Encontré este post que tenía preparado desde el año anterior, pero que no subí debido a que en mi país surgió un movimiento social muy intenso en el que me estaba enfocando. Corresponde a la segunda parte de Orden para retomar el control I: Entrar en el caos
Remover el pasado a veces duele, avergüenza e incomoda, pero también nos da perspectiva e informa sobre cuánto hemos crecido y avanzado en el camino, así como de cuánta culpa, decepción y otros males arrastramos.
Es necesario mirar nuestros recuerdos, hacer la paz con ellos, o al menos, un trato formal para que no nos golpeen durante toda la vida cuando les dé la gana.
Hace unos días atrás, cuando organizaba mis diplomas y documentos, me encontré con papeles sobrevalorados, y con muchos otros que olvidé por completo con el tiempo. Habían cosas que no miraba desde que salí del colegio y años posteriores, que a la hora de la verdad, eran inútiles de guardar. Ni siquiera me traían bonitos recuerdos como para conservarlos, porque eran trámites engorrosos u obligatorios en su momento, y como es de esperar, nada divertidos de hacer. Luego hallé documentos del funeral de mi padre, entre ellos, tarjetas “en memoria de...” que jamás usamos, junto con el libro de condolencias lleno de saludos, pésames y palabras vacías para mí. Sabía de su existencia, claro, porque yo misma le oculté en mi closet para que nadie sintiera dolor al verlo, pero, irónicamente, a mí me dolía conservarlo. Creí que correspondía tenerlo siempre, sin embargo, cuando miré todas estas cosas, me di cuenta que sólo sirven para rememorar lo triste de ciertos momentos, haciendo bulto, no sólo en mi armario, sino como un pensamiento no resuelto en algún rincón de mi cabeza. Así que mi acto “psicomágico” fue rescatar las fotos de mi papá y romper una a una las páginas con dedicatorias superficiales, junto a las tarjetillas de pésame. Esa fue mi manera de encontrar tranquilidad con esa etapa de mi historia, al menos, con lo que se refiere a lidiar con los malos consejos de la gente. Las cosas suelen complicarse por las intromisiones y aportes innecesarios de personas imprudentes.
Eliminar lo que nos causa emociones negativas y quedarse con lo importante, es lo que vale en verdad.
Era necesario darle un nuevo orden, una nueva carpeta y un mejor lugar a estos recuerdos en forma de documentos. Fue bueno verlos, reorganizarlos y seleccionar los que verdaderamente importan. Me dio nostalgia, claro, pero pude dimensionar qué tan encadenada o en paz estoy con mi pasado.
También regresé papeles ajenos que me quitaban espacio, y decidí no ser nunca más un depósito para guardar cosas de otros, pues cada quien debe sobrellevar su propio pasado e historia personal. Quiero mi espacio bien utilizado y que no sea invadido por recuerdos, momentos y pertenencias de nadie más.