muy interesante no que compartes hoy, profundo y digno de ser bien analizado.
Besos.
jaja Creo q estamos en absoluta sintonía, tú con robles y yo con acacias, pero ambas con nubes y en ellas jajaja ...Contestando a tu pregunta, creo quizá sería una especie de roblenube, tengo mucho de gaseosa y d terrenal, mucho de cambiante y a la vez consistente..una inconsciente muy consciente; ) y respecto a los cambios/pruebas/sustos/disgustos a los q nos somete la vida, creo q debemos hacer algo muy difícil pero imprescindible para avanzar, ACEPTAR ..diferente a resignarte, muy diferente ..Aceptar , es no pelearte con lo q sea q te haya sucedido, si no está en tu mano evitarlo , no gastar energias en lo q no admite vuelta de hoja...a partir de ahí podemos seguir adelante con nuestra vida, recomponernos, sobreponernos y como tú dices, sanarnos ..creo firmemente q tenemos capacidad sanadora ..igual q podemos enfermarnos, también salir de la enfermedad física y psíquica ...de eso estoy convencida .. el amor cura, el creer q puedes cura, el agárrate a la vida... Creo en todo eso, igual q estoy convencida q un día todos nos iremos de nuestro actual envoltorio...y volveremos a ser pura energía, q no se crea, ni se destruye, solo se transforma ; )
En fin, q me he sentado a tu lado encantada, nos hemos tomado un delicioso té verde y ha sido un placer charlar contigo, un beso y feliz domingo KADANNEK!
Me alegra ver que por aquí también hablamos de nubes :)
La nube, la nube, te diría sin dudarlo... pero, sabías que venía un pero, ¿verdad? Lo cierto es que las personas necesitamos raíces, necesitamos dar fruto o sombra para sentirnos parte de algo. Las nubes, al final parecen criaturas solitarias, ¿no te parece?
Me cuestan los cambios, sí, me horroriza decidir y, una vez tomada la decisión, tener que cambiarla... buff
Vaya preguntas que nos haces...
Todo un tema visto desde la subjetividad!Somos animales de adaptación y el cambio es la sagrada oportunidad para Crecer salirnos de lo vernáculo y abrir las puertas al Don de la adaptación.☘️🤔🤔
Por supuesto que para mí el roble. Me alegra que de nuevo estés con nosotros.
Abrazos.
*M. Jesús Muñoz: Soy yo la que se alegra con tu visita, gracias por venir. Me quedo con la sabiduría y reflexión del roble. Un abrazo, linda.
*Luna Roja: Concuerdo contigo, la práctica es otra cosa. Creo que lo ideal es un punto medio entre la flexibilidad y la solidez, aunque no es del todo sencillo llegar a ese balance. Un abrazo.
*Orlando: Saludos, gracias por comentar.
*JLO: Hola, un gusto verte, gracias por dejarme tu visión. Saludos.
*Sara O. Durán: No sabes lo que me gusta volver a verte por aquí, sobre todo porque dices mucho en poco y siempre se nota que entiendes en profundidad lo que lees. Diría que lectores como tú, pocos. Gracias por darte el tiempo de leerme en serio y aceptar mi invitación para reflexionar juntas, gracias. Un abrazo de luz.
*María: Si mal no recuerdo en el pasado también sincronizábamos con algunas experiencias, curioso que esta vez nos ocurra de nuevo. Gracias por tu mirada reflexiva y profunda de las cosas, incluso por tu propio autoanálisis que compartes. Te envío un abrazo de luz.
*Beauséant: Concuerdo contigo, necesitamos raíces sólo que ¿qué tan sólidas? quizás la flexibilidad que buscamos la hallemos en sus ramas y la libertad en las hojas que se desprenden. Un abrazo, qué alegría verte por aquí.
*Rose Green: Mi mágica Rose! no esperaba ver un comentario suyo por aquí, es un honor y una alegría. Gracias por la molestia de leerme y comentar. Porsupuesto, todo es muy subjetivo, hablo desde mi propia mirada.. Los cambios son buenos y sagrados, como dice, sólo que no me gustan a los golpes ni que se me fuerce a adaptarme. Quizás es un llamado de atención por mi ritmo tan lento...
Un abrazo.
*Conchi: Saludos, Conchi, me da gusto verte. El roble es un maestro. Abrazos.
Una vez Borges en una entrevista dijo: me enorgullezco más de lo que he leído, que de lo que he escrito. Pienso como él al respecto.
Para pretender escribir, hay que leer mucho más. Y no solo leer, sino comprender lo que leemos. Por eso hay que escoger muy bien qué cosas leer
Besitos.
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