viernes, 12 de febrero de 2021
Riqueza
jueves, 7 de enero de 2021
Crear es Sanar
Me despido por ahora, enviándoles un fuerte abrazo de luz y un feliz inicio de año.
sábado, 12 de septiembre de 2020
Sincericida
Mi memoria tiene registro de haber escuchado por primera vez esta expresión hace varios años en una plática sobre relaciones interpersonales, pero el resto del expediente está perdido en el vacío caótico de mis recuerdos, así que no me pidan más precisión que ésta.
No sé quién, en realidad, acuñó este concepto, pero de a poco cobra fuerza aunque la R.A.E. no admita la palabra, pese a haberle dado lugar a una serie de barbaridades que me hacen cuestionarle y no tenerle como la fuente más coherente en lo que a lenguaje se refiere, pero eso es tema aparte.
Es seguro que más de una vez no sólo hayas oído, sino que hayas usado para resumir tu filosofía de vida, cual heroico himno, la siguiente frase: “Prefiero incomodar con mi sinceridad que agradar con mi hipocresía”. Bien, son estas ideas llevadas al extremo, las que dan origen a la necesidad de crear un término para referirse a aquellas personas que, detrás del escudo y la espada de la verdad, van imponiéndola como inconscientes tiranos.
Aunque el problema no siempre es el fondo sino la forma, hay factores a tener en cuenta, pues mucho depende del contexto. Espera. Ya sé, ya sé, tú eres el único capaz de “decir las cosas como son” y “no se puede tapar al Sol con un dedo”, y es más, “te enseñaron a ser honesto” y sobre todo “es tu más humilde opinión”. Conozco tu siguiente salvavidas: “Estos Millennials no aguantan nada” o “la generación Z es de cristal”. Te voy a detener ahí (en esta falsa discusión), porque no se trata de ser partidarios de las falacias, de adornar la verdad ni de omitir temas importantes. Si veo a la pareja de una amistad siéndole infiel, me pondré mi hermoso traje de sapo y se lo diré, si considero que estás metiéndote con las personas equivocadas te advertiré, si tenemos la suficiente confianza te evitaré humillaciones haciéndote saber si te apesta el aliento. Puedes suponer que estoy dispuesta a exponerme a situaciones incómodas porque valoro la sinceridad, pero sé reconocer que hay instancias en que mi opinión no es un aporte genuino y es mejor verterla sólo si me la solicitan de frente, sabiendo de antemano, que el hecho de pedir mi opinión no me otorga un pase libre para herir. Diríamos que la clave es el discernimiento y la sensibilidad, y es aquí donde el sincero se diferencia del sincericida.
¿Alguna vez presenciaste una conversación en la que alguien revela su pensamiento sin escrúpulos a otro, de modo que se ven las flechas atravesarle el corazón?. Obviamente no hay evidencias de armas intangibles, pero ni si quiera tuvo la deferencia de apuntar más abajo o ponerle menos tensión a la cuerda del arco. No, lanzó cada flecha sin miramientos, escudándose detrás de lo “buena persona” que es por aplicar la franqueza y decirle lo que nadie más se atrevió. Algunos masoquistas con el tiempo lo agradecerán, pero hay otras maneras de hacer las cosas. Si bien no puedo evitar que la verdad te haga sangrar, puedo escoger no usar la flecha ni la escopeta.
Entiendo que seas un paladín moderno que lleva como emblema la balanza de la justicia, que no admitas ni una mínima cuota de incongruencia, y que porque tu ética es la más pulcra deberíamos estar agradecidos por decirnos cómo vivir nuestras vidas, así sea que nos avergüences con tus observaciones. También entiendo si eres un punzante erudito que quiere desenmascararnos a diestra y siniestra para revelarnos aquello que no estamos listos para enfrentar, porque tú te paseas feliz exhibiendo a tus monstruos y sólo así se es verdaderamente libre. Hasta cierto punto cualquiera de tus personajes es útil, pero inflexible, dictatorial, estorboso y cruel si no logras tener en cuenta los matices de la vida, la susceptibilidad de cada ser, y en particular, si sobre-estimas la relevancia de la misión egocéntrica que tienes de influir en los demás. Aunque pienses lo contrario, el mundo no requiere tus servicios de opinólogo 24/7.
A veces nos podemos ver envueltos en un contexto de falsa y excesiva confianza, motivados por “el hablemos sin filtro”, pero no corrompas tu esencia para estar a la par de un sincericida. Sé honesto, pero sensato. A veces haces más daño sólo por tus “buenas intenciones”. ¿O quieres ser el rey o reina de lo obvio?. Hay cosas que las personas ya saben, pero ahí te apareces queriendo hacer “la buena acción del día” restregándole lo evidente por tu soberbia de idealista. Una cosa es la sinceridad pura y otra la brutal.
lunes, 24 de agosto de 2020
La danza de la tinta II: Simplemente
Hace poco volví a ver una serie de mi niñez, “Hey Arnold”. En el capítulo “Cosas simples”, el señor Hyunh, un inquilino en la casa de huéspedes, es descubierto cantando country por el protagonista de la serie, Arnold, junto con su mejor amigo, Gerald. Ambos quedan asombrados por la voz del señor Hyunh y lo persuaden para que profesionalice su carrera musical, logrando lanzarlo al estrellato de inmediato como sus managers. En realidad, el señor Hyunh se ve comprometido por el entusiasmo de los chicos, así como por el gran voto de fe que ponen los demás huéspedes, vecinos y fans en él. En realidad, el señor Hyunh nunca quiso llevar una vida de fama, puesto que se define a sí mismo como “un hombre sencillo”, que disfruta de cantar por placer y para sus seres queridos. Y aunque su verdadero sueño es ser un gran chef, eso no significa que su talento sea desperdiciado ni que no le ponga dedicación.
La obvia moraleja de la historia es enfocarte en aquello que realmente deseas hacer y no permitir que otros decidan sobre tu vida. Sin embargo, yo veo algo más aquí. El señor Hyunh era un buen cantante antes de la fama, era un cantante nato aún en la soledad de su habitación, no necesitaba que otros le confirmaran el gran talento que posee.
¿Podríamos usar la misma analogía para cualquier oficio, así como el de escritor?. Sí, sé que estamos inmersos en una sociedad que exige de inmediato un doctorado hasta por la más ínfima línea que desees exponer sobre cualquier tema. Si no tienes un libro publicado, si no trabajas para una revista o nunca ganaste un concurso literario, significa que no eres, en realidad, un escritor. ¡Falso!. Si creas, construyes, transmites, exploras, expresas, entiendes y respiras a través de las letras, eres un escritor. La calidad es otro punto, uno importante, claro, pero no absoluto.
He visto, además, que se descalifican trabajos en una suerte de competencia de bandos, un elogio al ego que no viene al caso. No subestimemos los trabajos que se compartan, independiente de la plataforma, ya que no se necesita ser parte de una editorial o tener el título de escritor aclamado para que una obra valga oro. Si escribes con ahínco, de forma dedicada y cultivas el arte de las letras, eres un escritor y punto. Aquí hay gente talentosísima, comprometida y apasionada que no necesita ser galardoneada para que se acredite su capacidad. No importa el medio en que se escriba, sino el acto de escribir.
miércoles, 12 de agosto de 2020
La danza de la tinta I: La búsqueda
He dilatado por años este post por no poder descifrar exactamente cómo decirlo, hasta que en las últimas semanas, más que nunca, he escrito sobre escribir. Así, de forma minúscula, vaga, pero sensiblemente íntima. No sólo eso, he tenido que escuchar a otros hablando de literatura, de sus procesos creativos o de la indignación por el poco reconocimiento. Me he escuchado a mí misma dentro de unas pocas conversaciones, debatiendo sobre puntos controversiales, cambios de línea y motivaciones de fondo. Ya es hora, ¿no?. Hoy creo al fin haber reunido el entendimiento y las palabras justas para expresarlo. Una maduración lenta, pero profunda.
Entonces ¿cómo explicar esto que tiene tantos apartados?. Debo ir al punto concéntrico que los une. Más allá de los tecnicismos obvios, ¿por y para qué escribir?. Parto por el hecho de que escribo creyendo que tiene algún sentido hacerlo, que estoy tocando algo, -quizás la punta de lo inefable-, y que ese algo, en algún plano de la consciencia, también me toca a mí. En el fondo, intento ver y sentir el mundo de lo intangible. Darle una silueta clara a la idea, en forma de caracteres que yo pueda asimilar.
“Si no me leo no me entiendo” me explico a mí misma, y por eso también escribo. Es una necesidad de literalmente plasmar mi voz, y para ello utilizo mucho el formato de diario personal o journaling, (como se conoce también a la escritura terapéutica), cuyas obras difícilmente verán la luz. Aquí, más que la forma importa el fondo, y a veces, aún más que ello, el proceso en sí.
Sin embargo, para pulsar esa fibra que traduce a la esfera del subconsciente requiero más; debo aplicar otros formatos que me permitan interpretar los simbolismos psicológicos y álmicos que hay tanto en mí como a mi alrededor; aquí es cuando utilizo la prosa poética, que me permite con un lenguaje más sagrado, dar con esas sutilezas que percibo. Este formato es muy libre, puede carecer de formalismos o estructuras obvias, puedo ir de frente a lo que impera, estudiarlo por capas e incluso, trascender -o dejarme guiar por- la emoción o el pensamiento, hasta llegar a su raíz de un modo intuitivo. Aquí la escritura nace por sí misma, parecido a un trance activado por un impulso que va más allá de tu control o comprensión.
Por último, en esta plataforma bloguera, concluyo, planteo y presento a modo de cierre, alguna temática en la que he estado trabajando de manera orgánica y profunda, y que deseo comunicar, además de tener una interacción entre nuestros mundos, que es otra forma de exploración.
Pero más allá de la técnica, el género o el medio, sigo escribiendo porque intento descubrir y decir eso que aún no sé que sé, pero que ahí está.
martes, 4 de agosto de 2020
Carta al bloguero naciente
Querido bloguero nuevo:
¡Si supieras desde hace cuanto no escribo una carta!, estoy segura que lo considerarías una deslealtad ante el romance poético que tiene esta técnica tan apreciada. Pero hoy, me veo con el deseo de manifestarte mi emoción, con el sólo hecho de pensar que podríamos compartir juntos en este mundo de letras.
No sabes lo gratificante que se siente tener por estos lares a un amigo, apasionado igual que tú, por la escritura; que no escribe sólo porque quiere, sino porque lo respira. Es por ello y porque confío en tu habilidad, que te doy, quizás anticipadamente, la bienvenida a “la blogósfera”.
Debes saber, estimado mío, que ésta puede ser una plataforma que impulse tu creatividad y desarrollo personal, pero también, puede ser un pueblo hostil, que te ignore o que te agreda si piensas diferente. Todo depende de tu fortaleza y de cómo te manejes dentro de este medio; de la forma y la calidad de lo que expongas. He visto morir varios sitios por no tener un enfoque claro, por falta de constancia o por encuentros de opinión.
Algunos podrían decir que te extiendes mucho, que se aburren, que no tienes nada nuevo que dar; aprende a discernir una ofensa personal de una crítica constructiva. Eso te llevará lejos. Debes ser siempre muy dedicado con tu contenido, sobre todo para sentirte satisfecho con tu trabajo, sabiendo que diste lo mejor. Sin embargo, camarada, es posible que pese a tu esfuerzo, talento y material, no recibas las visitas ni comentarios que quisieras, incluso, puede ser que recibas muchos comentarios, pero te darás cuenta, con el tiempo, quién te está leyendo en serio y quién sólo se queda con el título. Diría que ésto es más decepcionante que no recibir visitas.
Es seguro que a veces sólo serás un adorno en la lista de otros blogueros para asegurar visitas, ¡pero que eso no te desanime!, porque igualmente te encontrarás con mentes brillantes, con almas gentiles y corazones abiertos, dispuestos a ayudarte a mejorar. La retroalimentación que puedes encontrar es inspiradora; te regocijarás, también, con el trabajo de otros, entrando en su fuero interno.
Hago énfasis en las relaciones blogueras, porque a menos que tengas un gran conocimiento sobre determinado tema y en marketing además, los blogs sencillos funcionamos así; nos encantamos con el estilo de alguien o al menos con su persona, y así procuramos estar atentos a sus actualizaciones. Por lo menos, esa es la dinámica que yo manejo.
Aún así, amigo, nunca leas a otro por compromiso ni te obligues a comentar si lo que viste no te interesó realmente, porque en el fondo, sólo terminarás encadenándote a un vicio vacío. Dale el beneficio de la duda y mira su siguiente trabajo, quizás te sorprenda.
Sé siempre honesto en lo que quieras decirle a alguien sobre lo que expone, porque eso determinará cierta lealtad y compañerismo, haciendo que confíen en tu buen juicio. He tenido la fortuna de poder señalar áreas de oportunidad, y pese a que tuve el temor de herir susceptibilidades, me interpretaron correctamente, entendiendo mis intenciones. Así que debes aprender a conocer a tus lectores y camaradas de letras, para saber cómo decir las cosas.
Te encontrarás con los “bloggerstars” (como les he bautizado), personas que no te tratarán como a un compañero de letras, sino como a un “fan”; aprende a identificarlos, porque lo que más vale aquí es el interés honesto y mutuo por nuestros trabajos.
Dicho esto, doy por finalizada esta carta. Te he dicho lo principal a grandes rasgos.
Disfruta del proceso de ir mostrando y potenciando tu voz. No pierdas el impulso.
Con cariño, Kadannek.-